tjuesju

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Cuando se despertó le dolía la cara. No era la primera vez que se levantaba así, después de una buena llorera la cara se le hinchaba un poco y le dolían hasta las pestañas. No fue nada nuevo para él. Cuando lloraba terminaba agotado, tan cansado que ni siquiera era consciente de cuándo cerraba los ojos y sucumbía al sueño.

Pero había algo inusual aquella mañana, algo nuevo que lo hizo estremecerse pero no retroceder.

En su nido, en su lugar seguro, estaba la capa de Aleksander. Y sobre esa capa estaba él.

Se había aferrado a la capa de Aleksander toda la noche y se podía apreciar que sus lágrimas habían empapado el pelaje de oso, que ya estaba seco pero era bastante notorio. El cuerpo de Louis se retorció, inquieto. Emocionado.

Olía a Aleksander. Su nido, lamentablemente no. No había pasado el tiempo suficiente como para que el olor del alfa se mezclara y uniera al resto de olores que formaban su nido, pero al menos la pesada y cálida prenda sobre la que estaba el omega olía puramente a Aleksander.

Se alejó, sobresaltado, pero no fue muy lejos. Su corazón latió fuertemente contra sus costillas, acalorado. 

Recordó a Aleksander cuando el alfa estaba inclinado hacia él, casi podía sentir el calor corporal que desprendía el alfa como una sensación fantasmal, algo que ya no existía pero que seguía allí, sobre su piel. La forma en la que los ojos de Aleksander, oscuros y profundos, lo miraron, era algo que no podía olvidar fácilmente.

Y sin embargo el alfa lo rechazó.

Su estómago se sintió pesado. Él le había insinuado a Aleksander su deseo por pasar una noche con él, y aunque no especificaron nada con ningún detalle, el alfa lo había rechazado.

¿Louis estaría confundiendo su amabilidad con algo más?

Aleksander sólo se había abierto a él, habían hablado sobre temas profundos y el alfa le había confesado que disfrutaba de su compañía porque era sincero. El instinto de Louis, tan desesperado por dejar de estar solo, quería aferrarse a ese alfa. Aleksander no había hecho grandes cosas para ganarse la atención de Louis, y aun así la tenía.

Era como sus primos, y a la vez no.

Era tan callado como lo era Edward y sabía muchas cosas como lo hacía Marcel. Aleksander era una sombra callada, tranquila, alguien que prefería escuchar antes que hablar. No hablaba mucho, y cuando hablaba no transmitía información. Él sólo se movía por el entorno, tal vez por eso muchos se encontraban muy cómodos con su compañía y lo tomaban como un amigo.

Louis sabía que sus alfas tenían muchas habilidades, pero Aleksander había hecho algo muy sencillo que ellos no: había escuchado a Louis.

El omega intentó por todos los medios desviar la atención de ese alfa. Aleksander se había mostrado curioso por el extraño aura de tristeza que emanaba el omega en cinta de sus primos. Normalmente, los omegas en cinta solían ser muy alegres y felices, no eran criaturas deprimentes que lloraban y se lamentaban en sus nidos hasta que se dormían.

Pero Aleksander insistió, había estado insistiendo en averiguar por qué ese bonito omega estaba tan roto. Dudaba que hubiera llegado a una conclusión, pero de todas formas lo ayudó a salir de esa maldita fiesta la noche anterior.

La fiesta.

Unos golpes repiquetearon contra la pesada madera de la puerta de su habitación. Louis se sobresaltó, esta vez con más nerviosismo. Reconoció esos toques, Erika solía llamar a su puerta de esa manera y ella era la única que iba a visitarlo.

Miró a su nido, a la capa de Aleksander. Olía a cenizas y a humo. Sus pequeñas manos comenzaron  hormiguear, la yema de sus dedos picaba. Tenía que esconder esa capa de la vista de Erika, ¿qué podría pensar aquella mujer si encontraba a Louis sobre la capa del primo de sus líderes?

blåøyde omega ;; trillizos!stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora