Capitulo 18

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El misterioso hombre inyectó el líquido en la muñeca de la pelirroja, siguiendo por las otras dos, a pesar de haber inyectado una jeringa a cada una seguían sin despertar por lo que el hombre no tuvo más remedio que seguir hasta el punto de ver sus venas a través de su piel de un color morado. Despertaron repentinamente abriendo los ojos par en par, siendo cegadas por la luz de la linterna, no tardaron en sentir un dolor insoportable recorriendo su cuerpo.

¡AAAGH! ¿¡Que es esto!? ¡Duele como el puto infierno! —Momoko gritaba de forma desesperada, sentía que se volvería loca, lo único que alcanzaba a ver eran sus manos amarradas con sus venas moradas.

¡Puto enfermo! ¡Sácame de esta mierda, te voy a matar! —Gritaba Kaoru haciendo fuerza para soltarse, estaba enojada, el dolor la enfermaba, sus muñecas sangraban al tratar de zafarse, logrando romper un poco los cinturones de fuerza.

Al parecer tu serás la más agresiva de las tres —Por fin hablo el extraño desconocido, dando una sonrisa cínica tras la máscara— Probablemente tengamos que ponerte un bozal para perros —Se burló.

¡Por favor déjenos en paz! ¡N-NO HICIMOS NADA PARA MERECER ESTO! —La rubia lloraba, el dolor era insoportable y al tener peores defensas le dolía aún más.

El hombre se sentó al lado de la pobre chica tomando su largo cabello entre una de sus manos.

Me recuerdas a mi hija, ella era igual de débil.. como tú —La miraba con un sentimiento de tristeza— Al no ayudarla como debí ella murió —Soltó su delgado cabello y se levantó— No dejaré que eso pase nuevamente —Dicho esto tomó una jeringa delgada y limpia, tomó unos mililitros de un líquido negro— Dolerá solo por un momento —Sus extraños ojos morados brillaron, tomando el delgado antebrazo de Miyako para inyectarla.

¡NO POR FAVOR, PREFIERO MORIR! —Pero ya era demasiado tarde, el líquido ya estaba recorriendo sus venas, el dolor era tanto que sus ojos se pusieron en blanco y el grito ni siquiera pudo salir.

¡Suéltala hijo de puta! —Kaoru hacía su mejor esfuerzo para zafarse, la rabia la invadía.

Mientras tanto la rubia solo veía recuerdos, ella y sus hermanas jugaban con tres chicos en un parque, estaba jugando con un rubio al té, todo era risas hasta que su padre lo tomó por la fuerza de la muñeca, haciendo que este llorara, y se fueran desapareciendo a su vista, ahora veía al mismo chico rubio de antes pero con unos 17 años aproximadamente, Miyako estaba feliz de su regreso pero este solo la despreciaba, le dolía, ella no quería creerlo, no lo recordaba, pero aún así le dolía como si lo conociera desde siempre, su tristeza se convirtió en rabia, hasta que despertó.

Les he salvado la vida ¡sin mi estarían muertas! —Exclamó el hombre.

—Momoko en un movimiento rápido agarró al hombre del cuello haciendo presión, lo suficiente para que el aire se vaya poco a poco— ¿En serio? Gracias por salvarme la vida, de verdad, casi muero de la felicidad —Respondió sarcástica.

Este vió la camilla, los cinturones de fuerza habían sido desatados.

¿C-como te desataste? —El extraño tartamudeaba por la falta de aire.

Digamos que mi madre de algo sirvió, al principio pensaba ¿Porque alguien querría atarme con cinturones de fuerza? Creí que solo quería torturarme por sacar abajo de A —Pensó por un momento— Tal vez si haya sido por eso, pero aprendí a desatarme por mi cuenta—Rodó los ojos aún ejerciendo fuerza en el cuello del hombre.

L-lamento por lo que pasaste, pero ¿p-podrías s.. soltarme? —Estaba quedando sin aire, sentía que iba a morir.

¿Quien te mando? —Pregunto sin inmutarse.

¿Me recuerdas? [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora