Maggie
Dejo la valija en mitad de la habitación y contemplo la cama matrimonial. El regreso a casa fue incomodo, él quiso venir conmigo y lo que duró el vuelo tuve que soportar sus intentos por convencerme de no dejarlo.
La decisión estaba tomada, era una persona que pensaba mucho las cosas. Esta vez no fue la excepción, fueron diversos mis intentos por recuperar mi matrimonio, sin saber que mi peor enemigo era Keira Austen. El tiempo que llevaban juntos imaginaba era mayor que nuestra relación ¿No fue acaso Keira quien lo presentó?
—Maggie...
Ignoro la voz de Connor y avanzo hacia el closet. Tuve mucho tiempo en pensar y llorar, me había prometido no hacerlo. Hice un listado de prioridades que dejé a un lado quedaron la traición, el tiempo perdido, el amor que tenía o aún le tengo. En adelante pensaría en mí y en aquellos sueños que dejé pausados por perseguir una quimera.
—Por favor, no puedes dejarme por una sospecha o invención de tu mente...
—¿Qué pensaría ella de saber que la niegas?
Giro lentamente hacia él y sostengo su mirada la suya contrariada, la mía decidida. No hay una remota posibilidad de volver con él, de solucionar lo que ya no tiene solución y quizás nunca lo tuvo.
En un escenario oscuro y fantasmagórico, hacen un baile dantesco las imágenes de Connor y Keira teniendo sexo. Mi mente ha llegado a recrear no sólo lo que vi en esa suite, sino muchos más. En todos ellos ambos se burlan de mi mientras Keira es penetrada por Connor en medio de jadeos, pieles desnudas y sudor.
—No hay tal mujer.
Su seguridad al responder y la mirada de piedad que me lanza debería ser suficiente para convencerme. No lo es, tampoco su hermoso rostro o cuerpo, el timbre de voz o elegancia. De pronto me encuentro viendo sus defectos, aquellos que nunca vi y rio ante ello.
—No hay tal mujer —repite con la decisión reflejado en su rostro.
—¿A quién me quejo? Soy tan culpable como tu...
Me observa con rostro inocente sonrisa diplomática que irradia seguridad. De no haberlo visto con mis propios ojos, podría dudar de su culpabilidad. Siendo honesta conmigo misma sin esa cinta en mi móvil, hasta lo dudaría de lo que vi.
— La imagen que he proyectado estos dos años es de una mujer débil de carácter e influenciable. Moldeable y débil, que se ha dejado manipular por el mejor.
Connor se dirige a la cama sentándose en mitad de ella. Insiste en que le de las pruebas de su infidelidad, mientras yo deseo que la acepte sin ellas. Algo difícil de obtener, teniendo en cuenta que la naturaleza del infiel es negarlo así tengan las pruebas frente a él.
Se supone que se aman y solo están esperando sacarle a Justin una buena tajada de su fortuna tras el divorcio. Presumo que negar todo es por protección hacia ese dinero, no porque se sienta culpable de algo o tema perderme.
—¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a ser la de antes?
Niego encogiéndome de hombros dirigiendo mis pasos al cuarto de donde retiro el juego de maletas que traje al llegar a ese apartamento. Nada de lo que haga me hará volver a ser la de antes, lastimosamente no hay manera de borrar de mi mente la traición de ambos.
—Resulta que me gusta esta mujer de hoy —confieso sin verle a los ojos. —no me interesa volver a ese punto deprimente en donde eras el amante perfecto y yo la sumisa.
Lanzo la primera maleta a la cama me dirijo de nuevo al cuarto cuando siento sus manos en mi cintura. La sola idea de que me acaricie como lo vi hacerlo con Keira me asquea. Retiro con violencia las manos de mi cuerpo, el Connor que conozco jamás hubiera rogado por que le creyera.

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infieles
Romansa¿Qué harías si un buen día descubres que tu esposo, te es infiel y que la coprotagonista de esta historia es tu mejor amiga? Sí. Tu mejor amiga, aquella con la has compartido buenos y malos momentos, la misma que quiso casarse el mismo día que tú lo...