Capítulo 12

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12.


Jungkook le sonrió con una alegría que denotaba mucha falsedad a Jimin cuando se había despedido de él, hizo lo mismo con los demás vagamente, y regresó dentro de la casa una vez cerciorado de que el pelirosa entrara al auto de Hoseok. Se sintió libre por un momento, ¿no era un problema que sintiera ese alivio?

Jimin regresaría por la noche, así que tenía tiempo a solas después de mucho, la verdad era que muy pocas veces pasaban tiempo separados, empezando por que viven juntos, prosiguiendo por que estudian juntos en el mismo grupo y finalizando por que Jimin siempre quiere estar con Jungkook.

El día de ayer había sido largo y aburrido, ambos habían permanecido sin salir y en pijama, Jimin había hecho tareas y se había recostado junto a Jungkook en el sillón el resto de la tarde para ver películas; Jungkook se quedó dormido siendo abrazado por él, porque le relajaba la tranquila respiración del más bajo acariciar su oído, además, sentía que así hacía algo bien a cambio de todo lo malo. Jimin estaba siendo tan perfecto, y él no estaba valorándolo correctamente. Soñó que quien lo abrazaba era Taehyung, y su estómago se retorció de emoción al pensar que pronto lo vería.

Había despertado luego gracias a que Jimin jugó a dejar besos traviesos en su cuello, y él había perdido el juego cuando comenzó a jadear con fuerza conforme este descendía, y descendió hasta donde su travesía lo llevó, porque a Jimin le gustaba Jungkook, porque lo tenía allí, y porque lo deseaba. Así que la tarde de ayer hizo el amor con él de nuevo, ¿amor? Simplemente lo hicieron. Jungkook pudo negarse, pudo hacerlo poniendo de excusa la verdad, pero entonces su mente le tendía una innegable trampa, y lo enredaba en las sensaciones de su cuerpo con la magia de su imaginación, y entonces, de repente, quien gemía sobre si era Taehyung.

Y él no era quien se llamase valiente como para privarse de ese privilegio, disfrutaba de lo que hacían, el arte de la mente es poderoso y hacía que Taehyung regresara a su vida de la mejor forma posible, a sus brazos y desnudo; no lo conocía, y aún así lograba traerlo hasta él sin problemas. Intentaba imaginar los sonidos que soltaría si fuera él a quién tomara con fuerza de su cadera, intentaba imaginar las expresiones que haría si él fuese al que besara con pasión en su cuello, y también intentaba crearse con claridad el cómo sería de suave la piel de Taehyung bajo su tacto.

Después abría los ojos y se encontraba con Jimin. No era justo para ninguno.

Jungkook se dejó caer en el sillón de la sala <<¿lo habrá dejado todo en un recuerdo?>> seguía pensando que estaba mal por creer, pero después recordaba quién era y cuánto se había esforzado, y poco le importaba. Porque ya no podía evitar pensar en qué sería lo primero que haría al ver a Taehyung, y sonrió al cerrar sus ojos «¿debería besarlo? ¿o será eso muy apresurado? quizá sólo deba ser amable, no quiero que piense de mi que...>> Jungkook suspiró frustrado, porque estaría mintiéndose vilmente si decía que sus pensamientos no era tan sucios como sus deseos, <<entonces debería controlarme, porque podría hacerlo mío en cuando lo mirase, en serio, en serio lo haría» se olvidaría de todo y simplemente tomaría lo que pudiera a su alcance, cualquier oportunidad, porque después de todo Taehyung dijo que lo esperaría, estaría en su derecho y lo reclamaría.

Terminó por decidir que tomaría a Taehyung en cuanto lo mirara, no reprimiría sus deseos ni sus ilusiones ya que le sería casi imposible al verlo, había esperado demasiado, estaba cansado ya de lo único tener sean imaginaciones y recuerdos, no es fácil sobrevivir a base de sueños. Estaba en verdad ansioso de que viera cuánto había crecido.

Ahora que había madurado, lo único que quería era que Taehyung correspondiera sus sentimientos, aún cuando eso signifique hacer a un lado los de Jimin.

