Capítulo I

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Seattle, una ciudad bastante tranquila desde que tengo memoria, un lugar tan pacífico que daba ese aire de la ciudad perfecta para vivir con toda tú familia, pero no todo perdura tan perfecto como se quisiera.

Hace menos de un mes, los asesinatos, desapariciones y cosas extrañas, se empezaban apoderar de la ciudad, claro habían muertes antes, si, pero era como si él asesino lo hiciera una vez cada mes, no obstante, debido a los abruptos crimenes, las familias se empezarón a resguardar a ciertas horas especificas en donde se tiene "asegurado" empiezan los asesinatos misteriosos-algo que no han podido descifrar porque empezó-junto a las desapariciones de los residentes de la ciudad. Pero claro, en todo vecindario, como en todas partes del mundo hay un chico idiota, que no acata las normas impuestas por el gobierno de quedarse en casa y no salir luego de las 8:00 p. m . En Seattle, ese idiota era yo, Aidan Gallagher, estudiante de ultimo año de su instituto, cuyo pasatiempo era intentar adentrase en cada misterio que surgía, como si fuera un detective.

-Aidan, cariño -habló mamá mientras entraba a mi habitación -recuerda asegurar tú ventana antes del anochecer y por nada del mundo salgas de casa ¿entendido?

Cerré la laptop frente a mi y puse mi mejor cara de chico "inocente" ante ella y con esa mirada le dije: -por supuesto, no te preocupes no pretendo salir, no quiero que me maten -suavice mi voz ante lo último

-Quiero que esta vez hagas lo que te pido -entorno su mirada en forma de súplica -se que te has estado escabullendo en las noches por la puerta trasera -dejó salir un triste suspiro abatido -las cosas cada día empeoran más, las calles ya no son seguras en la noche, Settle ya no es segura

-Descuida -le ofrecí una sonrisa ladina -aquí estaré, no iré a ningún lado, puedes estar tranquila

Claro que saldría, por nada del mundo me encerraría en mi habitación, no podía, no cuando hay un sinfín de misterios y preguntas por responder allá afuera, y si, Seattle ahora era peligrosa y corría peligro estar ahí fuera luego de las ocho de la noche, pero alguien debía ofrecer respuestas a futuras preguntas, alguien debía intentar hasta lo más mínimo para que todo este sufrimiento y miedo por fin terminara, y ya que nadie tenia el valor de hacerlo, ni siquiera los mismos policías, debía ser yo quién diera con la razón de esas masacres, podía defenderme a la perfección, pero no tan bien como antes.

-Por favor, solo por esta vez quedate en casa hijo -casi suplico

-Ya te dije que me quedare en casa -mentí descaradamente -estaré aquí en mi habitación

-perfecto -susurro como si ella en verdad me hubiese creído -iré a preparar la cena, en un rato te llamo

-De acuerdo

Espere con paciencia a que saliera de la habitación y por si aún lo dudaba, me despoje de mis zapatos y me acosté en la cama "sin intenciones de salir"-pero claro que si las tenía-y para ella fue suficiente y digo que lo fue porque tras exhalar, dejo mi habitación y cerro la puerta como sabía que me gustaba.

No me lo pensé dos veces, debía ser rápido pero cauteloso, no podía hacer ruidos extravagantes que pudieran llamar su atención y delatarme, debía escapar cuanto antes para volver a la hora de la cena sin levantar sospechas, así que de nuevo me puse los zapatos y tome una mochila que ya había preparado antes, una mochila con cosas útiles y que me propinaran algo de protección, cosas como: una linterna, un celular desechable, un no tan grande pero si fuerte tubo para defenderme en caso de algún "encuentro " junto a una daga, algo de agua, entre otras cosillas.

Camine hacia la puerta y saque un poco la cabeza, para luego desde allí avisarle a mi madre lo siguiente: -¡mamá, tomare una siesta, en cuanto papá llegue iré a cenar!

The Others© [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora