IX. Alan

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Ya había pasado más de un mes desde la última carta de Doreen. A pesar de que apenas y habían intercambiado cartas por un par de días, Alan había comenzado a tomarle cariño a la chica. Le alegraba ya casi no mirar a la ventana esperando que hubiera correspondencia. Ese aumento en su ritmo cardíaco, al ver que el buzón estaba lleno, ya casi desaparecía. Y con el detenimiento abrupto de esas cartas había llegado también una mejora en su relación con Rima. Todo en su vida parecía ir bien. El estreno de Robin Hood le había sentado demasiado bien, también. A pesar de que no lo admitiría en público, le gustaba que el Sheriff de Nottingham hubiera sido mejor recibido que el mismo protagonista.

Había logrado convencerse, también, de que Doreen fue sólo un invento de su imaginación. Estaba claramente estresado por el camino que llevaba su relación, además de los tantos proyectos simultáneos que estaba realizando. Seguramente los años también comenzaban a tomarle factura, y el cansancio, juntado con la edad y el estrés, podía llegar a ser muy malo. No quedaba de otra más que pensar que Doreen había sido alguna clase de alucinación.

Haniel, el cartero, ya ni siquiera se había aparecido, y era otra razón para confirmar sus sospechas de alucinaciones. Alan tuvo que preguntarle a Richard cuál era la razón de que él no le entregara correspondencia y tuvo, incluso, la osadía de preguntarle si había enfermado o algo por el estilo. La respuesta de Richard fue simple pero lo conmovió: "¿De qué hablas Alan? No había pasado por este rumbo debido a que hubo un cambio en mi ruta por un compañero que sí enfermó, pero nunca había escuchado ese nombre y el departamento de correos es demasiado tacaño como para contratar a alguien más, por solo un par de días".

No había más dudas después de eso. Anotó mentalmente el acudir a un doctor en caso de que volviera a alucinar algo.

Fue en una tarde de junio, sin embargo, al regresar de visitar a su hermana Sheila y a su familia, cuando se llevó la sorpresa de que, en efecto, no eran alucinaciones.

—¡Buenos días, señor Rickman!

El chico de piel morena y voz melodiosa le saludó de la misma manera en que lo había hecho la primera vez. Alan comenzó a sentir la cabeza pesada y podía jurar que escuchaba su propio corazón latir.

—¿Se encuentra bien? —preguntó el muchacho, con un tono consternado.— No se ve muy bien...

Alan tuvo que apoyarse en el hombro del muchacho. Haniel era un chico demasiado delgado, Alan podía sentir los huesos de sus hombros, y sin embargo, Haniel lo abrazó con un brazo y lo ayudó a entrar a su hogar.

—Sabe, señor Rickman, debería considerar tomarse un pequeño descanso. —Alan siguió apoyado en el chico hasta poder sentarse en el sofá, se medio recostó y puso su brazo derecho de manera que le cubría los ojos.

—Le dejaré su carta en ésta mesa, ¿de acuerdo? —Alan sabía que se refería a la mesa al lado del sofá. —Descanse, señor Rickman. Cuando se sienta mejor podrá responderle a la señorita MacFayden.

Alan no escuchó la puerta abrirse, no siquiera le había dado la llave a Haniel para que la abriera. ¿Cómo carajos entró? Cuando sintió que su corazón se calmó un poco, se enderezó y rápidamente fue a abrir la carta que Haniel le había traído.

Efectivamente, era de Doreen.

30 de junio de 2021.

Queridísimo Alan:

De verdad, miles de disculpas por mi tardanza, permíteme, por favor, explicarte la razón de mi respuesta tardía.

El día que te envié mi última carta, justo unos minutos después, recibí una llamada de mi hermano Daniel, para avisarme que mi papá estaba batallando demasiado para respirar y que lo llevarían en taxi al hospital, debido a que, como sabrás, el metro de Londres tiene demasiadas escaleras y obviamente no podría bajar todos esos escalones. Tomé enseguida mis llaves y manejé hasta Londres, al hospital donde Daniel había llevado a mi papá. Él y mi madre estaban esperando afuera del hospital, no podían entrar debido a la situación de COVID. Los doctores nos pidieron regresar a casa y nos prometieron llamarnos para informarnos todo lo que le pasara a mi papá, así que nos fuimos. Llamaron al celular de mi hermano media hora después, nos avisaron que le habían hecho una prueba de antígenos que mi padre había salido positivo a COVID.

Words (Alan Rickman) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora