Capítulo II

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Sabía que yo estaba ahí, lo que sea que estaba abajo sabía que estaba ahí y que había descubierto su escondite, no sabía por donde huir, mi cuerpo helado en aquel lugar no se movía, incluso mientras oía los pasos acercarse por aquellas escaleras, sabía que debía huir lo más antes posible o mi cuerpo se uniría al tapete de cadáveres que había en la habitación ¿Pero como saldría? ¿por dónde lo haría? ¿cómo pasaría sin terminar en el suelo u oliendo a putrefacción? Bueno, no lo sabía y no pretendía quedarme a averiguarlo.

Trague grueso y como pude atravesé el suelo infestado de muertos y agradecía al cielo que durante el difícil paso, no caí como en las películas permitiendo que el asesino entrara y me torturará ahí mismo, logre salir ileso, aunque oliendo un poco mal, pero era preferible a tener que hacerme pasar por uno de eso cuerpos en descomposición o tan siquiera era mejor que yo mismo volverme un muerto.

Corrí, sin mirar atrás, solo corrí olvidando la bicicleta en otra casa, corrí como si mi vida dependiera de ello y así era, literalmente así era, si no lo hacia podría encontrar al asesino y haría y desharía conmigo lo que se le antojara. Evidentemente no llegaría antes de la cena, pero eso era lo mínimo que me preocupaba... en realidad pensaba en los posibles asesinos sueltos por ahí aparte del de la casa de los Lorenz ¿y si habían más? ¿y si me descubrían? ¿y si me topaba con otro? ¿me asesinarían de inmediato o me torturarían primero por entrometido como lo hubiera hecho..? Tenía miedo y mi mente maquineba y hacia preguntas y suposiciones que aterraban aún más.

Corrí por casi dos horas sin para y me asombraba el hecho de no haber flaqueado aunque tuve intenciones de hacerlo, pues estaba agotado, agitado, ni siquiera tuve tiempo de sacar la botella de agua para hidratarme, solo me afanaba salir de ese barrio y llegar a casa para ponerme a salvo.

A mi parecer ya estaba fuera de todo peligro, pero no quise detenerme, no quise arriesgarme a bajar la guardia y que me llegaran todos en manada, como si yo fuera su posible presa, no me detuve hasta que abrí la puerta de mi casa y ya seguro, mi cuerpo no resistió más el cansancio y me deje caer al suelo agotado, jadeando por mi garganta reseca, asimilando el hecho que encontré todo un deshuesadero de cuerpos humanos, cuerpos de posibles vecinos y compañeros desaparecidos.

De repente una voz en extremo enojada, me devolvió al presente.

-¿Te das cuenta de lo peligroso que esto pudo haber sido? -reclamo mi madre -confíe en ti, una sola cosa Aidan, te pedí una sola cosa ¿y qué hiciste? Me desobedeciste

-Yo... yo lo siento -hable suave -en verdad debía ir

-¿Por unos libros pones en riesgo tú vida y mi cordura?

Si, la señora Anna había llamado a mamá para avisarle que estaba en la calle, tal como lo imaginé

-Mamá eran muy importantes -baje la mirada, pero entonces me percate de algo sumamente importante así que ante mi error solo me quedo susurrar: -¡mierda!

-¿y cuáles eran los libros? Porque no veo ninguno -cruzo los brazos a la altura del pecho

Sin darme cuenta, había cometido un grave error, solo que no era en aquella casa, era en mi propia casa. No me preocupe por crear una excusa creíble y justificable por si algo como esto pasaba

-Bueno... cuando venía sentí que me estaban siguiendo -empecé a mentir, aunque de hecho había algo de verdad en la mentira -y por intentar correr los bote no alcancé a ponerlos en la maleta, lo único que quería era llegar pronto a casa

Sus ojos se dilataron y su rostro reflejo miedo -¿dime, estas bien? ¿te hicieron algo?

Negué -descuida, logre escapar y lo que importa es que ahora estoy aquí ¿no?

The Others© [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora