Sentimientos

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Justin

¿Qué puedo decir de ese domingo y de los siguientes? Mágico sería una buena manera de describirlo. Maggie me hacía soñar despierto y pensar en ella todo el tiempo. Mi vida familiar era un caos, mi divorcio resultó ser más difícil de lo que creí.

Keira Lennox había lanzado una contrademanda alegando maltrato psicológico. Según ella sacarla de casa bajo engaños y luego iniciar un juicio con situaciones de infidelidad creados por mí, le ocasionó depresión. Había llamado a declarar al personal que llegó con la maquinaria para corroborar su testimonio. También a Connor, el esposo dolido a quien "supuestamente" le había quitado su esposa.

—¿Cómo es eso que no estás en el penthouse? No usas el auto y has mandado a cancelar las tarjetas. —la explosiva pregunta de mi padre no me sorprende, es más, la veía venir—¿Cuánto me va a costar esta vez?

— Me has acusado de despilfarrar el dinero ¿Por qué te molesta que no lo use ahora?

Sus ojos escudriñan los míos y su mandíbula se tensa. Guarda silencio cuando mi madre se sienta a su lado y ambos intercambian algunas palabras.

—Algo te traes entre manos, te conozco lo suficiente para deducirlo. —sigue diciendo. —estoy harto de espantar periodistas, de tus escándalos por infidelidad y tu amorío con esa chica.

Mi madre mira mi rostro y por encima de mi hombro quizás en espera de encontrar a alguien conmigo. Alzo el móvil y doy un registro de 360º en donde estoy.

Maggie aún no se queda a dormir la primera vez, siente vergüenza por su hermano y le teme al qué dirán. Aunque nuestros divorcios estén en proceso, la realidad para la sociedad es que ambos estamos aún casados.

—Será mejor si nos dices ahora lo que tienes en mente y nos ahorras dolores de cabeza. —habla mi madre inspiro fuerte dejando el móvil de nuevo en el sitio y siguiendo con mi atuendo.

—No voy a volver a Berlín—empiezo a decir tomando el saco y acabando de vestirme.

—¿Piensas que voy a costear tu vida en América con tu nueva conquista? ¿Tan fácil eres para enamorarte Justin?

Sonrío negando internamente pues no ha comprendido lo que quiero decir. Duele admitir que, para ambos, solo soy una molestia que le ha producido números en rojo, cuando la realidad es otra.

—No soy un bebé al que deben alimentar o dirigir su vida —les explico y ambos me miran confundidos. —No pienso ventilar mi vida privada con nadie.

—Somos tus padres...

—Con nadie —les interrumpo viendo la pantalla del móvil —esta vez nadie va a intervenir.

—¿Crees que ella te querrá sin un dólar en el bolsillo?

—Decir eso es negar que Justin tiene sus virtudes —mi madre sale en defensa y los labios de Bruno se fruncen molestos —¿De qué piensas vivir cariño? ¿Estás seguro que es la correcta?

—¿Qué se supone que quieres que haga con lo que estamos escuchando? —sigue arremetiendo mi padre.

—Que me dejes en paz y no intervengas, ni para bien ni para mal. —le digo y saliendo de mi habitación dándome cuenta de que ambos están muy pendientes de lo que ven a mi paso hasta la salida —déjame hacer esto solo...

—Nada me haría más feliz que saber que eres independiente. No soy tan desalmado para truncar tus ganas de salir adelante, yo hice lo mismo a tu edad y mírame hoy día —dice y asiento al saber que no va a intervenir —lastimosamente, tus pedidos me han costado dinero...todos —recalca —tengo por allí la cifra de ese divorcio que aumenta día a día y no tengo idea a donde irá a parar.

infielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora