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Sí, todavía escribo.


***


Lauren:

El vuelo a Montana podría definirse como un duelo de hermanos. Los dos estuvieron dos horas buscando la atención directa de Camila o la mía a su propia conveniencia. Creyendo que así, el otro sentiría que no tiene poder o es el más querido.

Joe y Mel son tan unidos que solo en dos oportunidades había pasado algo de ese calibre. Una vez fue por un helado y ahora ésta. Diría que los entiendo pero mentiría. Con cada muestra de afecto, conversación o actuación que hacían me divertía gratamente, cosa que no le gustaba a Camila y que por su culpa debía ser discreta a la hora de reír.

Al salir del aeropuerto un auto nos esperaba para llevarnos al Resort, era uno muy bueno que quedaba en la cima de una de las montañas más hermosas de Montana. La rivalidad se olvidó apenas comenzaron a sentir el frío y la nieve caer en la media hora de viaje extra que nos quedaba.

En estos momentos sentía felicidad por ver a mis dos hijos alejados de nuestra realidad, una dónde deben soportar acoplarse a dos lugares por el resto de sus vidas con nuevas reglas de convivencia y todo lo que conllevaba un divorcio. Era bueno después de meses no ver esos ojitos tristes por ver que me despedía de ellos antes de la hora de cena, ir a dormir o un viaje a último momento.

Ellos me necesitan y yo los necesito.

La cabaña que Camila y yo habíamos elegido era de madera pura de roble oscuro con grandes ventanales, dos pisos dónde el primer piso tenía dos habitaciones, sala de estar con muebles de cuero no animal, uno de ellos se podía desplegar a sofá cama, un televisor lo suficientemente grande para pasar el rato y una chimenea junto a la cocina con un gran mesón de mármol, refrigerador y hornos que se notaban modernos que formaban parte de un concepto abierto, un baño y una mini lavandería. Mientras el segundo piso estaba conformado por tres habitaciones, una de ellas la principal y dos baños.

Era una maravilla de casa para estar en familia. Al principio, Camila y yo pensamos que era muy grande para nosotras y los niños pero luego de un rato pensando, nos dimos cuenta que era genial para traer a la familia completa en un futuro y estando seguras de si era un buen lugar, debíamos probar.

Le pedimos al chofer que nos ayudara con el equipaje mientras buscábamos a los niños por el lugar después de que decidieran correr sin prisa alguna por todo el alrededor de la casa. Respiramos al ver que solo tocaban la nieve maravillados, no era la primera vez que la veían, puesto que de bebés la conocieron. La cuestión es que a tan temprana edad los recuerdos que le quedaban eran pocos.

Les dimos a los niños la elección de elegir en que piso querían quedarse, ellos subieron al segundo de inmediato y eligieron cada habitación sin mucho problema. Camila llegó unos minutos después de que Mel y Joe exploren sus respectivas habitaciones. Decidimos darles su espacio y quedarnos en el pasillo solo oyéndolos.

—Nunca hablamos de quién dormiría en la principal. — Salí de mi ensueño para mirar a Camila y prestarle atención a sus palabras. Me encogí de hombros.

—Puedes quedarte con ella, yo puedo elegir cualquiera de las dos de abajo. — Le dí una media sonrisa. Pasé por su lado para recoger las maletas en la puerta principal.

—Claro, la costumbre no se puede perder. — Me detuve y me giré de inmediato para mirarla fijamente tal cuál mi ex esposa lo hacía. Ella levantó una ceja. — No te hagas la ofendida ahora. Digo la verdad y esa es que estarás lejos de nosotros, ajena a todo, como si fuese Miami. — Sonrió con sorna.

Divorce (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora