capítulo 32

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Rachell Bail.

Entre dormida y despierta busco con mi brazo a Adriel en la cama pero no lo siento, por instinto abro los ojos y efectivamente no está a mi lado.

Escucho agua caer del lavabo del baño y supongo que está allí, así que me vuelvo acostar pero sin dormirme.

Cuando lo veo salir del baño no puedo evitar morder mi labio inferior.

¿Todo eso me lo como yo?

Siiiiiiii, él es mío y yo de él.

Mi novio, sale completamente desnudo del baño, con la cara mojada y su cabello todo desordenado, me mira y sonríe pícaramente haciendo notar eso hoyuelos que siempre me han fascinado...

Dios estoy muy enamorada de él.

— Podría acostumbrarme a verte así querido novio— él se sube a la cama y comienza gatear hasta donde me encuentro.

— Pues acostumbrate porque siempre lo harás— dice quedando ya sobre mí.

— ¿Segundo Round?— él solo sonríe y comienza a besarme.

Nunca me dejarán de gustar sus besos, nunca me dejará de gustar estar junto a él, nunca dejaré de amarlo.

Yo intensifico más el beso ya que quiero demostrarle que no es solo lujuria, sino que en medio y por encima de la perversión reina mi amor por él.

No me vayan a juzgar por favor, cuando se enamoren me entenderán.

El amor distorsiona, hace ver lo malo como bueno y lo bueno en adicción.

Cuando te enamoras, sientes que nadie es mejor que él, comienzas a ver sus imperfecciones cómo las cosas más hermosas que has visto en tu vida, quieres tenerlo junto a ti siempre, te imaginas toda una vida pero con él a tu lado, y te sientes súper rara cuando él no está.

Y realmente es como tu otra mitad... Te complementa, sientes que te llena ese vacío que has cargado por años y que creías que nadie llenaría.

Y simplemente te das de cuenta de que lo amas.

Él abre los ojos y me mira de manera penetrante.

— Yo también te amo Rachell— dice sobre mis labios y vuelve a besarme.

Me besa pero no de manera pasional si no lento y con cariño.

Pero como yo siempre tengo una nube de sal en mi cabeza,  nos tenemos que separar porque tocan la puerta.

— ¿Quién?— pregunta Adriel de mala gana.

— Soy yo Caro, ¿podría hablar con Rachell Por favor?

Yo giro mis ojos, no comprendo a Carolina por lo que hizo hoy, quería matarla, pero al final de todo estamos en su casa sería de muy mal gusto estar en su hogar y no hablarle.

— Ya voy— digo mientras Adriel cae a mi lado y bufea.

— No tardes— dice tomando mi mano.

— No tardaré tranquilo.

Salgo de la cama y me coloco lo primero que encuentro, que es un shorts y la camisa de Adriel.

Abro y Caro me mira con ojos de cachorritos.

— ¿Rae podemos hablar?— yo me cruzo de brazos.

— Siempre podemos hablar— ella expresa una gran sonrisa en su rostro, y me jala por el brazo.

— Hablemos mientras te muestro la casa completa.

Siendo casi que arrastrada por Caro, comenzamos a caminar por la enorme casa de playa.

Tecla a Tecla (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora