Aprieta los dientes y gira el rostro, buscando alternativas, resistiéndose a hacerme caso. Sé que lo hace por cómo estruja los pequeños puños contra sus costados. Sonrío de medio lado, admirando la lucha interna que hay en ella.
—Está bien. Lo compartiremos.
Ando hasta una mesa cercana y saco mi portátil con la mirada muy atenta en el libro. No me fio de que no lo coja y vaya a salir corriendo. Pero no lo hace, aunque sí que arrastra la silla de mal humor y se desploma en ella.
Jimena también saca su portátil y un cuaderno. Sé que le gusta escribir a mano, no solo porque la haya visto en clase, sino porque siempre lleva los dedos llenos de tinta.
Soy el primero en tomar el manual, con un bufido de rabia por su parte y anoto un par de cosas con mi teclado. Ella escribe en una hoja de papel. La contemplo por encima del ejemplar y me fijo en cómo humedece sus labios y saca la lengua mientras lo hace.
Eleva la mirada al pillarme y frunce el ceño.
—¿Puedes dejar de acapararlo?
—Aquí tienes.
Le cedo el libro y mi mano roza la suya. Me lo aparta con tirón borde, pero me hace reír mientras me lanza una mirada matadora.
Escribe mil apuntes más que yo y veo cómo rápidamente su ordenador se llena de notas y en su cuaderno un esquema cada vez más grande va tomando forma.
—Eres consciente de que es un trabajo de diez páginas como máximo, ¿verdad? —le advierto.
—¿Me he metido yo con cómo haces las cosas? —Voy a contestar, sin embargo, es tajante y me corta—. ¿No estarás intentando copiarte?
Yo me aparto de ella y me percato de lo cerca que estaba de su cuerpo.
—Madrileña, está feo acusar. Encima que estoy compartiendo el libro contigo.
—Ese del que has mirado tres líneas...
—¿Me estás llamando flojo? Ya estamos con el «todos los andaluces sois unos vagos».
—No he dicho eso, idiota. Además, mi padre es malagueño.
—Pues vaya hija malapipa ha tenido. —No se corta y me da un manotazo—. Aunque esa mala hostia es muy malagueña.
Lucha por no reírse, aunque en las mejillas le salen un par de hoyuelos. Otra vez veo el fuego en esos ojos castaños y algo en mitad de mi pecho me pide que lo avive, que quiere verla estallar.
—Te aseguro que no quieres verme enfadada —amenaza.
—¿Estás segura? El otro día en la tienda con la corbata te vi muy entregada.
—¿Es así como ligas con todas las tías que tienes por delante? ¿Siendo insufrible?
—¿Eso es lo que estamos haciendo, Jimena? ¿Estás ligando conmigo?
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Distancia focal (título provisional)
RomanceDistancia focal es un proyecto colaborativo que estoy desarrollando junto con mis seguidores y seguidoras de Instagram y en el cual, capítulo a capítulo van a poder votar qué camino toman los protagonistas. ¿Preparados para ver a dónde nos lleva es...