The blind douchebag

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Lenna casi me deja sorda cuando le comento lo acontecido. Hiperventila y da saltitos por toda la habitación.

—No puedo creerlo —repite una y otra vez, emocionada. Suspiro.

—Lenna, que te digo que era un imbécil de primera.

—¡Tom Holland le habló a mi amiga! —exclama. Si, claramente ha ignorado todo lo que le dije después de decir las palabras mágicas: Tom Holland.

—Lenna...

—¿Qué habrá entrado a estudiar? —se pregunta.

—Lenna —la vuelvo a llamar.

—¿Crees que vaya a la fiesta de hoy?

—¡Lenna! —Voltea a mirarme.

—Perdón —se disculpa, tiene las mejillas rojas—. Es que.... ¡No puedo creerlo!

—Ya lo has dicho unas ochocientas veces —afirmo, rodando los ojos.

—¡Santa madre! ¿Has visto la hora? Tenemos que arreglanros si queremos llegar a tiempo —dice. Se levanta de un salto y se dirige a su armario. Resoplo.

—¿Por qué dices arreglarnos? No hay anda que arreglar, somos perfectas —comento. Suelta un bufido.

—Lo dices porque a ti te miran con esa boca de fresa tuya y los hombres caen rendidos. Algunas tenemos que esforzarnos un poquito —replica. Ruedo los ojos.

—No digo que no debamos maquillarnos, solo que "arreglarnos" suena como si nos faltara algo. Y no es así —explico. Lenna voltea a mirarme.

—Mira, ya me sé todo el discurso de "body positive", y me encanta, pero en este momento estoy demasiado emocionada como para ponerme a discutir sobre cómo decirle al proceso que conlleva el llevarme de esto, —se señala— a eso —señala la fotografía de nosotras en Amsterdam. Parecíamos modelos de pasarela, mínimo después de dos horas que nos llevó maquillarnos, vestirnos y peinarnos.

Niego con la cabeza pero no sigo discutiendo.

A pesar de ser muy amigas, las dos nos diferenciamos mucho a la hora de vestirnos. Yo adoraba los jeans y el negro, ella, las faldas, vestidos y tonos pasteles.

Después de que se ducha, entro y me baño rápidamente. Al salir, seco mi cabello con mi cepillo, quedando liso con algunas pocas ondas. Me visto con unos pantalones negros de aspecto desgastado y todos en ciertas partes. Mis zapatos de plataforma negros, una blusa roja que deja mis hombros al descubierto y comienzo a maquillarme. Tapo mis ojeras (maldito jetlag) y un pequeño grano en mi barbilla con corrector. Delineo mi parpado superior, luego de colocar una sombra brillante de tonalidad neutra. Encrespo mis pestañas y coloco la máscara. Coloco un simple brillo en mis labios y ya. Estoy lista.

Lenna se ha colocado una balda roja de tela aterciopelada y una blusa de tiritas blanca con la espalda descubierta. Unas sandalias de tacón y su cabello con rizos cubriendo su espalda. Se ha maquillado al natural, destacando sus enormes pestañas y colocándose iluminador en sus pómulos.

Cojo una cazadora y ella un suéter largo y salimos al exterior. A pesar de ser verano, cuando la noche llega hace mucho frío, en comparación a mi ciudad natal. Caminamos por el campus, la fiesta seria en un bar a las afueras de este. Lenna no podía dejar de hablar sobre Tom estúpido Holland. Parecía cotorra.

Lenna comienza a cruzar la calle pero la jalo del brazo y un coche pasa rápido, tocando el claxon.

—¡Jesús! —grita asustada.

—Recuerda que aquí andan por el otro lado —le regaño. Lenna sacude la cabeza.

—Si no termino muerta antes de diciembre, es un milagro —comenta.

—Confirmo.

Lenna avanza y yo la sigo. En aquel momento, unas luces aparecen de la nada. Escucho las ruedas chirriar, el coche intenta frenar. Me paralizo. El coche se detiene a centímetros de mí.

Suspiro aliviada. Lenna está tiritando junto a la vereda. Avanzo hasta la vereda y miro molesta hacia el vidrio poralizado del coche.

—Por dios ¿estás bien? —me pregunta Lenna. Yo asiento.

—Descuida —la tranquilizo. Volteo a mirar nuevamente la ventana con odio.

De pronto, la puerta se abre, y de esta se asoma nada más y nada menos que Tom.

Por supuesto bufo. Lenna queda boquiabierta.

—Lo siento —se disculpa, se nota algo asustado—. No te he visto, perdón.

Me cruzo de brazos y lo miro de arriba abajo.

—O sea que además de idiota, eres ciego. Bueno saberlo —espeto. Volteo y cojo a Lenna del brazo para largarnos.

—¿Se puede saber por qué eres tan borde conmigo? —pregunta a mis espaldas. Me detengo y volteo lentamente a verlo.

—Casi me atropellas ¿recuerdas? hace exactamente cinco segundos —replico molesta. Rueda los ojos.

—Sabes que no me refiero a ahora.

—No tengo por qué saber a lo que te refieres. Ni me interesa. —Me dispongo a continuar, pero su risa arrogante me enfurece.

—Por dios que eres insoportable —comenta. Levanto las cejas.

—¿Disculpa? ¿Quién está hablando? ¿Don insufrible?

Entrecierra los ojos, mirándome con odio.

—Seguro tú eres muy simpática.

—Soy simpática con quien me apetezca. Que en esa lista no estés tú, es otra cosa.

—Perdone su majestad por importunarla —dice con sarcasmo. Hago una reverencia.

—Disculpe usted, rey de los estúpidos —sonrío con ironía.

—Prejuiciosa.

—Orgulloso.

—Estirada.

—Capullo.

El claxon de un auto detrás del de Tom nos hace voltear.

—¡Pasa por arriba! —le grita Tom.

—¡Espérate imbécil! —grito al mismo tiempo.

Volvemos a mirarnos con odio.

—Cabrón.

—Idiota. —Abre la puerta de su coche.

—¡Gilipollas!

—¡Subnormal!

Se sube al coche. Le enseño el dedo del medio, baja la ventana y hace lo mismo. Arranca y refunfuño.

—Maldito hijo de...

—Tom Holland casi te atropella —suspira Lena.

Pongo los ojos en blanco.

Intercambio de miradas (Tom Holland y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora