Capítulo 4, Te Lo Prometo

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Volví a la cocina con más rabia que nunca, cogí el cartón de leche y me fui corriendo de mi casa, corrí por todo el pasillo, hasta salir por la puerta y cerrarla de un portazo, me encontré la puerta de la casa de Ana abierta y entre por ella cerrándola con más cuidado que con la de mi casa, fui lo más rápido posible a la cocina, pero sin levantar sospechas sobre lo que pasó en la cocina de mi casa.


-Hombre, ya era hora, dame la leche anda- dijo mi madre poniéndose sus manos en las caderas.


-Toma, ¿Sabes donde está Ana?-


-Creo que la he escuchado subir las escaleras ¿Por qué?-


Ignoré completamente a mi madre para dirigirme hacia las escaleras y subir por ellas, al subir por ellas no podía parar de pensar en lo que había pasado en la cocina, ¿Por qué coño evite esa situación si era lo que más quería hacer?, jamás comprenderé lo imbécil que soy, subí las escaleras lo más rápido que pude hasta llegar a la habitación de Ana, su puerta estaba cerrada así que llamé a la puerta.


-Ana, ¿Puedo pasar?-


Espere impacientemente su repuesta, pero no la hubo así que entre directamente a la habitación, al entrar me quedé estupefacto, cuando entre, pude ver a Ana sentada en una silla y delante de la ventana, el sol le enfocaba todo su bello rostro, pero dejando una agradable sombra al resto de su cuerpo, aquel plano parecía una escena de una película de terror, pero en ese caso yo no sentía terror, sino preocupación, y tristeza por ella.


Di unos cuantos pasos hacia delante y pose mi mano sobre su hombro, al poner mi mano izquierda en su hombro ella giró la cabeza hacia mi mano, pero después volvió a su posición inicial.


-¿Estás bien?- Dije con voz temblorosa.


Ana seguía sin contestarme, podía notar como no se encontraba en este mundo, sino como en un mundo paralelo, estaba totalmente ida, con la mirada fija hacia abajo, hacia sus manos, sus pulgares no paraban de dar vueltas entre si.


Quité mi mano de su hombro y después me puse delante arrodillándome ante ella poniendo mis manos en sus rodillas.


-Ana, ¿Qué te pasa?-


Los ojos de Ana empezaron a llenarse de lágrimas, Ana empezó a liberar pequeños suspiros causados por las lágrimas que comenzaban a caer de sus mejillas, al ver que comenzaba a llorar empecé a secar sus lágrimas con mis pulgares, a la vez Ana alzó su mano para agarrar la mía, ella levantó su cabeza para mirar mis ojos, en ese momento hice contacto visual con sus ojos y pude percibir el sentimiento de tristeza que abarcaba tanto su mirada como su mente.


-Eros...-dijo entre lágrimas y pequeños gimoteos a causa de la tristeza que invadía su cuerpo.


-Dime Ana- Dije agarrando su mano.


-El de la foto... era mi hermano-


En aquel momento las piezas del puzle empezaron a encajar por si solas, como pude ser tan imbécil de pensar que era su pareja, en aquel momento me sentí tan tonto, tan estúpido, aquí pude demostrar mi estupidez en mi estado más puro.

Con Amor, AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora