Yo quería

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El amor parecía que se moría tras esa pantalla, tras las puertas de esa habitación donde la tenían, tras ese café virtual que olía a café real y antojaba a los operarios a beberlo. El amor parecía morirse porque en El Triángulo estaban prohibidas las vinculaciones entre compañeros de trabajo; sin embargo, el amor surgía, algunas parejas optaban por amarse solo en sus fantasías, otros lo hacían en la realidad a oscuras y muchos de esos, llegaron donde mí para borrarles el anillo de luz y los datos digitales de su vinculación para no ser descubiertos.

Los que eligieron mis servicios, nunca fueron descubiertos, yo cobraba caro, pero les ofrecía el 90% de confiabilidad, no les daba el cien solo porque ningún sistema se puede considerar 100% confiable, más yo estaba seguro que no serían descubiertos. No siendo el caso de los que acudían a técnicos y aprendices que les cobraban mucho menos, pero en la mayoría de los casos, por no decir todos, fracasaban. Luego de rechazar mis ofertas, tenía que verlos llorar cuando El director mandaba a alguno de los implicados de viaje, el otro regularmente era enviado años después.

Mi padre solía contarme estas historias cuando me hablaba del poder de la vinculación, recién en las tierras han notado esto y ellos lo llaman 'almas gemelas', un término muy curioso para ese tipo de parejas, que habiéndose vinculado en este planeta, o en otros quizás, desconozco cómo funciona en otras partes de los universos, se reencuentran en otras vidas por medio de 'casualidades', casi siempre por medio del arte: en una canción, en una poesía, en un libro... (eso que poco tenemos acá en físico como era antes, ahora todos los libros son digitales).

Mientras pensaba en ello, de repente noté algo extraño, Lena detuvo su mirada en un punto fijo y no era hacia Káramo, no era hacia 'los maestros', que son los operarios encargados de viajar con ella y devolver la información del proceso al director.

¿A dónde miras, Lena?

Entonces una pantalla se encendió a mi lado, haciéndome brincar del susto. Las pantallas de los operarios mostraban a Lena mirando a otra pantalla que me mostraba... a... mí...???

Me estaba viendo, El director me había detectado, por medio de esa pantalla ella me veía y en la pantalla que apareció a mi lado, yo la veía a ella. Empecé a respirar rápido, el pulso se me aceleró, las lágrimas me emborronaron la visión, me las limpié rápidamente para seguirla viendo, no sabía cuándo volvería a verla, me acerqué al aparato hasta tocar su imagen y descubrí que la textura era muy parecida a la de su piel, yo quería detener el tiempo en ese momento, yo quería detener el tiempo con esos ojos también enrojecidos mirándome.

Lena se cayó, se desvaneció, su cuerpo fue llevado a la cámara donde permanecería hasta que hiciera el viaje. El director era un ente benévolo con los que lo creamos, me conocía, era casi imposible que no notara que yo estaba ahí, por eso me la prestó, no me la devolvió, me la prestó durante unos segundos. Cuando apareció junto a mí no pudimos decir nada, solo nos abrazamos y yo quería detener el tiempo así abrazándonos, así eternamente, detener ese momento, un flash, una fotografía, que ella fuera mía por siempre. Yo lo quería, era lo único que quería.

Ahí percibí que no era la primera vez que "ella" se iba de mi lado, ya había pasado antes y todas esas veces deseé lo mismo, detener cada momento en que se iba, yo lo quería, era lo único que de verdad quería. Cada momento de abrazo y despedida era un flash, una foto, el director las tenía guardadas todas, las fue proyectando una a una en las paredes del ático en el que me había escondido, ella no la vio pues sus ojos permanecieron cerrados mientras me abrazaba.

Ahí se fue, se esfumó nuevamente y él le dijo: "Estás lista para el viaje". Yo quería cambiar esa realidad, quería cambiar el mundo, los mundos, los universos, las galaxias, pero estaban hechos como eran. Muy seguido me pasaba que me sentía atrapado y sin salida, que viviría, algún día moriría, que quien sabe a dónde iría, que mis allegados me llorarían y yo no tenía nada qué hacer al respecto, no podía cambiar nada. Seguido solía sentirme así aún cuando sabía que tal concepto de muerte no existe, que es una de las ilusiones bajo las que funcionan las tierras, que al morir, los humanos solo vuelven a casa, que es básicamente seguir adelante en evolución.

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