4 años después
Conduzco con tranquilidad por la calles en las que crecí, el aire se siente fresco a comparación del de la ciudad. Mi mente está ansiosa y mi corazón también, se que en algún momento me lo encontrare y no tengo apuro por hacerlo.
Detengo la camioneta frente a una casa vieja alejada de la zona céntrica del pueblo, bajo de un salto y dejo caer mi cabeza en la ventana de la camioneta una vez la cierro. El aire es realmente agradable, estamos en pleno otoño así que el olor a humedad combinado con el aroma de la naturaleza me llena de tranquilidad.
Mi vida solo va mejorando, pienso con una leve sonrisa en mi rostro.
Camino hasta sacar la llave de la casa de mi bolsillo y después la abro, mis ojos recorren el viejo lugar: muebles de madera, un para de sillones cafés y un tapiz cubriendo el verdadero color de esas desgastadas paredes.
Había mucho que hacer, que cambiar y me gustaba, en el centro de ayuda donde viví dos años me enseñó a ser paciente y siempre ver el lado positivo. No siempre tenía los mejores días pero mis nudillos había dejado de estar rojos y cuando algo se salía de control no me largaba a llorar o golpear cosas o personas, tampoco buscaba a quien culpar.
Claro que había ocasiones en las que la tranquilidad me invadía tarde pero ya no parecía una bomba a punto de explotar en cualquier situación.
Veo las cajas de mudanza esparcidas de forma estratégica para dejar el camino libre, se supone que tendrían que haber llegado hace una semana al igual que yo pero las cosas no salieron así. La solicitud de trabajo que envié para dar clases en donde yo lleve secundaria me puso paranoico así que tuve que pasar una semana llendo y viniendo de con mi psicólogo para tratar de controlar esos malos pensamientos.
La luz que entraba era la suficiente pensé subiendo las escaleras, frente a estas estaba un ventanal enorme que dejaba a la luz los secretos que el bosque y el cielo ocultaban llenándome de emoción, la vista sería hermosa por las noches.
Como niño pequeño recorrí una vez más el lugar, la planta de arriba tenía tres habitaciones y dos baños, la de abajo solo trasaba por las paredes la división de una cocina, sala, baño y estudio de tamaño normal para una familia de cuatro personas pero demasiado grande para mí.
Baje las cosas personales que llevaba en la camioneta y dejé las cajas en el pórtico me senté en los escalones de este cuando una pequeña gota de agua golpeó mi mejilla y sintiendo ese familiar sentimiento, recordándolo y extrañando deje que la lluvia me mojara.
Los recuerdos de la primera ves que lo vi llegaron a mi.
Un joven de mejillas pálidas y una gran sonrisa en el rostro me saludo en cuanto abrí las puertas de esa panadería, recuerdo aspirar con fuerza el aroma sintiendo mi estómago removerse, mis pasos resuenan por el lugar hasta que me siento. De pies a cabeza el agua escurría de mi pero al joven no le molesto que dejaron un rastro de mis pasos en la panadería.
El sonido de la lluvia cabalgaba cada rincón del pueblo y mis estornudos comenzaron cuando el camarero pidió mi orden.
No le preste atención ya que solo le daba mi orden a la señora Shin y él volvió a hablar.
- Ten - pronunció tan suave que por un momento pensé que había alucinado. Pero su mano extendida a mi con un pañuelo negaron mi pensamiento.
- Anda tómalo. Lo de siempre ¿verdad? - pregunto
Yo alce la ceja y respondió.
- Tal ves tú no me habías notado - comenzó diciendo rascando su cabeza en el proceso - soy nuevo aquí - hablo aclarando su garganta - mi nombre es Kihyun y seré el nuevo camarero de "Sweet days" La señora Shin dijo que eras un cliente fijo así que me instruyó con las órdenes - finalizó
Cuando se dio la vuelta sin darme tiempo a responder me puse de pie y tomando su mano dejando caer el pañuelo.
- No lo necesito... Y tampoco te pedí explicación, ten una buena noche. - solté grosero huyendo de lugar.
El sonido de mi teléfono me trajo a la realidad lo saque de la chamarra que traía puesta y sonreí a leer el número de la clínica.
- Kyun eres un cabronazo, como se te ocurre decirle al doctor Chae que no quería gelatina. Sabes que yo amo su gelatina - el bufido y después el largo suspiro de Jooheon me hacen soltar una carcajada.
- Vamos Jooheon a qué estuvo bueno mi regalo de despedida -
Si algo que había obtenido en ese lugar aparte de calma era una familia, en realidad era solo Jooheon de mi misma edad con los mismos transtornos pero con la diferencia que él estaba más perdido, su vida había sido mala desde que nació así que había optado por callar sus problemas con alcohol y una que otra sustancia ilegal.
Nos conocimos el segundo año que yo llevaba ahí, para él era su tercer intento en cambiar su vida y lo había logrado. Dentro de un mes saldría de la clínica y vendría a vivir conmigo. Éramos como hermanos, casi gemelos, los dos sin ningún familiar, los dos sin saber quién nos había dado la vida, los dos un tanto sueltos de los tornillos y los dos con secretos que aprendíamos aún a digerir.
- No, no lo estuvo. Sabes cuánto me cuesta hacer que el doctor me de una extra y tú picando culo para que no me de nada. - bufido tras bufido.
No tenía idea como de ser un monstruo se volvía un nene.
- O vamos que más esperabas. No te iba a besar si eso querías. -
La risa de los dos sale casi al mismo tiempo y aún coversando con él entro y salgo de la casa metiendo las pocas cajas que traje yo.
Tiempo después la luz del sol es sustituido por la de la luna y me despido de él, haciéndole la promesa que Hyungwon hará solo una gelatina para él.
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Rain (Changki)
Tiểu Thuyết ChungChangkyun regresa después de pasar dos años en rehabilitacion para saber controlar su ira y otros dos en la ciudad para adaptarse a la sociedad. Recuerdos que el no pensaba tener comienzan a invadirlo y aquel romance que tuvo con ese bello hombre qu...