Capítulo 10

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Las lágrimas ruedan por mis mejillas, y por más que trato de contenerlas no puedo, fui tan tonta, cómo iba a pensar que para él significaría mucho más que un beso, cómo iba a pensar que él iba a tener los mismos sentimientos que yo. Debí haberme apartado, no debí aceptar el beso, por dios soy tan débil, tan tonta.

Pero él te salvo.

Me salvo de un dolor físico para sumergirme en uno interno.

Unos golpes en la puerta hacen que me pare de mi cama secando las lágrimas rápidamente, no quiero que nadie me vea llorando por un idiota.

Abro y veo a Caro con unas bolsas en sus manos y una sonrisa de esquina a esquina, pero su semblante decae cuando sus ojos viajan a mi rostro.

Mi madre le tiene tanta confianza a Caro que le dio una copia de las llaves de nuestra casa para que cuando ella quisiera entrara como perro por su casa, y la verdad a mi no me molesta más bien me alegra que ella esté aquí así tendré un hombro donde llora y desahogarme sin ser juzgada.

Mierda mi cara, no me he mirado en el espejo desde que llegue, ¿qué van a pensar mis padres?

No quiero entrar en detalles con ellos de por qué no fui a la policía o al hospital.

—Rae, ¿qué vergas te paso? —Caro me mira horrorizada—Pasa—la jalo por la muñeca para que entre a mi cuarto, y le cuento todo hasta lo de Adriel y por más que traté de contener las lágrimas en ese momento no pude no sé si mi dolor interno se mezclo con las heridas superficiales pero realmente quería… Realmente quería desahogarme y llorar a ver si así mi corazón dejaba de doler.

Sé que soy tonta es el primer chico que me gusta.

Me duele pensar que después de besarme y actuar como si no hubiera sido nada, yo con solo eso me destruí. Soy desgraciadamente débil.

Y no es mi primer beso, mi primer beso lo di en primer año de secundaria gracias a un reto de Caro y después claro que bese a más chicos como a dos o tres, pero solo llegábamos a besarnos y no a nada serio. Pero lo que me molesta más es que con ninguno había sentido lo que sentí cuando besé a Adriel.

Todo esto es muy nuevo para mí.

No sé cuánto tiempo duré llorando sobre el regazo de Caro, pero siento que ya las lágrimas se me acabaron, yo me siento y ella me dedica una sonrisa de boca cerrada.

Por primera vez después de que llegue hoy a mi casa me digno a verme en el espejo.

Tengo un morado que se está formando en mi pómulo derecho y mi nariz esta roja e hinchada, ahora cómo le explico a mis padres esto.

Caro parece notar mi preocupación y se levanta y se coloca detrás de mi mirándonos a ambas atreves del espejo— No te preocupes eso no es nada que el maquillaje no pueda ocultar— ella me dedica una sonrisa tierna— ¿Que te parce si olvidamos esto de la manera tradicional?

— ¿Con mucho alcohol para emborracharnos y luego no recordar nada?

—Hmm… Muy tentador la verdad, pero solo traje helado, dulces y películas.

— ¿Es entonces al estilo cliché?

—Sí, podría decirse que si—Caro suelta una pequeña risita—Iré abajo a preparar todo.

Después de 20 minutos estamos en mi habitación sentadas en el piso con un monto de almohadas y potes de helados junto a muchos dulces.

— Después de esto comenzare a ir a la iglesia todos los domingos lo juro—Caro es el tipo de personas masoquistas que no le gusta ver películas de terror pero aún así las escoge para todas nuestras pijamas—Caro es malo jurar.

Tecla a Tecla (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora