tretti

3.9K 322 194
                                    

Aquel día era inusual en aquella época del año. Los rayos del sol eran dorados y bañaban las sábanas de un color muy semejante al del dulce caramelo.

Habían decidido dejar las cortinas recogidas y las ventanas cerradas para evitar el gélido viento. Las mantas sobre la cama olían a Louis y creaban una agradable y cálida atmósfera reconfortante cuando te acurrucabas en ellas. Edward siempre había oído rumores sobre el olor de las madres que recientemente habían dado a luz, decían que sus olores eran únicos y agradables.

Lo había comprobado, su omega olía diferente. Era una agradable mezcla entre el olor de los bebés y el suyo, un olor de lo más exótico y suave.

Louis, a su lado, había estado leyendo un libro sobre las fuertes mareas en el Océano Atlántico. Aunque había pasado un día y medio después del parto, era incapaz de moverse de la cama por el dolor y el agotamiento.

Entre los brazos de Edward, el mayor de los pequeños descansaba. Era un alfa bastante fuerte para las pocas horas de vida que tenía, los ojos los mantenía cerrados y se acurrucaba en el pecho de su padre. Erika había envuelto sus pequeñas manos con guantes de lana para que la criatura no tuviera oportunidad de arañarse por accidente.

Una preciosa sonrisa se curvó en los labios de Edward cuando el bebé emitió un pequeño y agudo gemido de protesta. Acarició la enrojecida y cálida mejilla del bebé con su pulgar, maravillado con la cría tan fuerte y hermosa que su omega le había dado.

Sería un líder tan fuerte.

El omega, que en un principio había intentado encontrarle algo de atractivo al libro sobre pesca y caza en el océano, tenía la espalda recostada en una gran y mullida almohada. Su mirada, hueca y vacía, se había perdido por algún lugar de entre las telas que descansaban sobre el mueble cerca de la ventana.

Aquel mueble donde se había agarrado tan fuertemente hasta que los nudillos se le pusieron blancos y los dedos los dejó de sentir.

Una enfermiza sensación le subió por la garganta. Tragó, inútilmente, el sentimiento fantasmal.

Ahora ese mueble estaba lleno de regalos para el futuro líder de la manada y sus hermanos.

"¿No te parece que es precioso, mi luna?" Le preguntó Edward a Louis. El omega lo miró, pero su alfa no lo miraba a él, estaba demasiado fascinado con la regordeta y pacífica carita del bebé. "Tenemos unos hijos preciosos, y muy fuertes. Mira cómo agarra, se ve que es un Styles."

Louis admiró al bebé desde su lugar. No podía sentir nada al verlo, nada que no fuera vacío. El omega no tenía muchas experiencias con otras madres, pero estaba seguro de que las madres no se sentían tan huecas por dentro al ver a sus hijos.

Cuando miró a Dacre, como habían llamado a la criatura, no pudo evitar fijarse en la forma de su nariz, en la curvatura de sus ojos que seguían cerrados y en lo rechoncho que se veía por la grasa de bebé.

Él no podía estar de acuerdo con Edward, él no veía que su hijo fuera precioso. Su madre solía decir que ningún cachorro era feo, pero Louis pensaba que su bebé lo era.

Se pregunto si de verdad él había dado a luz a ese bebé. No portaba ningún gen de su familia de sangre, esa nariz y la curvatura de esos ojos eran indiscutiblemente de la familia Styles.

Edward miró a su omega con esa sonrisa llena de ilusión haciendo relucir sus dientes. Pero Louis no le sonrió esta vez, no se molestó en esbozar una débil sonrisa para aparentar que estaba de acuerdo con su alfa aunque no lo estuviera.

No iba a darle la razón esa vez. El bebé era de todo menos precioso.

"A mí todos los bebés me parecen ranas." Le confesó Louis con aquella voz baja y tristona.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 13, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

blåøyde omega ;; trillizos!stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora