Doce

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Ivy luchaba por contener sus alaridos. Caminó ñ pisando fuerte por el pasillo hacia su dormitorio, tramando la manera exacta de cómo saldría pitando de este enredo. Había sido tan estúpida. Había creído que, porque los hermanos le ofrecieron un poco de cariño, realmente se preocupaban por ella. Pero no. La habían zurrado y la habían excitado entre ellos. Eso no era afecto, solo perversión.

Pero entonces… Jimin la había tomado en sus brazos y bajado por las escalinatas. Eso se sentía como afecto, así como despertarse acurrucada entre ellos en la gran limusina. Apartó las imágenes cuando atravesó la puerta del dormitorio. La habitación era más grande que su apartamento y la cama se veía como si hubiese sido construida para que durmiera un equipo de futbol. Sólo podía imaginar lo que los hermanos habían planeado hacer con ella allí.

Con una pizca de maliciosa alegría, giró el cerrojo. De ninguna manera iba a dejarlos entrar después de que la habían engañado.Ahora se enterarían de lo que era capaz.Había escuchado bastante de su conversación para darse cuenta que solo Taehyungpensaba que ñ ella tenía un cerebro capaz de pensar de manera independiente. Jimin y Jungkook… Dios, ¿en verdad creían que estaba tan necesitada? ¿Qué era tan estúpida? ¿Y dónde encajaba Taehyung en todo esto? No la había tocado pero aún podía oír su voz profunda e hipnótica diciendo a Jimin que la girase para poder verla, todavía sentía la mirada ardiente de su jefe justo entre sus piernas después de su primer orgasmo. Y el último con ellos también, porque no había manera de que les permitiera a ninguno de esos hombres volver a acercarse a ella.

—¿Ivy? —Se oyó un golpe vacilante en la puerta —. Cariño, tenemos que hablar. Déjanos entrar.

Jimin. Esa voz tierna la instaba a confiar en él. ¿Después de que le hubiera robado el teléfono y le hubiera dicho que no tenía ni idea de dónde estaba? De ninguna manera.

—Vete.

—No podemos —dijo Jimin con esa voz zalamera—. Ivy, voy a entrar.

Ella sintió una oleada de satisfacción cuando el pomo de la puerta se movió, pero la puerta permaneció cerrada. Probablemente no creían que fuese lo bastante inteligente como para cerrarla con llave.

—No quiero hablar con vosotros.

Porque no hablarían, mentirían. Le dirían lo que fuera necesario para conseguir que abriera esa puerta. Ella se enamoraría de sus lisonjas. Entonces estaría justo donde empezó… la dulce y confiada Ivy permitiéndoles guiarla en el problema.

Pocas posibilidades.

Ahora podía ver que ellos realmente no la querían. Querían alguien sumisa, un juguetito confiado y pensaron que ella cumplía los requisitos. A pesar de su virginidad, no era completamente ingenua. Había leído libros y escuchado los rumores. Eran Doms y querían a alguien maleable que no se quejara cuando la atasen, le zurrasen el trasero y la utilizasen de un millón de formas deliciosas.

No era esa chica. Sin importar cuánto una parte de ella quisiera serlo.

—Ivy, abre la puerta en este mismo instante —exigió Jungkook.

Él era inflexible. Siempre había sabido que era irascible, pero los arrebatos de cólera de Jungkook se agotaban rápidamente. Jimin, sin embargo, guardaba rencor. Él siempre primero intentaba persuadir y engatusar. Si eso no funcionaba, no tendría ningún problema en usar la fuerza.

—¿Qué parte de “no” no entendéis? ¿Es la N o la O, que es confusa? —preguntó ella de manera dulce.

Segundos después la puerta se abrió de golpe, la pieza de madera finamente elaborada no pudo competir con los dos Doms. Lo que quedaba de ésta colgaba de las bisagras rotas. Jungkook irrumpió, todo hombre de las cavernas. Ivy se obligó a mantenerse firme. ¿Y ahora qué?Jimin miró furioso a Jungkook.

Cautiva - jjk; kth; pjm [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora