infieles

Guerra declarada

Dos meses después
Justin

No pude evitar la curiosidad y acabé por detenerme en la entrada de la oficina, escuchar el relato de todo cuanto ha sufrido con Connor me chocó. Todo cuanto Connor hizo con Maggie fue terrible y eso me lleva a pensar en que Keira lo sabía.

Si es así, ambos tenían un lugar especial en el infierno. No por lo que pretendían hacerme, sino por destruir a un ser tan hermoso como Maggie. El recuerdo de su sonrisa al entregar un informe o el rubor en sus mejillas al descubrir mi mirada llega a mi haciéndome sonreír. En muchas ocasiones era pillado observándola, cualquier hombre que viera su rostro de ángel me entendería.

Hasta hace unos meses, veía solo de lejos a la que consideraba la verdadera Maggie. Una chica de 21 años, alegre y extrovertida, mis investigaciones hablaban de que estudiaba secretariado en un instituto modesto ante la imposibilidad de una carrera por parte de sus padres, cristianos, estrictos y sobreprotectores, un hermano ausente y lo que más llamó mi atención...

Jamás había tenido un novio.

Todas aquellas descripciones no pude corroborarlas, fue presentada cuando ya estaba comprometida. Eso y su comportamiento distante hizo que me alejara de ella y me distrajera con Keira. Papá me estaba dando cada vez más responsabilidad y creí que casarme era una buena idea para demostrar que había tomado el buen camino.

Fui lo suficientemente estúpido para dejarme llevar por la segunda opinión que me dio Keira e ignoré la primera y quizás más importante, aquella que me decía era una chica frívola.

La mujer de hoy seguía siendo hermosa, inteligente, pero con una nube gris que opaca su rostro, haciéndola lucir triste y desolada. Contrario a mí, ella amaba a su pareja, este tenía la amante Keira, su mejor amiga, doble traición desde donde lo veas.

Su rostro de sufrimiento me pedía a gritos decir la verdad. Nathan aseguraba que era acosada por Connor y recibía constantes mensajes de su madre pidiéndole entrar en razón.

Todo eso me hizo llegar a la conclusión que mi venganza no debería estar por encima de su dolor. El acoso de Connor iría en aumento (por la maldita razón que sea), tampoco yo podía soportar vivir con Keira.

—¿Me estas escuchando?

—Yo y todo el jodido personal. — le reclamo.

Es la tercera vez que intento hacer el nudo de mi corbata, el día de hoy tengo dos brazos izquierdos o son los reclamos de Keira que me impiden concentrar. Desde la boda y su llegada tarde, todos los días es más de lo mismo. Tuve claro que no iba a asistir a esa ni a ninguna ceremonia de los Lennox. Mi apatía por estar lejos de ellos ha convertido la casa en una batalla campal.

—Es mi familia Justin, lo que has hecho es de mal gusto.

—Sabes hablar muy bien Keira... tu familia, no la mía.

—¿Desde cuándo eso cambió? Estás irritable, de mal humor y pasas más tiempo con Maggie que conmigo. Eras agradable con mis papás, los apoyabas en todo. Incluso por encima de tu padre...

"—Y estoy pagando por eso un precio muy caro." —pienso viéndola por el reflejo del espejo que sale del cuarto de baño.

Ajusto de nuevo el lazo, está vez me satisface lo que veo y tomo el saco que espera por mí en la silla. Por unos hermosos minutos ella guarda silencio, me observa preocupada. Este papel de esposa abandonada y celosa me intriga. La conducta de Connor con su amiga pudo dolerle o de plano no quiere estar con alguien de comportamientos tan desagradables.

— Antes de ella solías quejarte por prestarle más a atención a Jules que a ti. Ahora la tomas con Maggie, según, la causante de nuestros problemas.