Marcos acabó de ayudar a mis padres con el equipaje, y regresó a la furgoneta para que por fin saliéramos de allí hacia nuestro destino, yo seguía parado en la puerta de la furgoneta, todavía estaba analizando la situación, tenía una vergüenza increíble.
-Hijo ¿Subes?- Me pregunto Marcos.
-Oh, si- le dije avergonzado.
Tire de la puerta para que se abriera y al abrirla encontré a Blanca, Óscar y Ana me miraban fijamente hasta que por fin Ana rompió aquel silencio tan incómodo para mí.
-Ponte por aquí detrás- Dijo señalando a los asientos de detrás de ella con el dedo pulgar.
Yo al instante, sin decir ni una sola palabra, me dirigí hacia los asientos de detrás, deje mi mochila en el suelo de aquel Volkswagen, justamente entre mis pies, mi cuerpo se encontraba muy tenso en aquel momento, tan tenso que me empezó a doler tanto el cuello como la espalda y el resto del cuerpo, Marcos al fin subió a la furgoneta.
-Bueno, ¿Todos preparados no?-
-¡SÍ!- Dijeron todos a la vez.
Marcos al escuchar la respuesta abrió la ventanilla de la furgoneta para hacerle una señal a mis padres de que nos íbamos ya, seguidamente arrancó la furgoneta y se puso en marcha, en aquel momento había un silencio que al menos para mí resultaba incómodo, pero debido a esa situación por la que estaba sufriendo resultaba normal, en cuanto llegamos a la entrada de la autopista Marcos me lanzó una pregunta.
-Oye hijo, ¿Cuál era tu nombre?- me pregunto sin despegar la mirada de la carretera.
-Me llamo Eros señor- dije muy avergonzado.
-¿Eros?, ¿Cómo cupido?- dijo interesado.
-Exacto señor, jajajaj- solté una risa nerviosa.
-No hace falta que me llames señor, puedes hablarme de tú a tú, que no estamos en la mili por dios jajajajaja- me respondió.
-De acuerdo- dije.
El silenció abordo de nuevo la furgoneta, el único sonido que se escuchaba era el del motor haciendonos mover por aquella carretera, pero el silencio segundos después se volvió a romper para entablar una conversación más larga que la anterior.
-Y oye Eros, ¿Cuánto tiempo lleváis viviendo en esa ciudad?-
-Pues la verdad, yo llevo viviendo allí desde que nací, y siempre en la misma casa- respondí
-¿Y cuántos años tienes Eros?-
-Pues tengo 15 años-
-Mira igual que Ana- Dijo Ainhoa dibujando una sonrisa en su rostro y mirando a su marido Marcos el cual también giró su cabeza para ver a Ainhoa.
Aquel momento parecía un interrogatorio, solo faltaba que hicieran de poli bueno y poli malo, eche mi vista hacia atrás y pude ver el coche de mis padres, podía ver como mi madre estaba muy cabreada y con un mapa desplegado en la mano, seguramente estarían discutiendo sobre lo que había pasado antes de que nos fuéramos de casa, cuando volví la mirada hacia el frente pude ver a Ana con una sonrisa y observándome, rápidamente aparte la mirada de ella avergonzado, jamás había pasado tanta vergüenza como en aquel momento, me puse a mirar la ventana, aquel paisaje estaba rodeados de coches, coches adelantándonos o yendo en dirección contraria, coches de diferentes colores, de diferentes marcas y de diferentes diseños, pero en ese paisaje predominaba un único elemento, ese elemento era el sol, hoy brillaba con un esplendor que nunca había visto, tal vez sería por el lugar donde me encontraba, en una furgoneta con la mujer que probablemente sería la mujer de mi vida, junto al resto de su familia, la verdad jamás me he llegué a imaginar aquella situación.
ESTÁS LEYENDO
Con Amor, Adiós
Teen FictionEros conoce a su nueva vecina la cuál ha estado en mil ciudades diferentes de todo el país, Eros se enamora perdidamente de ella a niveles de hacer cualquier tontería por ella.