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Voten y comenten mucho que para nada me estoy desvelando hasta esta hora escribiendo para ustedes.

Love'ya.

***

¿Cómo una persona puede sentir tanto dolor? No sabía hasta que capacidad llegábamos a soportar pero necesita que se fuera. Estábamos solas Mel y yo. Era el único apoyo que tenía luego de que Joe saliera corriendo hacía la calle y Camila lo persiguiera. Mi pequeña hija de siete años me tenía abrazada muy fuerte contra el césped y no podía evitar darme cuenta del alivio que sentía a que ella estuviera conmigo.

¿Cómo una persona puede hacerle tanto daño a otra? Eso me preguntaba todos los días. El enojo que cargaba mi hijo mayor en esos momentos no solo los noté en su voz, también en sus ojitos. La voz en mi mente me estaba gritando, la escuchaba culparme por todo lo que estaba pasando pero ¿Qué podía haber hecho?

¿Cómo una persona puede decepcionar tanto a otra? El silencio, los gestos, la mirada y los suspiros de Camila gritaban más que cualquier voz que pudiera ser escuchada. Ella estaba decepcionada y cansada por las cosas que estaba sucediendo ¿Y yo? Todavía no podía mover un músculo.

¿Cómo una persona puede amar tanto a otra aunque esta esté derrumbando su mundo? Mel es una niña tan inocente y pequeña que no merecía cargar con el peso de las cosas que estaban pasando en la familia. Mi niña no lloraba, no gritaba. En todo este tiempo solamente asentía y nos consolaba.

¿Cómo una persona se puede odiar tanto? Porque eso es lo que siento por mí.

—¿Qué te parece si vamos al auto, cariño? Es más seguro esperarlos ahí. — Le susurré en el oído a mi hija, quién tenía su cabeza reposaba en mi pecho. Acaricié su cabello castaño oscuro con delicadeza. Esperé su respuesta por unos segundos hasta que sentí el movimiento de su cabeza dándome una señal positiva. Levanté mi cabeza mirando al cielo y suspirando.

Nos levantamos con cuidado y caminamos hasta mi auto. La ayudé a subir a uno de los asientos traseros, le abroché su cinturón y le di un beso en la cabeza. Ella sonrió levemente, le devolví el gesto mientras mi corazón se apretaba con el acto.

Subí al asiento del copiloto y bloqueé todas las puertas por seguridad. Miraba a todos lados de la calle y el parque y gruñí porque no veía señal de Camila y Joe. Mi corazón latía rápidamente y sentía mi cuerpo caliente. La sensación de que el aire que respiraba era poco era cada vez mayor. Esto no podía estar pasando ¿Dónde estaban? Miré la hora en mi teléfono pensando si llamar a Camila. Por supuesto que debo ¿No? Son mi responsabilidad.

—¡Mami mira! — Levanté la mirada de mi teléfono por el grito de Mel. La miré por el retrovisor, ella estaba con su brazo levantando señalándome un lado de la calle. Le hice caso y sentí que podía respirar tranquilamente de nuevo. Camila llevaba a Joe en sus brazos de manera protectora mientras mi bebé estaba abrazado fuertemente a ella con su rostro escondido en el cuello de ella.

Cuándo estuvieron cerca de nosotras me di cuenta que Joe estaba dormido. Camila llegó al auto, lo sentó en la parte de atrás abrochando su cinturón de seguridad, le dio un beso en la frente a ambos y luego pasó al asiento del copiloto. La conocía perfectamente, no quería hablar, su cuerpo se notaba tan tenso al igual que su mandíbula y yo no iba a desafiarla.

El camino a casa fue en silencio. Era totalmente aterrador ya que siempre los niños fueron inquietos al igual que Camila. Desde que tengo memoria la recordaré como una persona parlanchina y de las primeras personas que siempre tenía algo que decir. Cosa que nunca me molestó.

Las constantes peleas de mis padres en su momento me hizo una persona muy reservada y callada. Nadie era privilegiado para decir que habló conmigo por más de tres minutos a excepción de Normani o mis hermanos.

Divorce (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora