Tu desinterés cuando nos encontramos la primera vez me dejó encantado. He redundado en cuanto me gustas, pero no te he hablado de las razones lo suficiente.Te veía, más de alguna vez cruzaste en mi camino, pero aquel día simplemente fue diferente. Estabas ahí, tan bonito, tan perfecto... Tan lejano a mí. No me miraste, ni siquiera parecías interesado en saber quien era yo. Fue algo nuevo, algo caótico... Precioso como el alumbramiento del amor.
Leche de fresas. Con cariño, tu enamorado anónimo.
Christopher suspiró aliviado mientras sostenía la nota con su mano derecha, había estado buscándola entre todas las que ya tenía escritas, pero no había entregado aún.
— Creí que te había perdido —señaló a la nota cómo si esta pudiera escucharlo, mientras una sonrisa asomaba su rostro.
Observó las pegatinas y la caja para armar. Con mucho cuidado se encargó de la decoración, aplicar las figuritas apropiadas para el día. Ya tenía un tiempo considerable haciendo eso, entre más pasaba, más empeño y atención les ponía.
Verificó la hora cuándo terminó de acomodar la nota en un costado de la caja, cerrandola con su pequeña tapita de cartón decorado. Cuidadosamente la guardó en su mochila y se levantó de su asiento para poder irse. Pedaleó en su bicicleta con ímpetu hasta las entradas del distrito, en el que su familia tenía una tienda de postres reconocida en la zona.
— Hola, papá —saludó al ingresar al lugar, atrayendo la atención de su progenitor. Él le dedicó una sonrisa contenta.
— Hola, cariño —le sonrió el bydei, acomodando una exhibición de galletas— ¿Qué te vas a llevar hoy?
— Hoy nada, llevo leche de fresas —cruzó los brazos por encima del mostrador para observar a su padre, este negó suavemente, tomando unas cuantas galletas para acomodarlas en un recipiente plástico.
— Nada de eso, no se trata solamente de lo que le llevan al chico, sus estomagos necesitan postres también —aclaró, entregando los aperitivos a su hijo—. Crema de fresas para ti y crema de chocolate para Lachlan.
— Está bien, gracias —comentó, abriendo su mochila para poder guardarlas.
— Por cierto, ¿hasta cuando van a decirle? ¡Ya quiero conocerlo! —exclamó, comenzando a acomodar los cabellos morados del joven.
— No es posible aún —declaró—. Para empezar, no te hagas muchas expectativas. Sé que es facil para ti ilusionarte, pero no lo hagas. Y segundo eso es decisión de Lachlan, yo solo le hago el favor de hacer sus notas y regalos.
— Bueno hijo es que lo que él tiene de guapo tú lo tienes de romántico y tierno.
— ¿Estas diciendo que soy feo? —Preguntó con un deje de diversión. Él sonrió divertido.
— No es el caso, pero honestamente, Lachlan tiene más físico —declaró con un tono de burla, consiguiendo una mirada de fingida decepción—. ¡Pero romanticismo es mejor que belleza!
— Me duele, señor Henry —le dijo con diversión, esquivando un golpe suyo antes de comenzar a caminar a la salida.
— Cuando vuelvas a casa voy a darte un buen castigo, jovencito, soy tu padre.
— Sí, como sea, te amo, papá —le recordó por último antes de salir del establecimiento. Él le lanzó un último beso, dejándolo marchar.
Christopher pedaleó con más calma, el colegio no quedaba tan lejos, aún era demasiado temprano, como era habitual desde que decidió ayudar a su mejor amigo con el asunto de Minho, llegó antes que nadie.
Saludó al guardia de la puerta principal, quien le permitió acceso sin mayor problema. Aseguró su bicicleta en la zona para las mismas y se dirigió con rapidez hasta el área de casilleros donde encontró a su amigo esperando por él, apoyado en el muro de siempre.
— Chris —lo saludó el de cabellos marrones, sonriendo ampliamente.
— Hola, Lach, ¿abriste la casilla?
— Sí. Volvió a cambiar la contraseña, pero Hyunjin me dio la nueva clave —informó, mostrando el casillero de Minho abierto. Christopher le entregó la caja con la nota, permitiéndole mirar.
— Somos un buen equipo —murmuró, observándolo mientras inspeccionaba que todo estuviera en orden— ¿Qué tal? ¿Te gusta?
El castaño asintió, sonriente después de leer las cosas que Christopher había escrito y lo muy bien decorado del presente.
— Chris, algún dia cuando te enamores de alguien, recuérdame que te debo un favor muy grande —le dijo, acomodando la nota y la caja en el casillero de Minho.
El chico acuático lo observó sin responder. Desde que ayudaba a su mejor amigo con eso el tema del enamoramiento se había convertido en algo en lo cual pensar, aunque aún no sabía que tan correcto o prudente era, tratándose de que a diario se lo pasaba escribiendo para el enamorado de Lachlan y, bueno, él no tenía tiempo para hacer lo mismo con otra persona. Suspiró para sí cuando el mayor cerró el casillero.
— Lach, ahora que lo pienso, ¿cuando planeas decirle a Minho que tú eres su admirador secreto?
El chico en cuestión le miró por un momento, antes de comenzar a caminar junto a él. Encogió de hombros.
— No lo sé —murmuró, tallando sus cabellos—, creo que para estas alturas, tú conoces a Minho mucho más de lo que yo lo hago, así que dime, ¿crees que pueda corresponder?
Christopher no lo sabía. Podría decirse que de alguna manera era amigo de Minho, pero él no le contaba nada y mucho menos sobre el enamorado secreto. De manera que ese no era un tema en el que podía ayudar, sin embargo, tampoco quería desanimar a su mejor amigo.
— Me atrevo a decir que sí.
— ¿De verdad? —Preguntó emocionado, deteniéndose justo antes del pasillo que los dirigiría hasta el salón del club de ajedrez. Christopher asintió, ajustando sus gafas—. Chan, eres el mejor amigo que pude haber tenido en mi vida.
Cuando Lachlan comenzó a caminar de nuevo él le permitió adelantarse un poco para él poder ir detrás suyo, analizando su confusa situación.
Se suponía que Minho era el interés amoroso de su mejor amigo, pero este era tímido, encima nada romántico, y por eso originalmente Christopher había aceptado ayudarle, además de que era emocionante ver a Lachlan interesado en alguien por primera vez. Pero cuando se les acabaron las ideas, gracias al mínimo conocimiento respecto a Minho y lo poco involucrado que Hyunjin decidió permanecer, tuvo que tomarse la primera oportunidad que encontró para acercarse al susodicho y conocerle mejor, pero no sabía cómo explicar la situación actual. Minho en un principio era solo un chico más, pero escribirle a diario y conocerlo, aún cuando era en nombre de su amigo, se había convertido en una tarea que disfrutaba y, de paso, él de verdad le caía bien.
Suponía que eso era todo, no hacía falta darle más vueltas al asunto. Minho y él no compartían elemento, por lo tanto no debería importarle en lo más mínimo nada de lo que ocurriera.
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Lo Que No Se Puede Describir (ADLNT) (ChanHo/Bangho)
FanfictionMinho había escuchado decir, por boca de los mayores, que la adolescencia era la edad perfecta para encontrar la felicidad, el camino de la vida, y sobre todo, el amor. A sus diecinueve años, estaba medianamente de acuerdo con ello. En medio del cao...