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Camila

La idea de que Lauren estaba descuidando su papel de madre me estaba preocupando más de lo que debería. Antes de tener a Joe, sabíamos la responsabilidad que sería tener hijos. Nuestros padres, amigos y personas cercanas habían conversado con nosotras antes de que la idea de tener un hijo se hiciera realidad.

Fue algo que siempre agradecimos porque más allá de nuestro amor como pareja, era una decisión para toda la vida tener a alguien en común de por vida y actualmente eran nuestros dos niños.

Llegar a pensar en un juicio por la custodia completa de ellos dos inundaba mi cuerpo de rabia e impotencia, no quería llegar a eso jamás. En las reuniones de divorcio lo primero que se dijo era que no se iba a tocar la relación con los niños, al custodia sería compartida y la crianza seria en comunicación de las dos. Jamás de un juez.

¿Qué estás haciendo Lauren?

Era lo que me preguntaba todos los días. Una parte de mí trataba de entender que su trabajo estaba ocupando mucho su tiempo, ya que no sabía de sus proyectos actuales y a futuro al menos que comprometieran el tiempo con los niños y por el momento ninguno más que Tailandia los había comprometido.

Malai, Malai, Malai.

Ella tenía que ver con Tailandia y si sumaba toda la ecuación era fácil deducir que se estaba llevando el tiempo que le pertenecía a mis hijos.

Apreté los dientes con fuerza mientras iba en el camino y veía la estructura del colegio con más claridad.

Ally es un ángel, no hay mucho que decir respecto a eso. Me ayudó al momento en que llamé a su oficina solicitando que se hiciera cargo por el resto de la tarde de la empresa. Sería fácil para mí decirle que Jacob buscara a los niños como favor pero no quería que llevara una responsabilidad que no le correspondía.

Jacob era el hombre adecuado para Ally, desde el principio entendió que mi amiga es una mujer con principios muy fuertes y es dedicada a todo lo que le apasiona. Por lo tanto, no iba a dejar la empresa para ser ama de casa y ahora tienen dos hijos hermosos que son los mejores amigos de Joseph y Melissa.

Recibí al menos dos llamadas de Lauren. Una mientras recogía las cosas de mi oficina y otra cuándo estaba llegando al estacionamiento de la escuela de los niños. Ninguna atendí.

¿No podía entender que no quería hablar con ella?

Hice una mueca de dolor apenas toqué el asfalto del estacionamiento con mis tacones. No creí que me pasaría factura tan rápido por correr en el edificio. Me devolví a la camioneta y en los asientos traseros busqué mis zapatos deportivos y un par de calcetines en mi guantera.

Los zapatos deportivos afectarían mi vestimenta de ejecutiva, pero a este punto no importaba. Lo primordial es y siempre será no perder mis pies. Satisfecha de que al pisar nuevamente el asfalto no sufrí, bloqueé el auto con las llaves y comencé a caminar lo más rápido que pude a la entrada del colegio.

—¿De quién huyes? — Escuché una voz femenina a mis espaldas. Volteé confundida para poder ver a la mujer que criticaba mi manera de caminar.

—¿Te conozco? — Pregunté dispuesta a discutir. La mujer hizo una mueca y negó. Levanté una ceja esperando algo más pero al no conseguirlo, me concentré en mi camino de nuevo.

Pude ver a muchos niños corriendo por el lugar, al parecer jugando mientras los iban a buscar. Entre todos ellos comencé a buscar con la mirada a los dos seres humanos que llevaban mi apellido. A Joe lo visualicé en una batalla de empujones con el hijo de Ally y otro niño que no conocía y a Melissa la vi a su lado viéndolo enojada con dos niñas y un niño, todos ellos confundidos por la confrontación a su lado.

Divorce (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora