CAPÍTULO 21

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Me desperté aturdida y un terrible dolor de cabeza me inundó. Recordé todo de pronto. Drake diciendome... intentaba ayudarme... y luego un chico vino... y él me golpeó con un bate.

Lo único que veía era hierba. Intenté incorporarme pero descubrí aterrorizada que no podía. Tenia las manos y los pies atados y estaba tirada de cualquier manera en el suelo.

Mierda. Respira Violet respira, no te angusties. Me dije a mi misma, puesto que con las manos atadas no podía cojer mis pastillas... Un momento ¡Mis pastillas! ¡Mis pastillas no estaban! ¡No las notaba en mi bolsillo! Y entonces recordé aun más aterrada que Caine me las había cogido y no había llegado a devolvermelas.

¡Mierda!

Ya notaba el sudor recorriendo mi frente. Estar tranquila en esta situación me estaba costando horrores.

-- ¿Olle la chica está muerta?

--¡Por supuesto que no!¿No ves que aún respira, idiota?

-- Os apuesto lo que queráis que también es una rara.

Las voces me desconcertaron y giré la cabeza para ver de donde provenían. Vi a un montón de niños de mi misma edad y más pequeños...

¡O Dios sus manos!

Tenían las manos enterradas en bloques de cemento y estaban arrodillados cómo perros por el simple hecho de no poder mantenerse en pie con semejante peso. Supe enseguida de quienes se trataban. De los raros, de los chicos con poderes, o al menos de los primeros que los desarrollaron en el primer libro de la saga.

-- No, sino le uvieran metido cemento en las manos a ella también.

-- Ei callaos, se está despertando.

Los chicos se callaron de pronto al percatarse de que los estaba mirando. Abrí la boca para decir algo pero justo en ese momento una voz ya conocida me interrumpió.

-- Veo que ya despertaste.

Noté como Caine se me hacercaba hasta quedar plantado delante mía. Yo solo podía ver sus zapatos negros puesto que seguía tirada en el suelo sin manera de poder levantarme.

Él se arrodilló para verme a la cara y me agarró de la barbilla obligandome a verlo a los ojos, esos penetrantes ojos azules.

-- Escuchame bien mocosa.-- dijo con un tono de reproche y desprecio en su voz.-- Voy a darte una oportunidad ¿de acuerdo? Quiero saber de qué pasta estas hecha si es que realmente sirves para algo. Harás todo lo que yo te diga, sino quieres acabar como los chicos que tienes delante. ¿entendiste?

Al ver que no hablaba, directamente porque me había quedado sin palabras, su rostro se contorsionó poniendo una pose amenzadora.

-- ¿¡Entendiste?!-- gritó apretandome la barbilla con más fuerza haciendome gran daño.

Yo asentí frenéticamente y él me soltó con una sonrisa.

-- Bien, ahora te voy a soltar y como intentes algo raro te juro que acababarás como el pupitre que hace unas horas arrojé contra la pared del aula de matemáticas.

Tragué saliva y volví a asentir. Dios creo que no había sentido más miedo en toda mi vida, ni tan siquiera con Drake que ya era decir. Pero es que con mi hermano, por el simple hecho de ser mi hermano, sabía lo que haría y pensaba, y al menos uno se adelantaba al golpe, sin embargo con este chico era imposible saber lo que me esperaba. Bueno, quizá sí tuviera un poco de idea al conocerlo como uno de los personajes principales de la saga, pero aún así...

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el agarre de Caine al obligarme a incorporarme. Mientras me levantaba me di cuenta sorprendida de que me había cortado las cuerdas que me tenían aprisionada. ¿Pero cuando lo había hecho? ¿Tan absorta había estado en mis pensamientos que ni me había percatado de ello?

Me di cuenta entonces que me encontraba en un patio. Caine me agarró del brazo y me dirijió al interior del centro, el cual era ni más ni menos que el internado para niños problemáticos o ricos, o ambos, que si mal no recordaba se llamaba Academia Coates.

De pronto, mientras caminabamos, recordé algo sumamente importante que no deveria haber olvidado. ¡Mi hermano!

¡O mierda!. ¡Michael! Tranquila Violet, seguro que está bien, la última vez que lo viste estaba con Sam y con Astrid.

¡Mentira! ¡Estaba con Astrid! ¡Sam estaba en la casa en llamas intentando salvar a aquella niñita! ¿Lo habría conseguido? ¿Habría seguido mis instrucciones? ¿Estaría bien? ¿Mi hermano estaría bien?

¡Dios mio, tenía que hacer algo o moriría por no saberlo! Pero en esos momentos no podía hacer nada más que obedecer lo que el maldito canalla que tenia a mi lado me ordenase.

¿Por qué me pasaba esto a mi? A sí es verdad, por ser tan estúpida como para pedir el peor deseo de toda mi vida... y tener la maldita suerte de que se me hiciera realidad.

Perdida en la saga olvidados (En Pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora