Blond at sight

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La biblioteca es como viajar en el tiempo. Siento que estoy pisando en los mismos lugares que tantos grandes artistas, matemáticos y diplomáticos hicieron antes. La arquitectura del lugar me sobrecoge, y parece imposible que yo esté estudiando en este lugar.

Se me hará difícil acostumbrarme a estudiar en un lugar con tanta historia, pero debo hacer mi mayor esfuerzo. Camino hasta el mesón donde un chico joven, que no debe tener más de veintidós años, ordena una pila de libros en un carrito con dos niveles.

—Disculpa —le llamo. El chico voltea a mirarme. Tiene la piel oscura y los ojos cafés. Su cabello es rizado y le llega hasta el borde de su mandíbula.

—Bienvenida, ¿en qué te puedo ayudar? —me pregunta con tono amable.

—Quería saber en qué sección podía encontrar las obras de Shakespeare —replico. Él asiente.

—¿Literatura inglesa? —me pregunta, mientras sale de detrás del mostrador.

—Es mi electivo —afirmo.

Camino junto a él hasta uno de los pasillos que forman las grandes estanterías de madera.

—Aquí encontraras todo lo relacionado con literatura inglesa. Al final está Shakespeare —me indica.

—Gracias. —sonrío. Me guiña un ojo, y vuelve al mostrador.

Camino mirando los títulos de los libros. Me siento como si estuviera en la biblioteca de Hogwarts. En cualquier momento me cruzaré con Hermione. Llego hasta el fondo y me detengo, leyendo las obras de Shakespeare que tienen. Cojo un ejemplar de Romeo y Julieta, siempre me ha gustado mucho. Nunca lo he leído en inglés, supongo que era como leerlo por primera vez. Levanto la cabeza para buscar otro cuando veo que del otro lado, un chico rubio y tez clara lee un libro con el ceño fruncido. Lo observo atenta, es guapo. Su nariz es recta, sus labios son finos, y sus manos tienen las venas muy marcadas.

Levanta la cabeza justo antes de que pueda apartar la mirada. Sus ojos son de un color entre verde y azul, muy hermosos. Sonrío avergonzada, sintiendo mis mejillas ruborizarse. Él sonríe.

Estiro el brazo y saco otro libro, esta vez, un ejemplar de Hamlet. Él continúa mirándome. Lo miro de reojo, sonriendo como tonta. Muerdo mi labio y avanzo hacia mi derecha. Saco otro libro, Otelo. Al sacarlo, veo que el chico ha sacado también un libro y me mira sonriente. Me rio por lo bajo, nerviosa. Devuelvo el libro y saco otro más a la derecha. Vuelvo a encontrármelo. Su sonrisa despampanante que deja ver sus perfectos dientes blancos me hace sentir como una adolescente.

Aparto la mirada, sintiendo como mis mejillas van a explotar de lo rojas que están. Vuelvo a levantar la cabeza pero no está. Hago una mueca. El coqueteo en una biblioteca es solo eso: coqueteo.

Miro la estantería de arriba. Un ejemplar de Rey Lear está allí. Estiro el brazo pero no lo alcanzo. Resoplo. Me coloco de puntillas y estiro lo más que puedo mis dedos para intentar alcanzarlo, pero es inútil. Mi metro y sesenta y dos no son suficientes. Apoyo una mano en la estantería mientras estoy prácticamente escalándola para alcanzar el libro, cuando una mano alcanza el libro y lo alcanza para mí. Volteo a ver a quien sea que me haya salvado, y me encuentro con los hermosos ojos del rubio que estaba en el otro pasillo.

Con su hermosa sonrisa, me entrega el libro.

—Ten —dice, con una voz profunda. Sonrío, entre aturdida y avergonzada.

—Gracias —replico, mis mejillas se vuelven a encender de un rojo rutilante.

—Shakespeare, ah. ¿Te gusta el teatro? —pregunta. Asiento.

—La literatura inglesa, en realidad. He tomado un curso de eso —respondo. Su sonrisa se amplía, haciendo que sus ojos se vean rasgados.

—Pues si me permites un spoiler, Shakespeare adoraba la tragedia. Como Romeo y Julieta —comenta.

—En realidad, no es una tragedia pura. Es una tragicomedia —explico. Entrecierra los ojos y levanta las cejas sorprendido.

—Vaya. Nunca pensé que podía aprender en una biblioteca —bromea. Nos reímos.

—¿Y qué es lo que vienes a hacer en la biblioteca entonces? —pregunto.

—Esperar a un amigo, hojear algún libro, coquetear con chicas lindas...

Muerdo mi labio y desvío la mirada, mis mejillas aún más sonrojadas.

—Me llamo Harrison —se presenta, tendiéndome su mano. Lo miro.

—________ —le digo yo, estrechando su mano.

La universidad se volvió mucho más interesante de pronto.

Intercambio de miradas (Tom Holland y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora