El espejo

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─¿Pensé que la ley del espejo aplicaba contigo?─Dijo Brisa.
─Pues se debe ser muy primario para que aplique.
─¿Muy primario?
─Esa ley dice que conoces a los demás, en base a lo que sabes de tí mismo. Eso es verdad. Pero también puedes informarte y asociar conceptos. Puedes conocer y reconocer rasgos en el otro, aunque tú no los tengas. Sólo el primario está convencido de que el otro es como él. Si tienes algo de instrucción, eres capaz de darte cuenta de que el otro es un otro. No siente como tú, no piensa como tú, ni siquiera percibe el mundo igual que tú. Esa ley puede ser engañosa y hasta peligrosa si te la tomas demasiado en serio.
─¿Peligrosa?
─La gente sin alma, puede imitar emociones ajenas a la perfección y, sin embargo, no sentirlas. Si eres buena, a un humano sin alma, no le costará demasiado convencerte de que él también lo es. Inocentemente, creerás que es como tú. Que reconoces lo bueno que hay en tí en él. Y no. Es un depredador. Su mente no funciona igual que la tuya.
─¿Hay gente sin alma?
─Más de la que crees. Rafa los comparaba con vampiros. Viven de la energía vital de los demás.

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