En apenas un par de segundos, la estructura del puesto se tambalea y en un alarde de reflejos que pensaba inimaginable, empujo a Elio a un lado; pero no soy lo suficientemente rápida como para apartarme de la trayectoria del hierro, que cae con fuerza sobre mi brazo y me hace perder el equilibrio.
Escucho a la gente gritar a mi alrededor y al plástico que nos resguardaba tapándome por completo. Me remuevo, pero me freno al verme atrapada.
—¡Jimena! —Juraría que es la voz de Elio—. ¡Jimena!
El peso que tenía sobre mí se eleva y vuelvo a sentir el frío aire de diciembre sobre la cara. Abro los ojos y me encuentro con la expresión seria del chico.
—Estoy bien —respondo de manera automática, buscando incorporarme, aunque fallo en mi intento al marearme.
—Espera, espera.
Elio me sostiene.
—¿Dónde te duele? —me pregunta preocupado.
Me doy cuenta en ese momento del dolor tan horrible que nace en mi antebrazo y se extiende hasta mi hombro.
—La cabeza y el brazo. El brazo me duele mucho —lloriqueo.
Lo levanto y me arrepiento de ello. Gruño presa del dolor que cada vez va a más. Su ceño se frunce y me aferra a él.
—Ya viene la ambulancia —avisa una señora.
—Gracias —contesta Elio.
—¿Ambulancia? ¿Qué? No —me quejo—. Ha sido solo un golpe y...
—Jimena, no discutas esto.
Sus ojos verdes refulgen con un destello que me hace no replicar, aunque sí que le pido algo.
—No avises a Julia, no quiero que se preocupe.
Elio aprieta la mandíbula, sin embargo, finalmente asiente.
—Me duele muchísimo.
—No lo muevas, puede que esté roto —me avisa él con una mueca de gravedad.
—¿Roto?
Siento a la sangre escapar de mi rostro y como respuesta él me pega todo lo que puede a su cuerpo, con un cuidado que me asombra.
Las luces y el sonido de la ambulancia no tardan en hacer presencia. Yo cada vez me encuentro peor y el dolor en mi cuerpo empeora minuto a minuto. Temo que Elio tenga razón y esté roto, me duele demasiado y siento las palpitaciones junto con pequeños calambrazos recorrerlo de arriba abajo.
Un par de técnicos se acercan y, pese a las reticencias de Luque a separarse de mí, los sanitarios insisten en que los deje trabajar, aunque se queda cerca. Respondo a todas las preguntas que me plantean de forma correcta, aunque al revisarme la cabeza se percatan de que tengo un bulto e intercambian una mirada que no me gusta nada. Cuando me tocan el brazo, pego un chillido.
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Distancia focal (título provisional)
RomanceDistancia focal es un proyecto colaborativo que estoy desarrollando junto con mis seguidores y seguidoras de Instagram y en el cual, capítulo a capítulo van a poder votar qué camino toman los protagonistas. ¿Preparados para ver a dónde nos lleva es...