part 6. mucho de que hablar

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"y a cada paso me parece

que ya no puedo alejarme ni quiero"

(Ede)




- ¿Cómo que no sabes dónde está?

- Estábamos hablando, empezamos a discutir y salió de casa.

- ¿Hace cuánto de eso?

- Unas... Cinco horas. Más o menos. Seis tal vez.

- ¿Hace 5 horas que no sabes nada de ella y no se te ha ocurrido llamarme antes? ¿Sabes lo peligroso que puede ser que esté sola por ahí?

Robert y Natalie discutían a voz en grito mientras Tommy los observaba dando vueltas en el salón. Había intentado llamar a su melliza por lo menos una veintena de veces, pero esta no respondía a sus llamadas. Llevaba sin hacerlo toda la tarde.

Robert había ido a buscarlo a casa de los Cullen para preguntarle si sabía algo de Leila, pero este no tenía noticias de ella desde que la había visto salir del instituto.

Se había marchado con su tío para buscarla, dejando a la familia Cullen, y más concreamente a una rubia, bastante preocupada.

Los vampiros, por su parte, habían salido a recorrer el bosque en busca de la pelinegra, pero esta parecía haber sido tragada por la tierra. No había rastro de ella.

Tommy, al principio, no se había preocupado excesivamente. Sabía que su hermana solía desaparecer durante un par de horas para buscar un poco de paz y tranquilidad. Pero ahora que veía que no respondía sus llamadas, estaba empezando a molestarse.

- Iré a La Push a ver si está allí, aunque lo dudo - Robert salió del comedor con decisión, siendo seguido muy de cerca por Tommy.

- Voy contigo - anunció este último.

- No, tú te quedas aquí. Y me avisas si viene.

- No me voy a quedar de brazos cruzados si mi hermana está ahí fuera corriendo algún peligro.

- Tommy... - Robert suspiró - Tu hermana no corre ningún peligro. Tiene poder suficiente para defenderse.

- ¿Entonces qué es lo que te preocupa? ¿Cuál es el problema?

Robert suspiró. Miró a Natalie y a Tommy varias veces antes de dirigir la vista al cielo donde, a través de la ventana, se veía la luna brillar bien alto.

- El problema es ella misma.



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Leila había salido de casa terriblemente enfadada con Natalie. La conversación, que había empezado de una forma bastante pausada, fue ganando intensidad hasta que la pelinegra había terminado por irse.

Furiosa, se adentró entre los árboles sin un rumbo fijo. Caminó y caminó, alejándose cada vez más de su casa.

Terminó arrodillada frente al tronco de un árbol, donde se dejó caer, apoyando la cabeza contra el mismo. El tiempo dejó de pasar para ella y, como si se hubiera quedado sumida en un duerme vela, dejó de ser consciente de lo que la rodeaba.

Cuando abrió los ojos descubrió que la noche había caído sobre ella. Alzó la vista al cielo y observó que la luna llena brillaba más fuerte que nunca.

Y entonces se maldijo a sí misma por salir tan aceleradamente de casa. Por quedarse en el bosque. Por perder la noción del tiempo. Y, sobretodo, por no tomarse lo que todas las noches de luna llena debía tomarse.

La hija de la Luna {Rosalie Hale}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora