Parte 9 Recibo azotes y mi nombre de perra

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Cruzamos la puerta y ahí estaban los dos. Por supuesto, la reacción de ambos al verme fue la que esperábamos las dos: pusieron cara de hombres en celo. Bueno, Ariel por supuesto que trató de disimular, y Omar salió al paso diciendo "Silvia, pues sí te tomaste en serio eso de vestirte distinto..."

—¿Qué tal, Omar, la apruebas... o la repruebas... o te gustaría re-probarla? Jaja —rio Claudia, tomando mi ahorcador y jalándolo al tiempo que me ordenó—: a ver tontita, da una vuelta para que te aprecien bien. Sumamente avergonzada con mis dos amigos, no me quedó de otra y puse cara de traviesa y me di la vuelta, con lo que mi faldita con vuelo reveló más de la cuenta.

—Jaja, claro que la aprobamos —dijo Ariel plantándole un beso a Claudia, quizá para demostrarle algo y evitar que se pusiera celosa.

—Bueno, vamos al carro, dijo Claudia, y como de costumbre, cuando íbamos en el carro de Ariel, él manejaba con Claudia adelante y Omar y yo atrás. Ya sentados, Claudia se volteó hacia nosotros y tomando mi cadena se la ofreció a Omar diciéndole

—Omar, ¿sabías que a Silvia le gustan mucho los perros?... tanto que decidió usar su propio collar de perrita, así que podemos usar su cadena cuando queramos.

—¿Cómo crees Claudia? —dijo Omar.

—Sí, mira, Silvia es muy tímida pero antier me confesó eso y yo decidí ayudarla a...

Claudia iba a seguir hablando, pero tuve que interrumpirla diciendo "Claudia, nooo".

—Ya, ya, tontita, ¿a poco no eres muy tímida?

—Sí, pero...

—¿Y a poco no me dijiste que tenías fantasías ocultas, una de ellas era usar cadena de perro?... algo así dijiste, ¿no? —era evidente que me estaba acorralando...

—Mmm, sí, pero...

—Y en fin, chicos, la cosa es que lo platicamos las dos y llegamos a la conclusión de que yo, que soy su mejor amiga, le ayudaría a explorar algunas cosas...

¿De veras, Silvia? —dijo Omar tomando mi cadena que no pudo rechazar de la mano de Claudia.

—Ssí, es cierto, Omar.

—Bueno, pues sí que es toda una confesión — añadió Ariel.

Por supuesto, yo quería que me tragara la tierra. Me sentía roja de la pena, pero también excitada con la idea de que Omar quisiera tomar ventaja de la situación, que jalara mi cadena hasta su rostro... después de todo ahí estaba yo, vestida de la manera más coqueta posible... me sentía vulnerable vestida así y también por lo que Claudia decía de mí, pero algo muy en el fondo de mí, a pesar de la pena, sentía una extraña excitación ante la posibilidad de ser humillada por mis amigos.

Pero por supuesto, la situación era muy incómoda, y pronto cambiaron el tema y Claudia no insistió. Omar soltó mi cadena viendo cómo iba a dar entre mis pechos y las cosas continuaron más o menos normales hasta que fuimos al cine, donde Claudia no perdió oportunidad para que yo les sirviera en todo lo posible: yo fui la encargada de comprar los boletos y ya sentados, les dijo que no se preocuparan, que yo iría a comprar las palomitas y refrescos para todos. Los tres compartiríamos palomitas, por lo que Claudia puso el recipiente en mis piernas. Esa noche no pasó gran cosa... sólo que, sentada al lado de Claudia (a mi izquierda) y de Omar (a mi derecha), ambos pusieron su mano en mis piernas... Claudia sin disimulo, acariciando mi muslo izquierdo; Omar pasando el dorso de su mano por mi pierna derecha, como al descuido. Después de eso casi no pasó nada, incluso me dejaron en mi casa y luego Claudia se fue con Ariel a dejar a Omar en su departamento.

Para el lunes, Claudia me dijo que me llevaría a su casa para servirle de criada otra vez. Ese día no estaba Pablo porque tiene clases de no sé qué. Al llegar recogió dos paquetes que seguramente recibió en el día la señora que les hace el aseo de entrada por salida. Ver los paquetes la hizo feliz, y me dijo "Perrita, creo que éstos son unos regalos para ti que pedí por internet". Subimos a su cuarto y tras pedirme que me quitara toda la ropa salvo el bra y la tanga, salió al baño y ni siquiera me amarró las manos. Cuando salió, se me ocurrió la brillante idea de agarrar su celular, que estaba fuera de la bolsa, sobre la cama. Tuve la idea de buscar rápidamente los videos que tenía de mí, con la esperanza de borrarlos (y que no tuviera copias) para poder enfrentármele y que dejara de chantajearme. Rápidamente y muy nerviosa, intenté dos, tres veces la combinación que desbloqueaba el teléfono (la había visto y tenía idea de cómo era el patrón. Lo logré al tercer intento, y cuando había entrado a la galería de videos, ella entró intempestivamente al cuarto. Su reacción fue bastante violenta. "¿Qué estás haciendo, perra?" Y antes de que pudiera intentar responder me quitó el teléfono y me dio una tremenda cachetada que me sacudió toda.

Me convertí en su perraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora