Capítulo 11: "Pasión, pecado y lujuria"

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No sabía con exactitud cómo actuar frente a su hermano después de aquella situación, ¿debería hacer como si nada de aquello hubiese pasado? Se preguntó y recriminó luego de hacerlo, ¿acaso importaba eso cuando su hermano estaba en una maldita camilla? Era probable que una vez que despertara ni siquiera recordara nada, y aunque eso le preocupaba, le pesaba más el hecho de que recordara todo, desde la cercanía sin límites hasta la discusión.

Limpió sus lágrimas y se recompuso en la incómoda silla de la sala de espera. Hace un par de horas que el doctor le había sacado de la habitación, salió enfadado, pero lo único que importaba era el bienestar de Yoongi. El médico insistió en que de ser el caso de que su hermano tuviese alguna conmoción cerebral, lo mejor era darle su espacio para recordar.

Suspiró por milésima vez, fastidiado por la espera. A su lado, Yuqi mordía sus uñas y eso solo le sacaba de quicio.

—Yuqi, ya basta, por favor —dijo en tono suave pero determinado—. Me estresa verte de esa manera.

Su cuñada alejó sus manos de su boca de forma apresurada, mirando estas con mal gesto. —Dios, había dejado este hábito hacía años ya.

Estuvo a punto de responder alguna grosería, como que a él en realidad no le importaban cuales hábitos había dejado o no; sin embargo, al ver al médico acercarse, le pareció más importante preguntar por el estado de Yoongi, que el hablar sobre el hábito de la novia de su hermano.

Se levantó con prisa, seguido de él se levantó Yuqi, ambos con gestos de preocupación que hicieron sonreír al médico.

—Pueden pasar, todo en su cabeza está bien —quiso tranquilizar el médico, pero aquello solo provocó en Jimin una ansiedad que le torturaba lentamente.

...

Lo odiaba.

Jimin veía desde su lugar a Yuqi llorar mientras Yoongi le acariciaba la cabeza y espalda en un jodido intento de tranquilizarla, mientras él era cruelmente ignorado.

Asco, era lo que transmitía el gesto que tenía bien plantado en su rostro, sin intención de siquiera disimularlo. Había estado comportándose como un animal salvaje, pero se contenía, lo ultimo que quería era perturbar el estado de su hermano, pero deseaba lanzarse sobre la pobre Yuqi y jalarle del cabello hasta arrancárselo. 

Había estado maquinando cualquier reacción de Yoongi, intentando anticiparse y así prevenir cualquier mal comentario de su parte. Sin embargo, el que Yoongi le ignorara no estaba en sus planes.

—Dice el médico que tus recuerdos están intactos, ¿es así? —inquirió hastiado de la escena, mirando con sus ojos entrecerrados y su ceño fruncido en un claro malestar.

Yoongi carraspeó y asintió sin mirarle. Claro que recordaba todo, lo bien que se sintió tener a Jimin sobre sus muslos, meneándose en un exquisito vaivén que hacía a sus miembros rozar. Recordar el rostro de placer del pequeño Jimin lo hacía casi suspirar y el recordar todo aquello le hacía mal.

Desde su lugar, Jimin sonrió satisfecho. Aunque Yoongi intentara negarlo, el aroma de excitación que desprendía le dejaba saber bien que aquello lo disfrutó al igual que él. Desprendió sus feromonas también, en una silenciosa confesión, gritándole que disfrutó también de aquello.

La beta carraspeó con una pequeña sonrisa de placer por ser conocedora de la tensión que les rodeaba a pesar de no poder tomar las feromonas, separó su cuerpo del de Yoongi y le dejó un casto beso en la frente para luego levantarse y dirigirse a donde el omega le veía con disgusto. 

—Tengo cosas que hacer, Jiminie —canturreó su nombre de modo que le hizo enfadar aún si esa no era su intención—. Cuídale por mí, ¡chau Yoongi, te veo mañana!

Trastorno (Yoonmin +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora