Divorcio.

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Justin

He perdido la cuenta de cuantas veces he mirado el video. Con cada reproducción mi ira escala un poco más. Soy el hazme reír de esos dos imbéciles, tres si se cuenta a Maggie Wren, es imposible creer que ella no sepa nada o fuera inocente. Quizás no que fueran amantes, pero sin dudas que querían robarme.

Detengo el video justo en el instante en que Keira jadea al hombre que la penetra una y otra vez. Enojado conmigo mismo por casarme basado en sexo y un cuerpo voluptuoso. Keira Lennox, usó su cuerpo y belleza para atraerme a sus redes. Trigueña de cabello y ojos oscuros, esbelta, largas piernas y un cuerpo escultural.

Bruno Austen, mi padre, quiso ampliar el imperio familiar lejos de Alemania y apuntó a Norteamérica como destino. Fue su momento de demostrar a Dominic Austen, su padre y el mío, que podía administrar su empresa. No me tenía confianza, siendo su retórica el desorden de mi vida amorosa y las constantes quejas de mamá por mis aventuras.

"—Debes sentar cabeza" había recomendado mi hermana, al enterarse que había aceptado mi oferta de estar a cargo en la sede. "—Una prometida te vendría bien, de aquí no, se daría cuenta que es falsa". Nos reímos los dos, para ella una prometida mía solo sería posible si era ficticia.

A mis veinte cinco años no planeaba casarme, establecerme o tener una sola dama. Quería vivir la vida libre y sin restricciones, celos enfermizos y demás. Hasta que conocí a los Lennox Page y con ellos a su única hija, Keira y esta traía de la mano a Maggie.

Inicialmente no me gustó lo que vi, ni físicamente, ni su comportamiento. Demasiado frívola para mi gusto, con un brillo de malicia alto. La primera impresión que tuve de ella es que ese comportamiento angelical que mostraba era fingido.

Hamal Lennox, su padre no perdía oportunidad para juntarme con su hija. Sin embargo, quien me llamaba la atención era la amiga Maggie. Aquella criatura de rostro angelical, sonrisa radiante y cabello dorado que parecía haber salido del mismo cielo.

"—Es Maggie, pero tiene novio" había advertido Hamal. No me importó ese descubrimiento, a no ser que fuera casada, aquella belleza de rizos dorados podría ser mía en algún momento. Era hermosa con ese bello gesto de sonreír muy a menudo y lo que más había llamado mi atención es que parecía no ser consciente de mi existencia o su belleza.

Mi mayor error fue buscar a Keira Lennox para llegar a la dulce Maggie. Siendo el festejo de cumpleaños la excusa para hacerlo, sin saber que ese mismo día conocería a su prometido. Uno de los juristas de la empresa, Connor. Lo que siguió en adelante fue una mezcla de decepción y orgullo herido, pese a estar cerca y ser presentado, seguía siendo transparente a sus ojos.

Seguí mi camino, buscar una prometida, calmar a mi padre y tomar el control de la empresa familiar. La única manera que sucediera era siendo un hombre de familia. Keira abarcaba todo lo que se necesitaba para ser una Austen y con ella me quedé.

Confiado que el amor llegaría después, mis padres se casaron obligados y acabaron por formar un hogar sólido. Tras treinta años de matrimonio, conformaban uno de los matrimonios más sólidos en Berlín. Hoy entiendo que, para lograrlo, ambos dieron todo de sí. Keira era demasiado egoísta para pensar en alguien más que no sea ella.

Conecto la laptop dejándola frente a mí, con la calma que me da saber que mi adorada esposa se ha ido a organizar todo lo del paseo en yate y deseando que caiga al mar, se ahogue y me evite el trabajo de asesinarla. Cada hora que pasa aumenta la ira de retorcer su hermoso cuello y acabar con esa perra astuta.

El mensaje de mi padre me ordenaba conectarme, exigiendo verme. Podrá mostrarse rudo y fingir no le importo, pero la realidad era otra. Acomodo mi atuendo, la corbata y mi vestimenta, a Bruno Austen le molesta ver una arruga en mi traje. La presentación personal era muy importante para él.

infielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora