Llegué al colegio poco antes de las 8 de la mañana; llegué vestida con unos shorts de mezclilla del tipo deshilvanados, muy apretados y cortos, zapatos tenis de mezclilla y un top de tirantes de colores que deja ver mi ombligo. Por ropa interior, una tanga negra (y nada de bra). Me siento muy expuesta. Aunque a veces he visto a chicas vestidas así en el colegio, no es lo más frecuente, y seguro ellas son mucho más seguras que yo... por mi parte jamás me visto así.
Me gusta mucho mi cuerpo y dejando a un lado la modestia, sé que soy una niña atractiva, pero también soy muy tímida y no me gusta llamar la atención. Lo único que suelo usar son pantalones de mezclilla y blusas y camisetas normales (o sea largas y no muy apretadas) y aunque a veces me visto sexy, es sólo para ocasiones muy especiales y sólo si sé que iré en carro. A diferencia de Claudia, que tiene carro, yo tengo que usar el transporte público, y para una chica vestida sexy suele ser una verdadera complicación.
La ropa con la que me vestí ahora para el colegio me la dio ayer Claudia; me dijo que todo estaría bien, que ella no había planeado nada de esto, pero viendo cómo se dieron de bien las cosas el día anterior, todo le gustó mucho, y que todo se dio perfecto (para ella, claro, no para mí). Y en resumen, que yo no fuera a creer otra cosa, que ella estaba decidida a explorar esta nueva situación entre ella y yo, o sea, en la que ella me tiene sometida, y que aunque ella prefería que yo lo hiciera "voluntariamente", no dudaría en usar los videos, sobre todo el segundo, para "acabarme de convencer".
Me dijo que, por supuesto, yo podía negarme, pero debía pensar muy bien en lo que pasaría... Ayer al irme de su casa me dio el paquete de ropa y me dijo "Piénsalo con calma; si mañana llegas a la facultad con tu ropa insulsa habitual, como acostumbras, sabré que rechazaste nuestro 'juego' y ya veré qué hacer con los videos; pero si llegas vestida con la ropa que está en este paquete, y sólo esto, nada más... bueno, será mucho más excitante para las dos, ¿no es así perrita?" No sé qué esperaba que le dijera, ¿que yo lo había gozado? Por supuesto que no se lo diría... aunque sí, una parte de mí no podía dejar de reconocer que me había excitado mucho, no podía reconocerlo sin sentir mucha vergüenza... y aunque en realidad hubiera preferido no pasar por todo eso, debo reconocer ante mí misma que me excitó tanto... que no pude dejar de masturbarme pensando en cómo me trató Pablo, en sus nalgadas, en cómo me tenía sujeta de la cadena del perro... Me imaginé haciendo cosas con él... como que Claudia me obligaba a desabrocharle el pantalón y luego besarle el pene y luego chuparlo hasta que se viniera en mí... no, eso nunca, no debo reconocerlo ante ella. Apenas me lo puedo decir a mí misma. Pero de cualquier manera, sólo la idea de los videos en su poder me "ayudaron" a decidir y aceptar sus condiciones.
Cuando llegué al salón de clases, vi que Claudia estaba en el pasillo junto con su novio Ariel y con Omar.
—Hola chicos —dije tratando de portarme lo más normal posible. Los tres respondieron a mi saludo con el beso en la mejilla de costumbre, pero Claudia me susurró al oído "Qué linda perrita, me da mucho gusto verte así".
—¡Órale! Con la Silvia —dijo Omar— ¿a quién quieres impresionar vestida así?
—A nadie, sólo me dieron ganas de venir... eeeh, diferente —dije ya un poco más nerviosa. Y Claudia aprovechó para decir:
—¿Te gusta cómo se ve nuestra niña, Omar? Se ve sexy, ¿verdad? Deberíamos convencerla de que siempre mostrara esas piernas tan bonitas y que deje atrás sus pantalones y blusas sin chiste. ¡Ya sé, Silvia!; hoy cuando acaben las clases nos vamos tú y yo de compras.
—Mmmm —dijo Omar— eso sería interesante, me gustará ver el resultado, jaja.
No supe si Omar se estaba burlando o qué, pero no quise averiguar. La conversación siguió hasta que ellos tuvieron que irse a su clase y nosotras, entrar a la nuestra.
Entramos al salón y Claudia, sentada y a mi lado, me dijo que le alegraba mucho verme así, que había tomado una muy buena decisión. Incluso me preguntó que cómo me sentía. Yo le dije que mal, que ¿cómo quería que me sintiera? Su actitud no dejaba de parecerme rara. Me estaba tratando como a su amiga más querida, con ternura, como si quisiera consolarme, pero ¡era ella quien me estaba chantajeando! Le dije que no me parecía lo que me estaba haciendo, que no me gustaba vestir así exponiendo mi cuerpo y menos en la facultad, pero ella me dijo, como consolándome, "ya ya, perrita, mira, esto está sucediendo y seguirá pasando, y yo creo que muy probablemente te podrá llegar a gustar... no creas que no me di cuenta de cómo empapaste tus pantys ayer... perrita". Ah, eso era cierto; ¡sí se dio cuenta de cómo acabaron empapadas mis pantis!
En eso entró el profesor y yo alcancé a decirle que si por favor me dejaba de decir "perrita"...
—Qué tontita mi perrita! —dijo mientras pasaba su mano por mi piernas. No, tú ya eres mi perrita y te llamaré como quiera cuando quiera... en todo caso, puedo pensar en un nombre digno de una perra... mmm, como la Pulgas, jaja, pero shhh, ya va a empezar la clase, tontita.
En eso, el maestro pidió silencio mirándome especialmente a mí. Claro, yo era la única chica en el salón medio desnuda...
Las cosas se fueron dando más o menos igual a lo largo del día, con algunos encuentros ocasionales con más amigos sorprendidos por mi atuendo tan atrevido, hasta que terminaron las clases y Claudia me dijo que fuéramos a buscar el nuevo guardarropa del que había hablado antes con Ariel y Omar. Le dije que yo no tenía dinero para eso, pero ella me dijo que no había problema, que yo era su perrita y era su responsabilidad vestirme y ponerme los accesorios necesarios, como toda dueña... No supe a qué se refería bien a bien, pero sí tenía sentido lo del dinero, porque su familia sí que es pudiente y ella tiene a su disposición varias tarjetas que yo no puedo ni soñar con tener.
Fuimos a un mall que está cerca de su casa. Cuando entramos a la primera tienda todo iba normal, entramos como las dos mejores amigas. Pero claro que de repente se iba poniendo todo raro, tienda tras tienda, porque ella escogía prendas que yo nunca me hubiera probado ni imaginado comprar. Al final de horas de comprar, salimos con varias bolsas de minifaldas, tops, blusas, ropa interior (mucha de esa ropa comprada en la sección adolescentes o niñas), zapatos (todos de tacón altos o altísimos), calcetas... de todo, hasta maquillaje y accesorios como aretes y pulseras. A pesar de mis protestas y de mis cuestionamientos compró todo lo que le gustó, pero lo que estuvo especialmente extraño fue entrar a la tienda de mascotas; ahí hizo que me probara unos collares de perro, gruesos y delgados, de tela y de cuero. Yo me moría de la pena. Traté de fingir que estábamos jugando, pero no importaba, los pocos clientes que había se me quedaban viendo y me apenaba mucho eso. Me había probado varios collares de cuero hasta que Claudia vio unos ahorcadores detrás del mostrador; eran de un metal gris opaco, los eslabones eran más finos que las cadenas comunes y las argollas de los extremos más pequeñas, definitivamente no eran un producto barato. Pidió al dependiente que nos mostrara una de las cadenas de tamaño intermedio y me la puso al cuello; estirado me llegaba hasta el escote, entre mis bubis. El dependiente me miró fascinado. Claudia jaló la cadena hacia arriba hasta que me apretó tanto que tuve que pararme de puntitas; los dos, el dependiente y Claudia, estaban encantados. ELLa dijo que definitivamente probaríamos con esa cadena, pero que de cualquier manera llevaríamos dos de los collares de cuero, uno grueso y el otro más fino, además de dos recipientes de perro para comida. El dependiente le dijo a Claudia que si quería podía hacer una placa de identificación con el nombre (viéndome a mí), que había unas muy bonitas... para perros machos y para hembras. "Jaja —rio Claudia— no, aún no sé qué nombre le pondré a mi perrita, pero quizá luego vengamos por la placa".
Al salir del mall Claudia dijo:
—Bueno perrita, aún es tiempo de ir a casa a que veas a mi hermano; no estuvo bien haberlo dejado ayer tan excitado, creo que le debes una explicación...
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Me convertí en su perra
Fiction généraleMi nombre es Silvia. Siempre me he considerado una chica normal, aunque debo confesar que tengo fantasías que cada vez me ganan más... fantasías de sumisión y de ser humillada, tanto por hombres como por mujeres (aunque hasta ahora sólo he tenido re...