It's getting hot in Tinder

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Mi teléfono vuelve a sonar. Gruño por lo bajo y continúo ignorándolo. Toda la tarde, Tom se ha encargado de molestarme mandándome mensajes estúpidos sobre nuestro trabajo juntos, de cómo sería bueno para este el ver la película (la de 1960), y también no ver la película. Es un idiota de los cojones.

Mientras me esmero en estudiar francés, Lenna entra a la habitación emocionada y pegando saltitos. Me volteo en mi silla y la miro, arqueando una ceja. Este comportamiento solo puede indicar una cosa que involucra a cierto ser indeseable.

—Tom estaba en la cafetería y me saludo, ¡Me saludo! ¿Puedes creerlo? —dice extasiada, y se acuesta de espaldas en su cama, dando un suspiro de ensoñación.

—Pues tiene boca y sabe hablar, así que supongo que sí, puedo creer que sepa saludar, a pesar de que su cerebro es del tamaño de una nuez —replico. Ignora mi comentario y se sienta, mirándome entusiasmada.

—A este ritmo, follaremos antes de lo que tenía calendarizado —comenta.

—¿Calendarizado? —Se levanta de la cama y se quita su falda rosa pastel, saca de uno de sus cajones un pantalón de chándal gris y se lo coloca.

—Tendré que estar más atenta y preparada, ya sabes, depilarme más seguido, y comprarme ropa interior, especialmente tangas, estoy corta de ellas —prosigue.

—Menos mal te dijo hola y no te pregunto cómo estabas, sino ya estarías preparando la boda —murmuro.

—¿Cómo crees que sea en la cama? —pregunta.

—Prefiero no pensarlo y evitar vomitar mi cena —respondo. Rueda los ojos y me mira.

—¿Y tú por qué estás tan amargada? Estas más... gruñona de lo normal —dice. Levanto las cejas.

—Voy a ignorar ese último comentario por el bien de nuestra amistad y tu integridad física. —Levanta las manos en señal de paz—. La profesora de literatura inglesa me odia y me ha obligado a hacer un trabajo con Tom sobre Romeo y Julieta.

—¡Ah! —grita emocionada, corre hacia mí y me sujeta de los hombros, sacudiéndome—, eso explica las fotos de ustedes. Debo decir que su ship no me enoja del todo, tienen buenos apodos. Aunque no le gana a TomLenna.

La miro con cara de pocos amigos.

—¿TomLenna?

—Es algo que estoy probando, aun no me convenzo de uno —replica. Pongo los ojos en blanco—. Esto es increíble, podrás hablarle de mí. Incluso podrían ser amigos.

—Prefiero comer barro, gracias.

Mi teléfono vuelvo a sonar y refunfuño.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué no revisas tu teléfono? —pregunta.

—El estúpido de Tom no ha dejado de enviarme mensajes sobre el trabajo. Y además Instagram esta por explotar por la cantidad de notificaciones gracias a los idiotas que suben las fotos de clases.

Lenna me mira emocionada y hace un pequeño saltito de felicidad.

—Basta, no estoy contenta por esto —le digo, dándole una palmada suave en sus manos para que me suelte.

—¿Si te pinto las uñas se te pasará tu estado grinch? —pregunta. Desvío la mirada y me encojo de hombros.

—Puede —contesto, haciéndome un poco de rogar. Lenna sonríe.

—¿Me dejarás pintártelas de un color claro? —frunzo el ceño y miro mis uñas.

—Este es claro —replico, mostrándole mis uñas moradas. Resopla.

—Seguro —bufa.

Toma la silla de su escritorio y su bolso donde guarda los esmaltes de uñas, limas, y toda la parafernalia. Cuando está abriendo el bolso, mi teléfono suena nuevamente, esta vez me están llamado. Suelto un gruñido audible y contesto sin mirar quien es.

—¿Qué quieres Holland? —digo de mala gana.

—Uy, parece que alguien está de mal humor. Y mi apellido es Osterfield, aunque ya veo que mi mejor amigo te tiene hasta la coronilla —responde Harrison. Me sonrojo de inmediato y Lenna ahoga una risa con su mano.

—Hazza, perdón, es que tu amigo ha estado molestándome todo el bendito día —me disculpo, él ríe.

—Tranquila, me ha dicho lo de esta mañana. Me imagino que estás contenta —bromea.

—Si claro —bufo. Vuelve a reír.

—Sé que puede parecer desagradable, pero créeme, solo lo hace para molestarte, le hace gracia, una vez lo conoces te das cuenta que es buena persona —intenta razonar.

—Pues debe serlo en lo más profundo de su ser —comento. Ríe por lo bajo.

—Creo que es mejor que vetemos a mi mejor amigo de nuestra conversación —replica—, quería invitarte a salir hoy en la noche, hay un café donde tocan música en vivo y pensé que te gustaría acompañarme.

—Claro, me encantaría —sonrío, Lenna sube y baja las cejas, insinuante.

—Perfecto, paso por ti a las ocho.

—Seré la que está de negro —bromeo, suelta una carcajada.

—Nos vemos —se despide, y cuelga. Suelto un gritito entusiasmada y miro a Lenna.

—¡Tengo otra cita! —Lenna aplaude. Mi teléfono vuelve a sonar, y al tenerlo en mi mano veo que es de tinder. Levanto una ceja y se lo muestro a Lenna.

—¡Oh por dios! —exclama. La miro mal.

—Te emociona más un mensaje del idiota este que de mi cita —comento.

—Prioridades, ______, no me hagas elegir.

Ruedo los ojos. Leo el mensaje. Tom parece estar cachondo porque ha enviado una foto de él con el torso descubierto y se logra ver la pretina de su bóxer bajo los jeans. Me quedo más segundos de los que me gustaría admitir, admirando su torso esculpido, y sacudo la cabeza. Muerdo mi labio y sonrío, es hora de jugar un poco.

—¿Quiere jugar con fuego? Pues se va a quemar —susurro. Lenna me mira preocupada.

—No me gusta cuando pones esa cara, alguien siempre termina en problemas —comenta.

Otro mensaje y río. Se lo muestro a Lenna, y su mandíbula casi cae al suelo.

—¿Seguro que no te gusta? —pregunto.

—Amiga, te irás al infierno —comenta. Me encojo de hombros.

—Falta para eso.

Tom me ha enviado (o mejor dicho a Jean) una foto de él solo en bóxer. En respuesta, busco la foto que he guardado para enviar, donde se ven los pechos de una chica en un fino y lindo sujetador. Por supuesto, sin mostrar el rostro, porque no es de la misma chica de la cual creé el perfil. Tom comienza a enviar mensajes sobre lo que le haría a ese sujetador, y debo admitir, me da un poco de calor. La siguiente media hora me quedo mensajeándome con él, y me gusta más de lo que pensaba. No es solo el hecho de gastarle la broma (que ya de por sí me da cierta satisfacción), sino lo que escribe. Y antes de que lo pueda detener, la imagen mental de Tom haciéndome todo lo que dice que me haría (a Jean realmente) se viene a mi cabeza.

Bloqueo el teléfono y lo dejo a un lado. Sacudo la cabeza. No puedo pensar así de él, es un imbécil, un idiota, le gusta a mi mejor amiga, y estoy saliendo con un chico que si es lindo, tierno y atento, no como el descerebrado este. Veo la hora. Decido alejarme del teléfono y comenzar a vestirme para mi cita. Y mientras me cambio y me maquillo, alejo aquellos pensamientos impuros que se han colado en mi cabeza.

Intercambio de miradas (Tom Holland y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora