Detallitos

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Giro lentamente con los vellos de la nuca erizados y sudando frío, un pitbull con apariencia de usar esteroides gruñe y muestra sus dientes, trago el nudo de mi garganta, doy un paso atrás y avanza gruñendo  fuerte, intento no emitir ningún sonido...

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Giro lentamente con los vellos de la nuca erizados y sudando frío, un pitbull con apariencia de usar esteroides gruñe y muestra sus dientes, trago el nudo de mi garganta, doy un paso atrás y avanza gruñendo fuerte, intento no emitir ningún sonido ni de moverme.

<si no me muevo, no me ve>

¡Eso aplica en los dinosaurios!

<me hago la muerta>

¡Es para osos! ¡No seas idiota!

< tampoco ayudas la verdad> reclamo, callo conciencia al verlo caminar. Con una velocidad que estoy desconociendo corro como alma que lleva el Caronte, escucho las pisas y ladridos que asustan todavía más. Logro divisar un árbol, trepo en el cómo mono lastimándome las manos, una presión aparece y desaparece en la misma velocidad al estar arriba. Veo abajo, salta y gruñe, viéndome a los ojos < nuevo trauma desbloqueado>, asustada, trato de sacar mi móvil del bolso, pero no siento nada, toco mi espalda y me doy cuenta de que no tengo nadita de peso.

Los ladridos del pitbull me aturden y todo o que ha pasado hoy, provocan una migraña. Masajeo mis sienes tratando de apaciguarlo, analizo el entorno y estoy a una cuadra y media de llegar, si bajo y corro tan rápido como pueda, apenas toque tierra se me viene encima.

< lo mejor es quedarme aquí a que se canse> veo el cielo y el sol se está a punto de ocultarse, dando me a entender que casi son las seis< me mata él o mama, y prefiero al esteroide canino> sus ladridos se vuelve incesantes molestándome.

— ¡cállate pulgoso!— bramo.

Unos minutos pasan y noto como alguien se acerca, entrecierro los ojos enfocando e inclinándome un poco adelante. Llega y le pone la corre, llama mi atención, es el bolso que tiene.

— ¿ese no es mi...? – no mido bien y con ayuda de la nieve resbalo cayendo sobre un arbusto, el golpe seco hace vibrar todo mi cuerpo entumeciéndolo en el acto, chillo por el impacto y volteo apoyando la espalda en el piso, abro los ojos y veo borroso debido a las lágrimas y pedacitos de nieve, una silueta que intenta ayudarme; sin embargo, el hocico queda a centímetros de mi cara, asustado retrasado chocando con el árbol. El chico jala la correa y le hace señas de que se siente, obedece y queda inmóvil en su sitio.

<Te odio perro>.

Se acerca y me carga estilo nupcial, dejo caer mi cabeza en su pecho suspirando agotada, levanto la cara para agradecer su ayuda, aunque las palabras mueren en mi boca a ver que es Cooper. Abro los ojos como platos asombrada.

— bájame, por favor – lo hace, deja una mano en mi cintura por si caigo, quedamos así unos minutos hasta que siento que puedo estar de pie.

Me alejo y extiende mi mochila – gracias – la tomo, asiente y se marcha con su perro, quedo unos segundos viéndolos alejarse y mi cabeza conecta algo. < ¿Por qué le di las gracias, si por su descuido me persiguieron?> bufo molesta, ando cojeando y con frío, insulto a cualquier cosa, incluso a los vecinos.

< cuando los necesitas no están, pero es un chisme y viene hasta la prensa>.

Abro la puerta y entro a la sala, lo primero que me recibe es a mi papá y primo viéndome atónitos y después destornillarse de la risa, mama sale de la cocina secándose las manos y ve a su primogénita, se tapa la boca y su cara se torna rojo tomate.

— ni una palabra sobre estos – gruño, tratan de aguantar, pero no pueden. Ruedo los ojos, subo las escaleras y entro a mi cantor serrando con un portazo. Voy al espejo y lo que refleja ni las películas de terror. El cabello lleno de ramitas y hojas, ropa sucia y rasgadas las mangas de mi suéter, me acercó poco y hay varios mini rasguños en la casa.

