[25]

221 29 11
                                    

Despedida

●●●

Podría decir que la reacción de Nivans no había sido la que yo esperaba, pero sería una completa mentira porque tal vez yo reaccionaría de la misma forma, aunque no podría estar segura. Debía admitir que desde el inicio todo era culpa mía, porque siempre tuve la opción de hablarles con la verdad; sin embargo, tenía miedo, incluso después de tres años seguía teniendo miedo a lo que aún era desconocido para mí, hasta la forma de regresar a mi mundo real.

Una parte de mí sabía que la verdad terminaría por alejar a todos de mí, pero otra rogaba porque su reacción fuera semejante a la de Jill o al menos mostrara más iniciativa por entenderme, después de todo jamás les hice daño alguno... pero solo me quedó la añoranza de hablar una vez más con él. De, al menos, saber que no me odiaba como llegué a creer luego de verlo marcharse sin decirme nada.

Sin embargo, en mi estado actual no podía hacer nada, no me sentía con la capacidad de ponerme de pie e ir detrás de él para explicarle cuantas veces fuera necesarias para que pudiera entenderme, porque además mis compañeros habían ido a verme y mis emociones también estaban ligadas a ellos y no podría irme sin haberme despedido de ellos o tal vez haber pasado un momento a su lado luego de no vernos por seis largos meses.

Y yo no podría medir el tiempo estando al lado de todas esas personas antes de poder prestarle atención al que me restaba en aquel mundo. Tampoco me atrevería a contarles la verdad por el temor que me dominaba al creer que pasaría lo mismo con ellos, por lo que solo me limité a escucharlos hablar de sus misiones mientras yo no estuve y algún chiste que se les escapara.

Sentía que estaba por despedirme de casa.

Redfield no se había pasado a verme desde entonces. Cuando se marchó con Jill ya no supe qué sucedió con él y ella tampoco mencionó el tema. Y comencé a creer que así era mejor para todos.

Cuando el día llegó y las manecillas del reloj marcharon las veintiuno con treinta minutos, no pude evitar recordar aquella voz que en los últimos momentos me anunciaba una hora en concreto y un lugar que yo podría conocer desde el primer momento en que estuve en ese mundo: el parque central a las veintidós con cuarenta minutos.

Debía ponerme en marcha dadas las complicaciones físicas que se me presentaban en ese momento y me atrevería a ponerme de pie confiando en la mejoría que sentía con el paso de las horas, como si el dolor de ese mundo también se quedaría en él. No obstante, cuando me senté sobre la camilla y permití que la punta de los dedos de mis pies tocara el frio suelo, dejé que mi mente recapitulara todos y cada uno de los momentos que recordaba, y no supe si era para hacerme sentir bien y motivarme a regresar o como un signo de masoquismo ante la idea de no querer irme.

Y cuando más creí que el dolor físico había mermado y yo podía disponer de mis fuerzas para caminar y salir del hospital de la BSAA, uno más intenso se presentó en todo mi cuerpo cuando las fuerzas no me fueron suficientes para mantenerme de pie antes de caer al suelo en bruces. El intravenoso se zafó bruscamente de mi brazo y algunas gotas de sangre cayeron al suelo junto conmigo. Nunca sabría cómo no dejé escapar un grito lleno de dolor para no ser escuchada y puesta en observación impidiéndome irme, porque sería seguro que Rebeca intervendría para tratar el dolor que sentía en ese momento.

—Maldita sea... —susurré mirando al suelo.

Respirando con brusquedad e inhalando el polvo que podría encontrarse debajo de mí. Esperé ver mi reflejo en el piso, pero solo me encontré con un color gris que se volvía más oscuro debido a la noche y a la ausencia de luz en mi habitación.

Mundos diferentes (RE 6) |Piers Nivans|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora