Tres horas habían pasado ya, Yoongi se encontraba en los brazos de la beta, hundido en un ambiente deprimente, sorbiendo por su nariz por haber llorado, con sus ojos y nariz rojos por la misma razón.
Yuqi estaba más que sorprendida por el actuar de su novio. Normalmente Yoongi se mostraba temible, con el porte que caracterizaba a un alfa dominante como él lo era, siempre un gesto antipático bien plantado en su rostro, reacio a cualquier contacto con otra persona; sin embargo, ahora mismo parecía un cachorro asustado y deprimido.
No sabía si reírse, gritar de ternura y estrujar sus delgadas mejillas, o ponerse a llorar a su lado.
Suspiró con compasión, se hacía responsable de lo que había pasado. Su novio le había advertido que Jimin era un chico difícil, que debía dejarle todo a él, pero ella, siendo impulsiva y ansiosa, no pudo esperar. Ella quería conocer a aquel chico que tanto hacía suspirar a su novio, a su cuñado.
—Lo lamento mucho, Yoon, no era mi intención darte problemas con Mimi.
Gruñó molesto y se separó de su novia, sorprendiéndola. —No le digas así, solo yo puedo hacerlo —soltó un sonoro suspiro y se levantó de su cama—. Además, te he dicho que no puedes llamarme del mismo modo que Jimin lo hace, te dije que no me gusta y a él tampoco le gustaría, aun así, desobedeciste.
La beta sonrió con gracia e ironía, al parecer el alfa triste que necesitaba llorar en los brazos de su novia, como un cachorro en busca de su madre o padre omega, había desaparecido.
—Hablaré con Jimin, le explicaré las cosas, hubo un malentendido, ya sabes que no soy buena con las palabras.
El alfa se acercó al gran ventanal, mirando la ventana de su hermano y el balcón que unía sus habitaciones, encontrando la cortina cerrada cuando usualmente estaba abierta. Admitía deleitarse con la desnudes de su hermano algunas veces y también admitía no sentirse ni un poco arrepentido.
—No creo que eso le agrade —dijo tras unos segundos—, no le gusta que nadie entre a su habitación, ya sabes, cosas de omegas territoriales.
—¡Pero yo soy Yuqi! —vociferó, alzando su puño y sonriendo— ¡Ya verás! ¡Yuqi al rescate! —la beta corrió con sus pies descalzos, salió de su habitación y se dirigió a la de Jimin.
En su lugar, Yoongi metió sus manos en sus bolsillos y no pudo evitar sonreír por las infantiles ocurrencias de su novia, quién se imaginaria que en su cabeza se paseaban extrañas fantasías sexuales.
Jimin estaba envuelto en sus sabanas, gimiendo gustoso de vez en cuando por el aroma de su hermano que aún se sentía en sus sabanas, se encontraba tan triste que lo único que lo hacía sentirse un poco mejor era aspirar aquel delicioso aroma que lo hacía sentir en casa, pero este, que siempre le hacía olvidarse de todo, parecía no ser suficiente. Jimin necesitaba más, Jimin quería al alfa a su lado, envolviéndolo en sus brazos y dejándole restregarse en su cuello.
Dos toques se escucharon en su puerta e inmediatamente asomó su cabeza por entre las sábanas, agudizó sus sentidos, aspirando en el aire para saber si era de su hermano quien se tratase.
—Ush, es la beta esa —murmuró en conclusión al no encontrar ningún aroma.
—¡Jimin, entraré! —avisó y entró.
El omega chilló entre sus sabanas, con sus cabellos erizados y mostrando sus colmillos.
Yuqi tuvo que cerrar los ojos y suspirar para controlar sus impulsos de tirarse sobre el omega y decirle que todo estaría bien, abrazarle y besarle en la frente. Aquel chico le gruñía, estaba incomodo con su presencia, pero la beta no podía hacer más que enternecerse por como el omega se mostraba, con sus mejillas, nariz y ojos teñidos de rojo, su naricita arrugada y sus colmitos afuera.
Era una atrevida, no iba a negarlo. Pero no quería dejar a su novio sufriendo por el malentendido que ella misma había generado por ir en contra de lo que se le había advertido. Se acercó con pasos lentos, precavida a cualquier movimiento del omega y se detuvo una vez estuvo frente su cama.
—¿Puedo? —pidió.
Por alguna extraña razón la chica no le daba desconfianza, todo lo que sentían eran celos. Todas las ganas que tenía de jalarle del cabello y hacerla sacada de su casa, habían desaparecido.
«Quizá era porque estoy triste», pensó Jimin.
La miró con sus ojos entrecerrados y asintió, confundido por su falta de desconfianza en la chica, su lobo no parecía tan reacio a su presencia. —¿Qué quieres?
—Bueno, creo que la he cagado —admitió avergonzada—, he dicho cosas que se pueden malentender y debo explicarlo.
Sonrió, tratando de hacer al chico ceder.
Jimin suspiró rendido y apartó las sábanas. —Hazlo.
—Es cierto cuando dije que Yoongi me advirtió, pero ahora sé que se escuchó mal —bajó la mirada a sus manos, sintiéndose nerviosa por la mirada recriminatoria del omega sobre ella—. Él nunca habló mal de ti, él parecía no querer presentarnos pero todo esto para no hacerte sentir incomodo.
Hubo un pequeño silencio en el que Yuqi tomó aire, sintiéndose asfixiada, solo quería arreglar la situación que había provocado.
—Dijo que él quería darte tiempo para acostumbrarte a que él tuviera novia, no quería que te sintieras desplazado o algo así.
Jimin puchereó y sus ojos se cristalizaron, se sentía impotente, no podía entender el dolor de su pecho ni el porqué su omega aullaba y aruñaba en su interior, quería correr, gritar y llorar hasta que el dolor desapareciera.
—Yoongi te ama, Jimin —dijo con cariño, tomando las pequeñas manos del omega—. Te ama tanto que había estado planeando como decirte sin hacerte daño con ello, te ama tanto que siempre que salimos piensa en ti y compra algo para traerte, siempre te tiene presente Jimin, y eso nunca va a cambiar.
—Sé que me ama —dijo con dolor, sintiendo de repente que aquel amor no era suficiente, que quería más— y yo también a él, pero me comporté como un idiota dramático.
Apartó sus manos y se levantó de su cama, dejando a la vista sus gruesos muslos que eran apenas cubiertos por un ajustado bóxer negro, y un gran camisón del mismo color. Yuqi abrió sus ojos, y apartó la mirada de aquel respingado trasero.
Jimin corrió su cortina y puchereó cuando miró a Yoongi sentado en la orilla de su cama, con su cabeza gacha, mirando sus pálidas y grandes manos. —Sí soy horrible, él que lo ha lastimado he sido yo.
Abrió su ventana y se dirigió corriendo a la habitación de su hermano, abriendo también su ventana para poder ingresar. El alfa levantó la mirada, dejándole ver sus mejillas empapadas y sus ojos rojos al igual que su pequeña nariz.
—¡Perdóname tú a mí, Gigi! —sollozó Jimin, sentándose a horcajadas en su hermano.
Yoongi le escuchó llorar y lamentarse, le abrazó por la cintura y ladeó su cabeza, como de costumbre, dejándole restregarse en su cuello mientras él se dedicaba a soltar feromonas para tranquilizarlo.
—No te preocupes, Mimi, es mi culpa.
Y era extraño para Yuqi, que no dejaba de sorprenderse por la forma en la que su novio se comportaba, tan diferente. Miraba embelesada a los hermanos, Jimin sobre Yoongi, con el omega restregándose en su cuello y gimiendo suavecito mientras él acariciaba su espalda y piernas.
¿Estaba Jimin en bóxer sobre su hermano, restregándose en su cuello y gimiendo gustoso por ello mientras recibía caricias?
Dios, los más oscuros pensamientos de Yuqi salieron a flote, sintiéndose cohibida y queriendo ver más de aquello. Sonrió y mordió sus labios para evitar chillar de emoción.
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Trastorno (Yoonmin +18)
Diversos☑ | ¿Hasta qué punto una fantasía sexual podría considerarse un trastorno? Era sucio y puede que repulsivo también, pero ni una pizca de arrepentimiento se asomaba por su mente, había solo placer, lujuria y pecado. Tener fantasías sexuales es muy co...