Y qué iba a saber Jungkook en ese momento, sumergido en la brumosa fantasía de sus sueños, que Taehyung estaría estrechando entre sus brazos el cuerpo de su madre al haber llegado a su viejo hogar, a donde una vez hace ocho años atrás había dejado sembradas tantas ilusiones en un niño.

No había cambiado mucho, bueno, no demasiado. Quizá ahora estaba un poco más alto, no era tan delgado como en su adolescencia y de piel bronceada. Había logrado adquirir cierto toque de masculinidad que le impedía verse del todo frágil; sus finos pero marcados rasgos se acomplejaban perfectamente a sus denotativas expresiones. Su cabello ahora era negro y rizado y le brindaba una chispa de misterio que quedaba resuelto con lo bonita que era su sonrisa. Los años solo habían acrecentado su belleza, seguía viéndose jovial y conservaba la gracia de alguien fresco. Taehyung era muy atractivo, no había duda de ello.

- ¡Estás aquí por fin, Taehyung! -no había nadie más feliz por su regreso que la mujer que le dio la vida, porque era su único hijo regresando a sus brazos completamente después de tantos años sin tenerlo -y te quedarás conmigo por un largo tiempo, ¿verdad?

- Lo haré -Taehyung sonreía, había extrañado demasiado a su madre porque era lo único que tenía en el mundo -estaré aquí contigo, yo tampoco quiero irme ya -dijo con sinceridad, y era cierto que ya no quería irse.

-¿Qué quieres decir? -la señora se apartó un poco, sólo para mirar a los ojos de su hijo con una creciente sonrisa en sus gruesos labios -¿vas a quedarte aquí? -entonces su rostro resplandecía felicidad, cubriendo su boca con sus manos debido a la impresión, cuando Taehyung asintió ante su pregunta.

-Creo que puedo trabajar aquí, y buscar un lugar, aún hay detalles, pero me gustaría quedarme -explicó Taehyung, encogiendo sus hombros.

- ¡Oh, los niños van a ponerse tan felices cuando se enteren! -el pelinegro la observó alejarse sin dejar de sonreír, pero un poco confundido cuando parecía buscar apuradamente algo a su alrededor -Cielos...cuando Jungkook se entere, ¡estará tan feliz!

Fue preciso el momento en que la sonrisa de Taehyung desapareció y formó una mueca de seriedad al escuchar lo que su madre decía, era como si se hubiese congelado por un momento al oír el nombre de Jungkook.

- ¿Jungkook? -atinó a repetir, y poco a poco la sonrisa que antes había desaparecido, se reanimó con sinceridad.

- ¡Claro! y Jimin también, mis niños siguen queriéndote tanto, han sido como mis hijos en tu ausencia -la mujer pudo encontrar su teléfono entre los cojines de uno de los sillones, sin borrar la alegría en su rostro, marcando una serie de números. Taehyung rió bajito, a su mente llegando rápidamente todos su recuerdos al lado de Jungkook y Jimin.

- ¿Me remplazaron? -bromea en cambio, sentándose en uno de los sillones y mirando ahora a su madre sostener el teléfono contra su oreja. La mujer llamaba a Jungkook, sonriendo ante la espera de que fuera contestada. Taehyung entonces pensó un poco, y se levantó rápidamente del sillón hasta ella, haciendo que soltara el teléfono -espera, cuelga. -tomó el aparato y cortó la llamada entrante, su madre lo miró confundida.

- Pero, hijo...

-¿Y si mejor los visito de sorpresa? -pregunta, él era quizá precisamente la persona más entusiasta del mundo, y sentía que reencontrarse con Jimin y Jungkook personalmente era una situación especial en la que se esmeraría más después de tanto tiempo estando fuera de sus vidas -podría llevarles un regalo, ya sabes, sorprenderlos.

- ¡Sí! -su madre asintió, concordando -es una muy buena idea, Taehyungie.

Taehyung sonrió, porque si bien no lo había pensado mucho, ni admitido, también estaba feliz de volver a ver a Jimin y a Jungkook

Crecer KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora