𝐕𝐈. 𝐏𝐀𝐑𝐋𝐀𝐍𝐎 𝐃𝐈 𝐋𝐔𝐈

1.1K 100 6
                                    

SEIS. HABLANDO DE ÉL

En serio, Han seo estaba haciendo el ridículo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En serio, Han seo estaba haciendo el ridículo.

Sin embargo, a diferencia de otras veces, estaba haciendo el ridículo obedeciendo instrucciones establecidas por una peligrosa estratega. Llevaba incontables minutos arrojando documentaciones al suelo, actuando cual imprudente heredero mimado; los oficiales de policía querían matarlo, aunque tenían órdenes de no tocarlo.

— ¡Ustedes no saben hacer nada bien! —exclamó con decepción, subiéndose al escritorio ágilmente. Los policías quisieron bajarlo, no obteniendo resultados positivos—. ¿Saben una cosa? ¡Yo pago su salario con mis impuestos! Es más, les daré algo de dinero. ¡Le pagaré al que encierre a esos malditos incompetentes!

Entonces, arrojó el dinero violentamente.

— Señor Jang. —dijo Myung-hee, resignada.

— Oh, señorita Choi. —esbozó una sonrisa; aunque, en seguida se arrepintió, porque tenía roto el labio inferior. La actuación debía durar hasta que fuese demasiado creíble y pretensiosa. En realidad, estaba sangrando hasta por el cuello—. Señorita Choi, qué bueno que llegó. Demándelos a todos. No me importa que sean policías, ¡enciérrelos a todos! ¡Son unas sanguijuelas incompetentes!

La garganta estaba anunciando que, de seguir gritando sin control alguno, quedaría ronco hasta por una semana completa. Naturalmente, estaba demasiado enojado para siquiera preocuparse, porque la incompetente abogada parecía no estar tragándose esa mentira. De cualquier manera, esperaba que Lucrezia estuviese teniendo mejores resultados usando su intelecto. Le disgustaba cuando permitía a repugnantes hombres tocarla, solo haciendo un buen trabajo.

En realidad, le disgustaba que Han-seok pudiese tocarla; sus manos estaban ensangrentadas, eran asquerosas y corruptas, y no lograba comprender el motivo porque Lucrezia permitiese tal hazaña. Cuando regresaba al departamento tras haber tenido un encuentro bastante cercano con aquel presidente, siempre parecía decepcionada; solía encerrarse algunos largos minutos dentro del baño, y no salía hasta sentirse resplandeciente, esbozando auténticas sonrisas.

Han seo ya no quería que ella hiciese eso por él. Por ese motivo, sintiéndose demasiado enfurecido como para razonar, continuó gritando incoherencias, ordenando demandas sin motivos prudentes. No quería vislumbrar un rostro impávido en Lucrezia.

Siguió haciendo el ridículo hasta que fue suficiente. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
LUCREZIA CONTRA BABEL | Jang Han-seoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora