A mi me importa

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"Dr.Strange es propiedad de Disney/Marvel. Todos los derechos reservados."
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Estaban en tiempo.
Strange se veía muy gallardo usando el smoking que había elegido y esperaba pacientemente a su acompañante al pie de la escalera del Sanctum Sanctorum.

-¿Estás completamente seguro de querer ir, Strange?- Wong estaba parado a su lado.

-Sí.-respondió con determinación.

-¿Y estarás bien?- alzó una ceja con incredulidad.

-Sólo es una boda, además ya lo he asimilado, Wong- dijo con aires de suficiencia.

-No me refiero a eso, hablo de...- le hizo señas con la cabeza.

Stephen gesticuló confundido en respuesta.
-Creo que no lo estoy captando.- rió ligeramente.

Wong rodó los ojos.
-No te hagas el tonto Strange, hablo de...-

-Wanda...-susurró.

Wong asintió y notó que su amigo no le había respondido como tal, y tenía la mirada fija en la figura femenina que empezaba a asomarse.

Y es que el Dr.Stephen Strange no pudo ser indiferente en cuanto la vio bajar "embelesado" por las escaleras del Santuario, incluso Wong había parpadeado un par de veces.

Lucía de manera espectacular un vestido de corte europeo en tono "escarlata" que había terminado por conjurar para esa ocasión especial, con zapatos y accesorios a juego.

-Lamento la tardanza.- sonrió un poco avergonzada.

Stephen la miró con asombro e hizo un gesto de aprobación.
-No me equivoqué en pedirle que me acompañará en tu lugar, a ti no se te vería tan bien ese vestido ¿no lo crees?.- bromeó con el "Hechicero Supremo."

Sacudió la cabeza, Strange no tenía remedio

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Sacudió la cabeza, Strange no tenía remedio.
-Bueno, ya deberían irse.- apresuró.

El la miró y le ofreció su brazo para escoltarla.
-¿Vamos?- le sonrió.

-Claro.- sonrió también.

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Wanda admiraba los enormes rascacielos de la ciudad de Nueva York por la ventana del taxi, nunca había asistido a una boda americana y se preguntaba cuánta diferencia habría de las típicas bodas del sudeste europeo, aunque podía imaginarlo debido a su amplio conocimiento en comedias románticas.

En su cabeza preparó miles de posibles discursos motivacionales en caso de que Stephen los llegara a necesitar si las cosas se ponían difíciles, incluso dramatizó una escena donde lo "abofeteaba" para hacerlo entrar en razón de no impedir la ceremonia.

Sacudió la cabeza ante la idea, había visto demasiadas series.

-¿Todo bien?- le preguntó curioso.

En tiempos de caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora