fjorten

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Louis obedeció la sugerencia de Edward encantado. Su alfa lo subió en brazos a la habitación, se desnudaron entre pequeños besos mientras las manos de Edward lo recorrían por todas partes. Las manos de su alfa eran grandes, fuertes y ásperas por el trabajo, a Louis le volvía loco cuando Edward acariciaba la suave piel de su trasero y envolvía su culo con sus manos.

Él se había tumbado bocarriba, como había dicho, e hizo que Louis se sentara en su rostro. Louis no estaba muy seguro de hacerlo, porque tenía un severo complejo físico. No le gustaban sus muslos, ni sus caderas, tampoco su pancita y, sobre todo eso, odiaba su trasero.

Pero Edward parecía tener pensamientos demasiado contrarios a los de Louis.

El alfa movió su cabeza y se hundió hasta la nariz para lamer todo el agujero de Louis, de arriba abajo. El omega abrió la boca y jadeó, apoyándose sobre el musculoso y duro abdomen de Edward. Edward lo lamió y succionó todo el lubricante que Louis chorreó, encantado y sintiéndose en el cielo ante el glorioso sabor natural de su omega. Agarró las piernas de su omega fuertemente para abrirlas y tener más acceso mientras seguía lamiendo hambriento y Louis gimoteaba con excitación.

Rob le había dicho que podían aparearse libremente, pero les aconsejó a los hermanos que lo hicieran después del primer mes de embarazo. De mientras, ellos no perdían tiempo y siempre estaban entre las piernas Louis; lamiéndolo, abriéndolo con los dedos y dándole su propio placer.

Quien más tiempo pasaba con Louis era Marcel, el alfa siempre lo cuidaba y lo comprendía. Después de aquella descarga de placer y después de cuatro orgasmos con Edward, Louis tuvo bastante tiempo para reflexionar lo mal que se había portado con Marcel, y tan injustamente.

Le hervía la sangre con tan sólo pensar que Camille jugaba el papel de necesitar la ayuda del jefe sólo pasar tiempo con su alfa, porque Marcel era su alfa y Louis estaba cargando cachorros suyos. Sabía que Marcel no era tan ingenuo como Harry, pero también sabía que era el más educado y modesto de los tres, y temía que Camille lo arrinconara de alguna manera y Marcel no pudiera negarse a ayudarla.

"Lo he estado pensando, y me he comportado como un omega caprichoso y malagradecido contigo." Murmuró Louis, disculpándose. Marcel estaba frente a él, con una pequeña sonrisa en sus labios y con cariño en sus ojos verdes. "Lo siento mucho, no haces más que tratarme con amor y cariño y yo he sido un desconsiderado."

"No pasa nada, acepto tus disculpas, cariño." Negó Marcel. "Edward me ha contado lo de Nancy. ¿Por qué no me lo dijiste? Podría haber ido y dedicarle un par de palabras que seguro que la hacen pensárselo dos veces antes de volver a acercarse a ti."

Louis frunció los labios y bajó los ojos, arrepentido.

"No quiero caerle mal a más gente, tampoco quería agobiarte."

"Tú eres nuestro omega." Gruñó Marcel, con el ceño muy fruncido. "A la mierda la moralidad. Ni siquiera tienen por qué ser tus amigos, pero sí que deben mostrarte un mínimo de respeto y ser amables."

"Déjalo, Marcel." Pidió Louis. "No importa, en serio."

Marcel no se vio muy satisfecho con esa respuesta, pero no insistió más. Su alfa se quedó con él cuando Edward tuvo que irse por una reunión, Louis le leyó un libro a su alfa para demostrarle lo rápido que había avanzado en su aprendizaje de lectura. Marcel lo escuchó atentamente, con paciencia y con cariño en su mirada. Ellos se sentaron cerca del fuego de la chimenea que encendió Marcel.

Mientras Louis leía uno de los libros sobre embarazos que Rob le había dejado, Marcel había sentado a Louis en sus piernas. Las manos del alfa acariciaban su cintura y su vientre apenas abultado. No podía estar más emocionado con la idea de que ahí, en esa suave pancita, crecerían sus cachorros.

blåøyde omega ;; trillizos!stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora