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El inicio de la oportunidad

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Por más que intentara despertar de lo que creía un sueño, mis parpados eran muy pesados y no podía evitar sentirme cansada a pesar de no haber hecho nada antes de irme a dormir. Poco a poco los fui abriendo sintiendo, a la vez, los dolores más insoportables que pude experimentar en mi vida, se los juro. No sabía por qué quejarme..., por el dolor de mis brazos, piernas, mi cabeza o cualquier parte de mi cuerpo que quisiera arrancarme pensando que así dejaría de sentir dolor. Sin embargo, todo aquello se borró de mi mente cuando logré ver lo que tenía a mi alrededor.

De entrada, desconocía por completo el lugar donde estaba. Mi primera impresión, era que estaba en un bosque al que no le encontraba explicación cómo fue que llegué a él... por mucho que caminara al salir de mi casa, dudaba en encontrar un espacio repleto de naturaleza como en el que me encontraba. El cielo oscuro me indicaba que ya era de noche, y las estrellas resplandecían en él. La noche tal vez apenas comenzaba.

Miré a mis alrededores fingiendo que aún me encontraba en un sueño, y era bonito estar en un lugar así, en calma... claro si considerábamos que no habría algún animal salvaje que pudiera acecharme en ese instante. Me senté en mi sitio buscando familiarizarme con el lugar, pero solo recibí el ligero golpe del frio viento, recordándome que simplemente usaba mi pijama y mis brazos estaban al descubierto. Y también, como no quería comprobar si había depredadores o no, me puse de pie con rapidez, quizá de esa forma entraría en calor a la vez. El frio se filtró por las plantas de mis pies, estaba descalza, y no sabía a qué gran deidad maldecir por haberme enviado a este sitio sin siquiera prepararme para este ambiente. Era tan real que dudaba mucho en conservar mi idea de que todo fuera un sueño; pero era tan increíble ¡Hace unos segundos estaba en casa! ¿Cómo podía estar en otro sitio en un solo pestañeo?

No obstante, cuando decidí caminar con la esperanza de encontrar un sitio más seguro o a alguien que me dijera donde estaba, comencé a escuchar el sonido de algunos motores a la distancia y aquello se convirtió en una señal para encontrar el camino que debía seguir, al menos para encontrarme con algo diferente a solo árboles y oscuridad. Cuando me sentía más cerca, el bullicio de personas que, al parecer, caminaban ya cerca de mí, me animó a correr lo que faltaba, ayudándome también a dejar de sentir la frialdad de mis pies, aunque quizá ya no sentía nada después de todo el rato que llevaba descalza.

Tal vez que le ponía más drama a mi situación, y quise golpearme por eso, cuando estiré mis manos al frente deseando salir ya de aquel manto oscuro que creaban los árboles. Había luces, de diferentes colores e intensidades, y luego pude divisar altos edificios que no me explicaba cómo no los vi antes.

Estaba en una ciudad, era evidente. Pero la desconocía completamente, y seguro era tan grande como para albergar un parque que daba la pinta de ser un bosque en el que te perderías fácilmente, así que podía descartar la idea de encontrarme con un depredador, pero no me quitaba la idea de que podía estar en riesgo si permanecía ahí, ahora un ladrón podría ser mi mayor amenaza.

Les juro que el papel de la chica nueva en la escuela no es bonito... quiero pensar, pero les digo que el papel de la ciudadana nueva, o vagabunda si consideramos mi vestimenta y la forma en que me ven las señoras mayores, era peor. Porque a eso debes añadirle que no sabía a dónde ir, o a dónde llegar. Prácticamente estaba en un lugar desconocido. Lo único que sabía era que no estaba en casa.

Cuando pensé en una forma para comunicarme con los lugareños que no dejaban de verme como un bicho raro, alcancé a escuchar, más bien presté a más atención, y pude reconocer el idioma en el que un par de personas conversaban al pasar a mi lado. Castellano. Y lo único que me pudo llegar a la mente fue que podría estar en algún país de Europa, España fue lo primero que pensé, pero lo peor fue que no me explicaba cómo había llegado a tal lugar desde la comodidad de mi pequeño departamento, al otro lado del mundo, era tan increíble. El lado positivo, era que no tendría dificultades para comunicarme con las personas y buscar una forma de regresar a casa, por lo que decidí caminar sin rumbo alguno esperando a que alguien, una buena persona, se compadeciera de mí y al menos me preguntara si estaba bien, pero parecía que a nadie le importaba.

Mundos diferentes (RE 6) |Piers Nivans|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora