part 4. la push

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"voy a hacer de este don mi condena,

no me digas que no debo"

(c tangana)




- ¿De qué querías hablar?

- ¿Qué son los Cullen?

Robert la miró con sorpresa. Sabía que su sobrina era una mujer inteligente y perceptiva, pero no esperaba que fuera a sospechar tan prontamente.

- No sé a que te refieres.

- Sí, que lo sabes. Yo no soy Tommy, tío - le advirtió - Me gusta analizar a las personas, y sabes que siempre se me ha dado bien distinguir quienes son humanas de las que no lo son. Y sé que esa familia es de todo menos humana. ¿Qué son?

- No vayas a casa - fue su respuesta - En la siguiente calle gira a la derecha. Iremos a La Push. Allí te darán las respuestas.

Lo miró durante unos segundos con el ceño fruncido antes de obedecer. Giró a su señal y se adentraron con el coche por uno de los senderos del bosque. Notó a su tío sentarse automáticamente, y relajarse varios minutos después, cuando visualizaron una cabaña de madera.

- Deja el coche aquí, iremos andando a partir de ahora.

Leila miraba a su alrededor, curiosa. El bosque seguía siendo el mismo, pero tenía la extraña sensación de que había un aura duferente.

- ¿Has llamado tú a Natalie? - preguntó entonces, intentando distraer sus sentidos de todo eso.

- No. Ha venido ella porque quiso.

- ¿Se quedará?

- Por la maleta que trajo me parece que sí - sonrió - Una temporada bien larga.

Chaqueó la lengua pero no dijo nada.

- ¿No quieres?

- La última vez que nos vimos las cosas no terminaron muy bien entre nosotras - respondió segundos después, mientras saltaba el tronco caído de un árbol - Pero una parte de mí se alegra de tenerla aquí. Sentí algo raro cuando la vi, ¿sabes? Al principio creí que eran nervios pero... No sé, cuando veníamos en el coche lo iba pensando y... Me parece que eran celos. Pero es imposible, ¿no? ¿Por qué iba a sentir celos? - su tío no respondió - Voy a terminar por volverme loca, te lo juro.

El hombre iba a invtervenir en aquel momento cuando una voz le interrumpió. La pelinegra levantó la cabeza justo a tiempo para ver a un grupo de chicos, muy morenos y semidesnudos, caminando hacia ellos. Frunció el ceno mientras analizaba los movimientos de cada uno de ellos.

- ¡Sam! - el recién nombrado fue el único que continuó avanzando hasta abrazarse a Robert, que correspondió al gesto con alegría.

A Leila le recorrió un escalofrío y decidió que, aquel hombre, no era de su agrado.

- Esta es mi sobrina, Leila - Robert se hizo a un lado para que toda la atención se centrara en ella. Ignoró la mano extendida del supuesto Sam, y se limitó a inclinar ligeramente la cabeza - ¿Está Billy? Tenemos que hablar con él.

- Os llevaré hasta su casa.

Leila pudo sentir la mirada de todos aquellos chicos fija en ella, pero agradeció que ninguno de ellos se acercara a hablar con ella.

- Aquí es.

- ¿Tú no entras? - Robert parecía extrañado.

- Esperaremos fuera.

La pelinegra podía notar que su tío quería indagar más en el motivo de porque no entraban, pero este no lo hizo.

Mejor, pensó. Estaba empezando a resultarle verdaderamente molesta la presencia de ese hombre.

La hija de la Luna {Rosalie Hale}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora