Un chico + una chica = amigos
Amigos + sentimientos = novios.
Una suma cotidiana, en la vida normal de un adolescente.
Pero como yo y nada a mi alrededor es normal, significa que soy la suma de muchas cosas.
Para explicarte mejor, pongamos en una li...
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Abro la puerta y me hago a un lado dejándolos pasar con él.— déjenlo en la sala, después lo subo – indico cerrando la puerta.
— eres una mimada y malcriada.
Agarro una sombrilla de la entrada y la pego dejándolo en el piso quejándose, pongo mi pie en su estómago presionando – no lo vuelvas a decir si no quieres una contusión cerebral – amenazo con dureza.
— ok, entendido, quita el pie, por favor – súplica.
Lo quito y me acomodo al lado de papa en el sofá. — ¿Qué piensas hacer con eso, diosita? – cuestiona.
— no sé, pensaré en algo más tarde. — asiente – si mal no me acuerdo tengo unos sprays para pintar pelo, ¿lo hacemos?.
— claro que sí.
Subo a mi cuarto y entro yendo directo al baño, busco en los cajones revolviendo las cosas, doy con ellas y las cojo junto a otras cositas, salgo y dejo todo en a cama, tomo un vestido veraniego del armario y me cambio.
Tomo las cosas y bajo, al final de las escaleras veo como están charlando animadamente, me agacho y avanzo sigilosa para asustarlos, en cambio, término asqueada al escuchar la conversación.
— mi primera vez fue con dulce. — confiesa.
— ¿su maestra de primaria? – asiente, me apoyo en la espalda del mueble y tapo mi boca cuanto siento las arcadas.
< ella nos lleva cuarenta años. ¡Su hijo mayor tiene treinta y cinco años!>
Nosotras jurando que el friki era virgen.
<no, qué asco, está más arrugada que pasa en vinagre>.
— ¿pero hace cuanto fue eso?
— dos años.
Eso da el fatality a mi cordura y creando un nuevo trauma, saco las bandas depilatorias y de un salto los interrumpo pegándoles a una en las cejas, pegan un brinco asustados cayendo al piso.
— ¡loca de mierda! – brama tocándose el pecho. Aprieto los labios conteniendo la risa.
— hija de tu mamá.
— ni modo, si no me pariste tú.
Bufan hastiados, fruncen el ceño al darse cuenta de que tiene algo, tocan la banda y me ven con un auténtico pánico.
— ¿Qué hiciste?.— veo mis uñas haciéndome la loca- contesta.
— unas cosas que le enseñaran no generarme traumas – se miran entre sí, sin comprender – es una venganza por escuchar lo que hiciste con la señora dulce.
Respira hondo – esto me parece ridículo, es mi problema, no el tuyo. Soy yo el que la perdió y decidí con quien quería, solo estás siendo igual de infantil con algo que no es tu asunto. — reclama serio y sin una pizca de estar jugando.