Él, mi guardaespaldas

Capítulo 7

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Su respiración en mi rostro, yo de espaldas al piso esta vez y Bright sobre mi cuerpo, protegiéndome, ambos mojados... así no se puede pensar. Con el disparo me cubrió más con su cuerpo, su respiración rápida, su nariz rozando la mía.

Mi corazón casi se salía de mi pecho.

En ese momento, sacó su mano de mi boca, que la había puesto para callarme pues se sentían pasos en el pasillo. Alguien golpeó la puerta.

Yo lo tenía agarrado de su ropa, que estaba empapada. Se movió para ponerse de pie. Yo lo afirmaba más no quería que saliera a ver ¿Y si hay un asesino afuera?

- Debo ver quien llama – dice en susurro con su arma en la mano.

- ¿Cómo se te ocurre? ¿Y si es un asesino?

- Win, un asesino no toca la puerta – Buen punto, pensé.

Se puso de pie y me ayudó a levantarme, aún seguía demasiado asustado.

Fue hasta la puerta y al abrirla, nos encontramos con que era uno de los guardias de la casa que venía a avisar que ya podíamos salir.

- Primero debemos cambiarnos – le dije Bright, ambos nos íbamos a enfermar a este paso.

- Ve tú primero, yo esperaré aquí hasta que ya estes listo.

- Ah no, tú vienes a cambiarte eso, llevamos mucho tiempo mojados y no voy a permitir que por mi culpa te pesques un resfrío – lo agarré de la mano y lo empujé al baño, le pasé una toalla – te duchas y mientras busco ropa seca.

- Puedo ir a mi habitación después a cambiarme, necesito ver qué fue lo que pasó, ir con los demás...

- No, tú te cambias primero, además te recuerdo que eres mi guardaespaldas, no el encargado de seguridad de la casa, así que, hazme caso y vamos a ver qué pasa luego.

Mientras escuchaba la ducha y fantaseaba en como Bright se bañaba y el agua tibia mojaba su piel, respiré profundo, me di una pequeña cachetada mental y fui a buscarle ropa.

Cuando ya tenía escogida su ropa y la mía, sentí como la puerta del baño se abría, yo aún seguía medio desnudo con la ropa mojada, y la imagen que me dio fue la mejor de esta vida y, seguramente de todas las que tendré.

Venía con la toalla envuelta en la cintura, su cuerpo aún húmedo, con las gotas rebeldes que osaban resbalar por su cuerpo tan sexy. Quería recordar como respirar en ese momento, pero creo que una burbuja de aire entró en mi cuerpo, porque no podía pensar, respirar y hasta creo que mi corazón se saltó unos cuantos latidos.

Debería ser ilegal tener un guardaespaldas así y yo, tan virgen, esto no es justo. Aquí Dios, llévame esta noche, si ha de ser una batalla que sea cuerpo a cuerpo.

Mientras intentaba conectar a mis estúpidas neuronas, él se me queda viendo y yo babeando y saboreándome esa musculatura.

- ¿Vas a quedarte sentado ahí más tiempo? Te vas a enfermar, es mejor que te bañes ya mismo.

Dicho esto ¡se sacó la toalla de la cintura! ¡Repito, se la sacó! Y yo no hice otra cosa más que voltearme, quién me manda a ser tan puro.

- No tengo ropa interior aquí, mientras me pondré esto y luego me cambiaré cuando ya sepamos que pasó afuera, ahí iré por mi ropa y te devolveré la tuya.

- No, espera – como pude y tapándome la vista periférica, comencé a caminar como cangrejo, de lado, mirando la muralla, hasta mi closet, saqué ropa interior nueva y con los ojos cerrados extendí mi mano.