Capítulo 9, El Magnífico Vestido

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Recogimos todo el equipaje y lo metimos dentro, al acabar con el equipaje, vimos a Marcos sentado en el sofá del salón junto a Ainhoa, Ainhoa estaba curándole la herida a Marcos.

-¿Cómo estás?- Preguntó mi padre

-Bien, bien, no es nada solo un simple arañazo-Dijo mientras Ainhoa le ponía una especie de venda en la herida

Mis padres y los padres de Ana se quedaron hablando de cosas, la verdad no me enteré de nada, me quedé embobado mirando la barandilla de la segunda planta, en aquel momento no podía parar de pensar en la escena de antes, la escena en la que Ana se me quedó mirando desde la planta de arriba mordiéndose el labio, era como si algo me llamara desde arriba, algo me incitaba a subir, así que sin que nadie se diera cuenta subí las escaleras hasta llegar a la segunda planta, cuando llegué, me pose en la barandilla de la segunda planta para mirar al salón donde todavía estaban mis padres y los de Ana hablando, me di la vuelta y pude ver el largo y ancho pasillo de la segunda planta, había cuatro puertas a un lado y cuatro al otro, cada puerta resulta que era una habitación, y al final del pasillo se encontraba una ventana,por la cual podías ver el lago.

Fui avanzando por el pasillo hasta pararme delante de una puerta que estaba entreabierta, tenía mucha curiosidad de que porque estaba entre abierta y de quién había dentro, así que me asome por la puerta y no me podía creer, podía ver a Ana semidesnuda, podía ver como solo tenía puesto un conjunto de lencería de color negro, en ese momento la temperatura de mi cara como la del resto de mi cuerpo empezó a elevarse a niveles que jamás había podido imaginar, mis ojos se abrieron como platos y mi mandíbula se desencajó, al parecer ella se estaba poniendo un vestido con un estampado de flores rojas junto a un fondo blanco, la verdad cuando se lo puso me pude dar cuenta de lo bien que le quedaba y de lo bien que le sentaba aquel vestido floral, pero después de ponerse aquel vestido ella se fue dirigiendo a la puerta, en aquel momento no tenía ni idea de lo que hacer, estaba completamente atrapado en esa situación, no sabía lo que hacer, pero mis piernas arrancaron a correr hasta llegar al principio de las escaleras, mis piernas se pararon en seco para después dirigir la mirada hacia Ana que estaba saliendo de su habitación con ese vestido que tan bien le sentaba.

Mi cuerpo empezaba a sudar de una manera que jamás lo había hecho, aparte del calor que hacía y la mini carrera que me había pegado, mi cuerpo también estaba sudando de vergüenza, después de ver a Ana semidesnuda no la podía mirar a los ojos.

-Ehh, Eros, ¿Ya sabes dónde vas a dormir?-Pregunto Ana acercándose a mi

Cuando Ana llego a mi lado casi corriendo, las palabras empezaron a salir de mi boca.

-Pues...no, la verdad es que no-dije mirando hacia abajo avergonzado

-Mira, ven que te lo enseño, está justamente delante de la mía- dijo agarrándome del brazo y llevándome hasta la habitación.

Ana abrió la puerta para que yo pudiese ver como era la habitación, pero la verdad, no aparte la mirada del suelo, estaba tan avergonzado que no podía alzar la vista más allá del suelo.

-Oye Eros, ¿Te pasa algo?-Pregunto agachándose para ver mi cara mirando al suelo

-No...no la verdad, solo que estoy un poco cansado-dije como excusa

-Pero si te has pasado el viaje durmiendo jajaja- dijo que con su magnífica sonrisa

-Ya, pero sigo cansado- dije llevándome las manos al cogote

-Bueno, te dejo que te acomodes en tus aposentos-Dijo en tono burlón y haciendo una reverencia con su vestido

-Gracias- dije nervioso

Segundos después pude ver a Ana cruzando todo aquel pasillo que hace escasos segundos había recorrido no una, sino tres veces, cuando vi a Ana de espaldas cruzando todo aquel pasillo con su vestido, no podía parar de pensar en su conjunto de lencería de encaje de color negro, le quedaba increíblemente bien, y voy a ser sincero, en aquel momento me hubiera gustado verlo más cerca, tan cerca que podría habérselo quitado.

Entré en la habitación, de un golpe deje la mochila en el suelo justo al lado de la puerta y me lancé hacia la cama, pero en cuanto me lance hacia la cama, la cama empezó a emitir sonidos no muy buenos hasta que sentí como las patas de la cama se rompían haciendo llegar al suelo el colchón, la verdad me llevé un buen susto, pero eso me pasa por ser tan brusco.

Después de aquel estropicio que forme en la habitación me puse a volar de nuevo, pero no podía parar de pensar en la imagen de Ana, era imposible, creo que me había obsesionado con ella, no solo con su monumental cuerpo si no, con su belleza interior, tiene miles de secretos favorables ocultos dentro suya y parece superinteresante, pero en aquel momento no dude ni un solo segundo, ella era la mujer de mi vida, estaba convencido y ese viaje es la oportunidad para que se haga todo oficial y para que todo se defina y quede todo claro.

Una voz irrumpió en mis pensamientos.

-¡EROS, BAJA UN MOMENTO!-

Como no era los gritos tan famosos de mi madre, parecía que le encantaba gritar mi nombre

-¡VOY!-Grite inmediatamente

Intente levantarme del colchón que estampé contra el suelo, pero parecía imposible, así que me tiré directamente al suelo para después levantarme sobre una superficie dura, abrí la puerta y crucé todo el pasillo hasta la barandilla que te permitía ver la planta baja.

-¿Que quieres?-Pregunte

-Baja que comeremos ahora-

Así que con cara de pocas ganas bajé las escaleras hasta llegar abajo, todos se fueron al comedor que estaba completamente separado del gran salón por culpa de una pared de madera decorada con cuernos de renos y demás animales, entré en el comedor y jamás haba visto un comedor tan grande, se trataba de una mesa muy larga y grande, cada uno nos empezamos a sentarse en la mesa, me senté justamente al lado de Rod y mi padre, pero justo delante de mí se sentó Ana, con su gran mirada que hace acelerar mi corazón y mi pulso justamente a la vez que mi respiración se aceleraba y no podía hacer absolutamente nada para evitarlo.

Con Amor, AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora