Capítulo IV

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Un día nuevo, con un sol radiante y el mejor tono azul en el cielo, todo parecía mejorar, pero la verdad es que no, los asesinatos y desapariciones empeoraban, las víctimas aumentaban, Seattle se había vuelto la ciudad más temida por extranjeros e incluso por su propia gente, los rumores de las desapariciones y masacres diarias se había regado por el mundo como un virus, se expandía al igual que se expandió el virus Té de aquella película de zombies, la única diferencia es que esto no era una película y los muertos no eran actores fingiendo serlos, los muertos eran solo eso, muertos, el virus no era expandible por el aire y no se iba alojando en nuestros cuerpos, el virus eran los asesinos, humanos con costumbres aterradoras y en Seattle ya no habían turistas, ya no había interés en la ciudad, la ciudad caía y con ella, cayó la noche.

Entonces, era la hora de actuar, era hora de volver aquel barrio sombrío y tenebroso, volvería a la cueva del lobo como estúpida presa esperando ser más astuto que ellos, El rolex de mi muñeca marcaban las once con cincuenta de la noche, hora en que la familia Gallagher dormía, hora en que solo el sonido de los insectos nocturno se percibía, hora donde el olor a muerte surgía con más fuerza.

Como era de suponerse mis padres bloquearon el acceso a la puerta trasera, por lo que una vez más, me escabulliría por la ventana y justo al asomarme, el auto de Lion esperaba afuera. Con una sonrisa ladina y de agradecimiento descendí por una vieja pero fuerte canaleta que daba justo unos centímetros más arriba del césped.

—¿Qué rayos haces aquí? —susurre sorprendido, jamás pensé que saldría tan tarde —esto no es una expedición Lion

El tipo mantuvo una sonrisa ladina y luego hablo —Te lo dije hace unos días, no quiero a mi amigo muerto, si ahora eres su objetivo de caza, solo no les harás ni un rasguño... conmigo almenos podremos torturar unos cuantos ¡es fascinante! ¿no creés?

—Claro desde tú extraña perspectiva es fascinante —eleve la cejas —pero no lo es, es peligroso podríamos morir

—¡Mejor aún! —exclamo en emoción —la muerte es hermosa, eh visto morir personas y es muy deleitante, ahora imagina poder sentir lo que se siente estar a punto de morir, en ese limbo entre la vida, la agonía y la muerte ¿no te da curiosidad?, a demas no te hagas el inocente

Enarque una ceja y lo mire demasiado confundido —ok, comprendo que eres un maldito psicópata enfermizo que le vale una hectárea de mierda su propia vida e incluso su familia —por un momento mire hacia la casa y suspire —pero yo si los... si algún día voy a morir procurare que no sea esta noche

El chico a mi lado subió a su auto y desde dentro, con una sonrisa lobuna dijo: —claro, porque no puedes morir virgen, sería injusto

Lion era un completo imbécil, un maldito psicópata imbécil, aunque no niego que me causa gracia a veces, por no decir que siempre.

Subí al auto mientras en mi mente repetía una y otra vez el plan, quería que todo saliera bien y tener alguna ruta de escape por si algo no funcionaba y teníamos que escapar antes y según en mi cabeza todo estaba perfectamente organizado, hasta que un pequeño ser viviente fue omitido del plan ya que no lo esperaba.

—¿y bien? —dijo con la vista en el camino —¿Cuál es el plan? Porque hay un plan ¿verdad? —entorno su mirada en el camino y luego en mi —amo el dolor y la tortura lo sabes, pero tampoco iremos a exponernos como miserables ciervos ante feroces leones hambrientos, tampoco juego de esa forma

—Estacionate justo ahí —le dije casi en una orden —no más hacia allá y tampoco tan lejos, justo allí bajo ese árbol

—Hum —ladeo su sonrisa —porque eres mi amigo casi como mi brother te hago caso, de lo contrario ya estarías gritando y suplicando que acabara con tú patética existencia solo por hablarme de esa forma y sabes que lo haría fácilmente, por que tú ya no estas en condiciones

The Others© [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora