Con el corazón latiendo desesperado en su pecho, Jimin se detuvo frente a la puerta que le separaba de su hermano. Levantó su rostro y aspiró en el aire, reprimiendo un gemido gustoso que amenazaba con salir escandalosamente por el exquisito aroma a madera y petricor. Parecía costumbre, desde hace una semana que se detiene antes de entrar a la habitación, donde su hermano se encontraba postrado en la camilla, para aspirar el aroma a alfa, su alfa.
Sí, su alfa.
Existían los llamados destinados, todo el mundo decía que aquello era un mito, porque aunque se supiera de ellos no se conocía una pareja de destinados desde hace más de cien años.
Los libros dicen que los destinados tienen un lazo inquebrantable, un lazo que existe desde incluso antes de que naces. Un lazo tejido a mano por la mismísima Dios Luna, quién sabía de ti y de tu pareja aún si ni siquiera estabas en los planes de tus padres. Se dice que tú lo reconoces de inmediato, que tu lobo aúlla y menea su cola, con sus orejas en alto mientras reconoce a su pareja. Pero tanto tiempo había pasado ya desde la última pareja destinada, que no se sabía bien como se sentía el encontrarla.
No sabía si lo que sentía era exactamente lo que se decía en esos libros, no sabía con exactitud si Min Yoongi era su pareja destinada, esa que la Diosa Luna quería para él.
¿Pero acaso importaba?
Él le quería, de eso no hay duda. Y cuando se puso a analizar su sentir concluyó en que siempre fue el mismo sentimiento, él sabía que Yoongi sería su pareja, su alfa; no importaba si debía ir en contra de la palabra de su madre ni de ni de su padre, porque él desesperadamente lucharía por su alfa e iría con todo.
Yoongi sonrió cuando le reconoció tras la puerta, e igual que Jimin, levantó su nariz y olfateó en el aire la pequeña oleada de frambuesa y chicle, y se permitió ronronear gustosamente, aceptando el placer, tanto de su lado lobuno como el humano.
Comenzaba a hacerlo, a aceptarlo. Porque por mucho tiempo se lo negó y puso muchas excusas para evadir su sentir, hasta que luego resumió todo eso en "Jimin es mi Omega y nada importa más que eso". Y tal vez, verse al borde de la muerte fue lo que le empujó a ello.
Finalmente, pasaron pocos segundos cuando vio a Jimin pasar por la puerta, vistiendo aquel short blanco que le había regalado un día cualquiera. Se vería precioso, sus gruesos muslos estaban a la vista y él solo deseaba besarle todo el cuerpo.
Negó, dando un último vistazo para luego apartar la mirada y mantener su cordura en alto. Aún si sus ojos querían ver el regordete trasero de Jimin cuando este se volteó para dejar en la cómoda frente a su camilla las cosas que traía.
—Por fin te han dado de alta —dijo emocionado, mirándole y sonriendo de tal manera que sus ojos desaparecían—. Irás a casa hoy, justo la última noche que estaremos solos, ya que mamá y papá llegan mañana.
Su estómago se revolvió, "mamá y papá llegan mañana", no quería, no, porque ese mes pasó rápido y había muchas cosas que quería hacer y con sus padres en casa no podría, además, que tenía que enfrentarles.
Un mes, había pasado un mes... —¡Oh por Dios, Mimi! ¡En dos días es tu cumpleaños!
Las mejillas de Jimin se sonrojaron y sonrió tímido, ese día en especial le ponían bastante atención. Estaba realmente emocionado y el olor dulzón en el aire lo delataba.
—¿Algo que se te apetezca de regalo? —inquirió Yoongi.
Jimin en su lugar, ensanchó su sonrisa y sus mejillas se tiñeron de un rojo más intenso, se acercó a Yoongi y estuvo tan cerca que le hizo jadear.
—¿Preguntas qué quiero, hyung? —canturreó coqueto, en un suave susurro sobre sus labios que erizó la piel del alfa. Se alejó un poco solo para dirigir sus labios a la oreja de este, dónde mordió suave el lóbulo para luego añadir: —Quiero que metas tu polla tan profundo en mi culo, que me comas entero y me hagas llorar tu nombre.
Era peligroso, porque a pesar de haber fantaseado tanto con meter su grande y gruesa polla en Jimin hasta romperle y hacerle chillar, nunca creyó que aquello fuera posible. Pero ahora el omega estaba ahí, soltando feromonas que lo hacían ronronear y endurecer, justo en ese momento se preguntaba quién era la victima, porque él siempre había visto a Jimin como su victima, pero justo ahora parecía lo contrarió.
La humedad de la saliva se esparció por su cuello, en un lento recorrido que le torturaba de a poco, Jimin mordisqueó su cuello y se apartó.
Efímero. Así se sentía todo con Jimin y eso solo le desesperaba, deseaba con desespero que Jimin se quedara allí, en su cuello, chupando e incluso mordiendo, aún si eso era mal visto de parte de un omega hacia un alfa.
—En fin, hyung... —sonrió luego de dejar un casto beso en su frente— ven, te ayudo a levantarte.
Asintió hastiado, Jimin parecía solo jugar con él, y en su estado no podía hacer más que intentar ocultar su erección y dejarse mover por Jimin.
El camino a casa fue largo, así lo sintió él cuando por diez minutos Jimin se entretuvo acariciando su muslo, subiendo peligrosamente para luego bajar rápido a su rodilla, ¿por qué no solo acariciaba su jodido pene de una buena vez? ¡Porque estaba jugando, él lo sabía!
Se sentía como un anciano, solo le hacía falta la andadera y ya podía ir por su primer pago de pensión por invalidez. Jimin le pidió ayuda al taxista, y el beta encantado le ayudó, tomándole por la cadera y dejándole justo en la puerta de la casa.
—No le sonrías así —gruñó con molestia.
Jimin ensanchó su sonrisa, ignorando sus quejas. —¡Hasta luego, Niki, nos vemos luego! —levantó su mano y se despidió.
—¡No vuelvas a recogernos! —vociferó Yoongi, sacando sus colmillos cuando el beta se despedía.
—Lo asustaste —dijo lo evidente, mirando con poca gracia como su nuevo no-amigo corría con prisa para subir a su auto—. No te conocía tan celoso, Yoonie.
—¡No estoy celoso, Jimin! ¡Solo no seas tan descarado de estarle coqueteando en mi rostro!
Jimin reprimió una sonrisa y suspiró, volteándose sobre sus talones para abrir la puerta.
—Oh, Yoongi, me divertiré mucho contigo.
—¿Por qué eso suena como amenaza? —inquirió con temor, frunciendo su ceño y tragando pesado cuando finalmente la puerta se abrió, tal parecía que Jimin se había estado divirtiendo, pues la casa no olía más que a excitación.
...
¡Llegamos a las mil vistas!
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Trastorno (Yoonmin +18)
Rastgele☑ | ¿Hasta qué punto una fantasía sexual podría considerarse un trastorno? Era sucio y puede que repulsivo también, pero ni una pizca de arrepentimiento se asomaba por su mente, había solo placer, lujuria y pecado. Tener fantasías sexuales es muy co...