Win Opas, hijo de un magnate empresario en Tailandia es secuestrado. Él sólo quería ser normal, vida normal, amigos, colegio..novia.
Todo cambia cuando producto de este secuestro su padre decide contratarle a un guardaespaldas y él se niega...
¿Qué...
El camino fue silencioso. él manejaba mientras yo intentaba disimular mirando por la ventana, pero sabía que cada cierto tiempo me miraba por el espejo retrovisor.
Honestamente, hoy odiaba a mi padre, a mi familia y a mi vida. Quería gritar por mi mala suerte, pero no sacaba nada. Al fin y al cabo, entendía el por qué de la decisión de mi padre.
Solté un suspiro profundo, resignado a mi nula suerte, cuando al fin tocaba la libertad, la vida me golpeaba en el rostro y me la arrebataba.
- ¿Sucede algo, Win? – pregunta mirándome por el espejo retrovisor.
- No, nada, lo siento... - dije resignado.
- Intentaré mantener mi distancia si prometes portarte bien – dijo con una sonrisa que prometía hacerme tiritar las piernas.
- Gracias, de verdad te lo agradecería. Esto ya es jodido – mordí mi labio y miré a través de la ventana nuevamente.
Al llegar, él estacionó el auto, tomé mis cosas y caminamos hacia el interior. Luego me detuve pensando en algo ¿Me iba a seguir a todos lados? ¿Me va a acompañar a clases? Porque p'Eed nunca hizo eso.
Me volteé lentamente hacia él y lo miré de reojo.
- Dime – dijo y yo me sorprendí, hasta lee mi mente, pensé.
- Ehhhh – me rasqué la nuca- quería saber dónde me vas a estar esperando para buscarte a la salida.
- Buena jugada- sonrió, casi causándome un infarto, este tipo es de cuidado, podría agravar mi salud – pero seré tu sombra de ser posible.
- ¿Cómo que...? Espera, ¿me vas a acompañar a todas partes acaso? ¿Y mi vida social? – llevé una mano a mi pacho tratando de sonar herido, tal vez le removía la conciencia.
- Así es, Win, seré tu sombra – se acercó hasta quedar a escasos centímetros, casi quedé sin respiración.
- ¿Qué sucede? – dije intentando un paso atrás, pero él me tomó del brazo.
- No quieres que nadie escuche lo que te diré – dijo casi susurrando y yo imaginando un sinfín de escenarios, quería llorar en ese momento.
- Dime, te escucho – dime medio soberbio, que no notara lo que me sucedía tan solo con su cercanía.
- Tu padre ordenó que no me despegara de ti, pero ya te dije, si eres buen chico, mantendré cierta distancia, sobre todo por, ya sabes... las chicas – mis ojos se abrieron de la impresión.
- Claro, las chicas – dije conteniendo mi risa.
Caminamos hasta llegar a mi sala de clases. Los chicos estaban esperándome, cuando los vi me acordé que debía contarles lo sucedido. Pero ¿Cómo les cuento de Bright sin sentir... vergüenza? Quería morir, pero son mis amigos, ellos van a entenderme y me van apoyar.
- Jajajajaja – la risa estruendosa de JJ hizo que todos se giraran a vernos en el comedor, quería que la tierra me tragara.
- No es chistoso – dije bajando la cabeza.
- Winni, bebé, realmente nos asustaste. Pensamos lo peor, pero... ¿en serio? ¿guardaespaldas?
- ¿Qué les digo? esto es atroz, mi vida recién inicia y lo tengo a él siguiéndome los talones todo el día. Estoy acabado – dije de manera dramática mientras agarraba mi cabeza con ambas manos.
- No seas dramático – dijo Gun mirando a lo lejos donde se encontraba Bright – si yo tuviera un guardaespaldas así, lo dejo hasta que me espose – me guiñó el ojo y no pude evitar sonrojarme, creo que hasta la imagen cruzó mi mente.
- No seas idiota, Win está esperando alguien genial, alguien que le mueva el piso – JJ hablaba de manera inspirada.
- Él dijo que mantendría la distancia y veo que sí lo hace – pero a decir verdad eso no me estaba gustando – dijo que era... por las chicas.
Los tres me miraron con la incredulidad que los caracterizaba, me conocían perfectamente. Sin que yo nunca se los hubiese confesado, ellos ya lo sabían.
- Si te gusta alguna me avisas – dijo JJ guiñándome el ojo. Todos reímos.
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Las clases iniciaban, era la última y ya quería irme. Iríamos a comer helado al centro comercial antes de ir a casa con los chicos a planificar mi tan ansiada fiesta de cumpleaños.
Al llegar la gente me miraba y yo empecé a sentirme incómodo.
- ¿Qué mierda está pasando? – pregunté a los chicos.
- Ah, verás, Winni... tú saliste en las noticias – dijo Prim. Mi boca se abrió y cerró varias veces, intentando decir algo, pero nada salió.
De pronto, un escalofrío recorrió mi espalda, su aliento en mi nuca hizo que mi piel se erizara.
- Si quieres te llevo a casa, compra el helado y nos vamos, no te sientas incómodo – Bright susurraba.
Sólo atiné a asentir con la cabeza y apoyó su mano en mi espalda. Justo ahí, mi piel ardió.
Los chicos seguían hablando y al parecer nadie se dio cuenta. Caminamos y compramos helados de varios sabores y nos fuimos a casa.
Subieron a mi habitación, mientras yo me subía a una silla en la cocina para sacar los platos de postre cuando de pronto todo giró, cerré los ojos esperando azotarme contra el suelo, pero no pasó.
Unos fuertes brazos me recibieron y sus ojos coincidieron con los míos.
- Te tengo – dijo.
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