Me saco toda la ropa y entro al baño a una ducha express. Salgo y me visto con un short viejo y un top, me siento en la cama y saco todo lo que pueda de la cabeza. Cojo un peine e intento desenredar la maraña, pero queda atascado más de una vez, frustrada, lo lanzo lejos y me acuesto. Al tocar la almohada todo el cansancio de estos últimos tres días y más lo de hoy cobran factura, durmiéndome en el acto.

( ... )

— Hathor – me sacuden —Hathor, Hathor despierta – giro dando la espalda para que dejen de molestar – ¡Hathor! – despierto, asustada, viendo a los lados, mama está con los brazos cruzados, viéndome mal. — niña creí que habías muerto o entrado en coma – dramatiza.

Blanqueo los ojos, < después dice que soy dramática por papa>. De repente deja su drama y me ve asustada, sin entender, veo que está fija en mi cuerpo y hago igual, un grito muere en mi boca al notarlo, pequeños morados se ve en mi brazo derecho, pero lo que llama más la atención es el enorme cardenal cerca de mi hombro, saco el cobertor y mi pierna con cardenales grades, pero igual de morados verdoso, respiro hondo y aprieto los ojos del dolor, veo y mi costilla está en las mismas.

La veo alarmada y sin decirme nada sale volando de mi habitación, preocupada, cojeo al espejo y lo que refleja es horrible, la parte derecha de mi cuerpo está todo lleno de hematomas y unos que otros en la parte baja de la izquierda, el dolor que se apodera de todo mi cuerpo.

Se fue la adrenalina, te dolerá incluso el alma.

Hago un puchero, al escuchar eso. Grito asustada cuando la puerta es azotada y me cargan como princesa, veo la preocupación en los ojos de papa y me deja sobre la cama con absoluta delicadeza, siento unos brazitos rodean mi cuello dejando besitos en la frente, mama se arrodilla y aplica unas cremas analgésicas en las zonas afectadas.

— me vas diciendo ya, nombre – exige Seth con la cara roja y los nudillos blancos.

Aquí la pregunta del millón de dólares < ¿Cómo le dices a tu familia que todo es por culpa de un perro? Y además te crean> ustedes no saben, pues yo menos. Me quejo del dolor al sentir presión en la pierna.

— habla – gruñe mama.

Suspiro y les cuento todo lo que paso, desde detención al perro, al inicio no me creían y casi me torturan para decir la verdad, aunque si pude.

— voy a matarlo – asegura papa. Mama lo sienta apenas para

— no seas imbécil Hermes, ni siquiera sabes quien es – acota.

Bueno, hay un pequeño detalle, pequeñísimo que omití, a que era Cooper. Refunfuña cuál niño chiquito, pero se queda quieto, mi primo entra con unas pizzas que pidieron y con aurora detrás de él con las bebidas, las dejan en la cama y mama se ocupa de repartir todo y papa de servir, ellos dos se sientan en el piso recostándose en la cama mientras nosotras en la cama.

Pasamos un rato agradable, reímos y hablamos de cualquier cosa, aurora hace magia con mi cabello junto mama y los otros juegan con los videojuegos de Seth. Después de unas horas nos tenemos que acostar, Seth es el primero, en irse seguido por mama.

— mi pequeña diosa, mañana hacemos un spa, ¿sí?, aprovechando que es fin – asiento feliz, sonríe – ok, vámonos pequeña rubia – niega y se esconde detrás de mí.

— quiero quédame con Hathor, seré su enfermera – nos vemos con una sonrisa y acepta.

— está bien, buenas noches, princesita – deja beso en la frente.— recupérate mi diosita – hace lo mismo.

— buenas noches, papi – coreamos, nos lanza un beso y cierra la puerta.

— ok pequeña enfermera, durmamos o mañana despertaremos zombis – se revuelca en las colchas riéndose por las cosquillas, me detengo y nos arropó, se pega y la envuelvo en un abrazo pegándola más. 

Perro que no ladra, si muerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora