Prólogo

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Iluminación tenue y ambiente romántico, luces rojas, o quizá azules

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Iluminación tenue y ambiente romántico, luces rojas, o quizá azules... Mejor de un suave tono purpura. Sí, ese color se vería bien, iluminando la nívea piel de Jimin, posicionado en cuatro con su exquisito culo a su disposición.

Abriendo sus piernas para dejarle colocarse tras su cuerpo, curveando su espalda para mostrar su rosada entrada con mayor facilidad y separando con sus pequeñas manos sus nalgas por la misma razón.

Solía cerrar los ojos, masajeando su pene por la gratificante escena que corría por su mente, mientras el pequeño omega dormía a su lado. Esa, era otra de sus fantasías, masturbarse justo al lado de su hermano.

Era sucio y puede que repulsivo también. Pero ni una pizca de arrepentimiento recorría por su cuerpo, era solo placer, lujuria y pecado.

Se lo imaginaba meneando su trasero de un lado a otro, rozando su duro miembro hasta que este se colara entre sus nalgas y lo dejara empapado en su dulce esencia.

Delicioso, con el aroma a frambuesa y chicle mezclándose perfectamente con el suyo a petricor y madera, convirtiéndose en un uno y al mismo tiempo mezclándose con el olor a sexo, a pecado.

Y mordía sus labios con fuerza, obligándose a callar los gruñidos de placer que tanto deseaba poder soltar justo en el oído del pequeño omega. Abría sus ojos y miraba a Jimin, acostado de medio lado, con su mejilla estripada por la almohada y sus rechonchos labios levantados en un bonito puchero. Le miraba hasta que terminaba por venirse en su mano.

Tener fantasías sexuales es muy común, o eso quería creer Yoongi. Sin embargo, era consciente de que las suyas eran, quizá por mucho, oscuras. Había intentado tener unas cuantas parejas, e incluso algunas con las que solo sería sexo casual, pero a menudo, incluso en relaciones "significativas", le resultaba difícil compartir sus fantasías.

Eso hasta que Yuqi coincidió con él.

Una hermosa beta de rostro inocente pero de mente enferma, un poco, para no decir que mucho, pervertida. Era perversa, con tendencias sexuales que eran consideradas socialmente negativas o inmorales, aquellas fantasías que se alejaban de "lo normal".

¿Pero quién era él para juzgarla? Él había estado fantaseado con el pequeño omega, aquel que era el hijo de la mujer con la que su padre se ha casado, y que por ende es su hermano.

Tenía dieciséis años cuando su padre llegó con la noticia de que ahora tendría una madre y un pequeño hermano. La conexión que había tenido con aquel pequeño niño fue increíble, pero cuando Jimin cumplió los trece años y se presentó como omega, el lobo de Yoongi, quien era casi ausente, uno aburrido y ajeno a lo que le rodeaba, levantó sus orejas y meneó su cola, olisqueando en el aire con curiosidad y, casi de inmediato, maravillándose con el delicioso aroma que inundaba sus fosas nasales.

Y, aunque su cercanía no cambió tanto, las cosas no fueron iguales desde aquel día.

Yuqi escondía su insaciable ser al igual que él, eso hasta que se conocieron. Estaba encantado con la tranquilidad y libertad con la que podían hablar de su sexualidad, sin embargo, Yoongi escondía algunas aún, esas oscuras fantasías que ni él mismo quería admitir en voz alta.

El alfa había aprendido a lidiar con eso, con esas tremendas ganas de romper a Jimin, a su pequeño hermano, a aquel omega que desprendía tan deliciosa esencia y se atrevía a marcarle con ella. Incluso intentaba negar aquello o simplemente ignorarlo, pero Yuqi parecía tener otros planes.

Para Yuqi, ver a Jimin sacar sus pequeños colmillos y gruñirle cuando se acercaba al alfa, le ponía, ver la cercanía que el par de hermanos tenía, le prendía de una manera inimaginable, tanto que ella misma se sorprendía de su reacción.

Esos toques y caricias sin segundas intenciones aumentaban el libido de Yuqi, y llegó a fantasear con ver a su novio follarse a aquel omega de inocente apariencia, deseaba de forma desesperada escuchar a su novio gemir por el tanto placer que le provocaba hundir su gran pene, duro y a punto de explotar, en el estrecho culo que, suponía, el omega debía tener.

Quería ver su rostro contraerse de placer, su piel cubierta por una delgada y brillante capa de sudor mientras con sus largos dedos tomaba del cuello al omega que chillaba de dolor y placer al mismo tiempo.

Y lo creía tan enfermo que llegaba al punto de considerarlo un trastorno.

Y es que ver a Jimin entre las piernas de Yoongi, con tranquilidad mientras este se dedicaba a dejar sutiles caricias en aquellos gruesos muslos, solo la hacía sentir un desenfrenado placer que la estimulaba de pies a cabeza, satisfecha por entregarse a ello con avidez.

No dejaría pasar aquella oportunidad, porque ella era fiel creyente de aquel refrán que le animaba a arriesgarse.

—¿Jugamos? —preguntó al fin.

No le importaba, ni siquiera tenía intención de detenerse a pensar si aquello era una fantasía sexual o sería catalogado como un trastorno, era consiente de cuánta energía invertía en construir aquellas fantasías y como aquello podría ser un problema, pero no importaba.

Solo quería saciar su sed, y claro que lo haría.





...


No me voy a poner a corregir nada, así que ignorar las faltas ortográficas, juju

Trastorno (Yoonmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora