part 5. algo peor

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"hoy, que ha salido el sol, me acuerdo de ti

pero sé que no puedes venir"

(amaia romero)

- Gracias por traernos, preciosa.

Tommy bajó del coche con rapidez, dejando a Leila y Natalie en un incómodo silencio.

- ¿Podemos hablar hoy por la tarde? Pasaré a por ti después de comer.

- ¿Y Tommy?

- Dijo que ya se buscaría el modo de volver a casa.

Leila maldijo a su mellizo una y mil veces antes de suspirar y asentir. Cuanto antes tuviera aquella incómoda conversación que Natalie se empeñaba en tener, antes se podría librar de ella.

- De acuerdo, hablaremos.

Sin darle oportunidad a que dijera nada más se bajó del coche y esperó a que arrancara y desapareciera antes de avanzar hacia el edificio. Su hermano la esperaba en las escaleras con una brillante sonrisa, a tan sólo unos metros de la familia Cullen.

Si Tommy pensaba que Leila se detendría para hablar con él, estaba muy equivocado. La pelinegra pasó de largo sin lanzarle una mísera mirada, y al chico no le quedó más remedio que apurar el paso para alcanzarla.

- ¿Te has enfadado?

- ¿Tú que crees? - se detuvo con los brazos cruzados y cara de pocos amigos - ¿Tanto te costaba estar de mi lado por una vez?

- Oh, luna, no seas tan dramática. Sólo quiero que habléis. Me pidió que os dejara un tiempo a solas y yo...

- Me hicisteis una encerrona, Tomás - el recién nombrado hizo una mueca al escuchar su nombre completo salir de los labios de su hermana.

- ¿Por qué no quieres hablar con ella? Al fin y al cabo para eso ha venido, ¿no? - se encogió ligeramente de hombros.

Leila se limitó a sacudir la cabeza. No quería hablar del tema con él, pero ahora tendría que enfrentarse a una conversación con Natalie que le habría gustado retrasar lo máximo posible.

- Nos vemos en la cafetería - se despidió sin apenas mirarle, rodeándolo para poder avanzar hacia el interior.

Su primera clase aquel día era Química avanzada. No le sorprendió entrar y ver que la rubia ya ocupaba su lugar.

La miró durante todo el camino, desde que entró en clase hasta que se dejó caer a su lado, pero la chica en ningún momento levantó la mirada.

Mejor así

Ni 5 minutos habían pasado desde el inicio de la clase, y Leila ya podía sentir una molesta presión crecer en su pecho. Al principio no le concedió importancia, pero terminó llevándose la mano a la altura del corazón, donde sintió su latir tan lento como de costumbre.

Cerró los ojos durante unos segundos, como tratando de adivinar de donde venía toda aquella molestia, pero no encontraba una explicación lógica para ello. Era como si, de pronto, se sintiera tan enfadada que todo aquel enfado se estuviera acumulando en su pecho.

Fue entonces cuando se giró hacia Rosalie, que mantenía la mirada en el frente y la mandíbula fuertemente apretada.

La rubia, siendo cada vez más consciente del malestar de su compañera, se giró, por primera desde que esta había entrado, para mirarla.

Cuando sus orbes doradas entraron en contacto con las perlas azules de Leila, el enfado se disipó casi de inmediato. La palidez en su rostro y la mano sobre su pecho le hicieron saber que algo no iba bien, y el enfado dio paso a la preocupación.

La hija de la Luna {Rosalie Hale}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora