Parte 8 Me bañan y arreglan para salir

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Lo frío del pasto hizo que tuviera que buscar un mejor sitio para pasar el tiempo. Como pude, me incorporé hasta quedar otra vez de rodillas. Así traté de llegar hasta el lugar que parecía más cómodo: justo un hueco debajo de la parrilla para asados. Ya que me acomodé ahí me di cuenta de lo sucia que estaba yo: llena de tierra y pasto por todo mi cuerpo, mi bra, la panty y las calcetas parecían trapos de limpiar por lo sucias que estaban. No quise ni imaginarme cómo estaría mi rostro. Y el lugar debajo de la parrilla no parecía ser el lugar más limpio.

Después de un buen rato en que estuve dormitando oí nuevamente la puerta corrediza. "Al fin —pensé— ya vienen por mí". Era Claudia que traía una tela en las manos.

—Perrita, mira, no es seguro que duermas arriba con nosotros...

—¿Cómo, qué dices? —dije medio adormilada.

—Sí, perrita, tendrás que dormir aquí en el patio. Mi papá podría entrar en cualquier momento a cualquiera de los cuartos, y tú sabes que a nadie le conviene que te vean así... aunque tal vez a mi papá le guste, no sé.

—Pero Claudia —dije asustada ante la posibilidad de que a su papá le gustaría verme así.

—¡Perrita! ¿Quieres que él te vea así? Jaja. No, no, no. Bueno no por el momento. Nada, perrita. Mira, por ahora te traje esta manta, la noche no está fría y con la manta estarás bien. Si tienes sed ya te puse más agua en tu traste. Mi papá tiene que salir mañana más o menos temprano; cuando se vaya yo vengo por ti, ¿de acuerdo? Mira, y ya mañana te dejaré estar en la casa, nos podrás preparar el desayuno a Pablo y a mí.

Por supuesto, no estaba de acuerdo, pero no supe qué decirle, parecía determinada a dejarme ahí.

—¿Al menos podría desatarme las manos... ama?

Lo pensó un momento y me dijo que por ser una buena perrita y haberle dicho obedientemente "ama", lo que haría sería esposarme con las manos enfrente.

Se fue dejándome a la intemperie.

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—Perrita..., despierta... ándale ya es la hora.

¿Cómo? ¿Qué pasa? Escuchaba la voz de Claudia que me llamaba pero tardé unos momentos en saber de qué se trataba.. Mmmm, estaba adentro de la casita del perro. Ya, de pronto recordé... al dejarme ayer Claudia semidesnuda y con cadenas en el patio de su casa, me acurruqué con la manta que me dejó para dormir, pero en algún momento de la noche o de la madrugada me dio mucho frío y me fui a buscar el calor del perro, Pul y me metí a su casita para acurrucarme ahí. Recuerdo que apenas cabíamos los dos, pero funcionó, pude calentarme y dormir relativamente bien a pesar del intenso olor a perro.

—Te ves muy linda ahí en la casita del Pul, tontita, pero ya se fue mi papá. Ya puedes salir.

Estaba entumida, y las cadenas en mis muñecas y en tobillo y cuello no ayudaban. Cuando por fin salí al sol de la mañana, Claudia me dijo:

—Ay perrita, pero estás muy sucia, me temo que tendremos que bañarte.

—Ama, antes necesito ir al baño —le dije.

—Pues, mientras no estés bañada, tendrás que hacer como ayer... anda, ve y mientras, voy por Pablo para que me ayude a bañarte.

¿Por Pablo? ¿Para qué?, pensé. Ah, no quise ya pensar en nada y fui a un lado de los arbustos para hacer mi pipí... como los perros, pensé mientras me bajaba mis pantys que apenas conservaban algo de su blancura, llenas ya de tierra y mugre, así como mi bra y calcetas.

Me convertí en su perraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora